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Silencios y desacuerdos a un mes de la presentación de candidatos presidenciales

A un mes de la presentación de los candidatos, Cristina parece marchar a paso firme por el camino hacia las urnas.

Cuando falta un mes para la presentación de los candidatos presidenciales, Cristina Fernández de Kirchner parece marchar a paso firme por el camino hacia las urnas, a pesar de no haber informado aún su decisión definitiva.

Nadie, pero nadie, cercano al círculo presidencial se atreve a bucear sobre otra hipótesis y allí se encuentran convencidos de que el silencio es pura estrategia electoral, más allá de los vaivenes en los estados de ánimo de la mandataria.

La ausencia de vocación de poder de gran parte de los referentes de la oposición también facilita los planes oficiales y pierden un tiempo clave para recorrer el país y tratar de torcer la historia.

El triunfo del delfín de Hermes Binner en Santa Fe tendió a agravar el cuadro, ya que el gobernador se vio tentado a lanzar su candidatura presidencial y desairar el convite de Ricardo Alfonsín.

El argumento nacido en Santa Fe es que no se acepta una alianza con Francisco de Narváez, a quien ubica en otra vereda ideológica.

Aunque también pesa que Binner se considera con los pergaminos necesarios para encabezar una eventual fórmula junto con el radical.

Argumentos no le faltan si se tiene en cuenta que gobierna una de la provincias más grandes del país y que revalidó su poder en las primarias, mientras Alfonsín nunca ejerció cargos ejecutivos ni pudo vencer en la interna ucerreísta, anulada por deserción de competidores.

A pesar de todo, los números de las encuestas son tan impiadosos que probablemente terminen por sellar un acuerdo electoral con vista a octubre, y no a 2015 como algunos apuntan con su discurso.

Las negociaciones se intensifican y la semana que viene habrá una reunión Binner-Alfonsín con el fin de intentar acercar posiciones.

Un puente para la asociación entre Alfonsín y De Narváez y que al final, llegue a Binner fue construido por Graciela Ocaña, quien en forma sorpresiva se acercó al empresario bonaerense.

En la otra punta del arco ideológico, Eduardo Duhalde logró un nada despreciable crecimiento en las encuestas, al captar el voto dejado a la deriva por Mauricio Macri.

Duhalde ya teje una alianza con el macrismo y pretende captar a De Narváez, a pesar de las agudas diferencias que separan al jefe de Gobierno porteño con su ex socio de ruta, que nunca se terminan de saber bien cuáles son.

En el medio, y en silencio, quiere comenzar a terciar Felipe Solá, cuya parafernalia proselitista empapela las paredes de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense.

Estrategas macristas ya piensan en una interna abierta presidencial entre Duhalde y Solá, con candidatos a vices aportados por las usinas porteñas.

Si al final no llegan los acuerdos de uno y otro lado, y todos realizan al final sus propias ofertas electorales, se corre el riesgo de vaciar de contendidos a las primarias de agosto, ideadas por Néstor Kirchner.

Mientras tanto, el gobierno tiene por el momento como gran enemigo a la vista sus propias decisiones salidas de los despachos oficiales.

Por caso, abrió un nuevo capítulo del viejo conflicto comercial con Brasil cuando se dispuso la aplicación de licencias no automáticas de unos 600 productos.

La represalia desde allí fue el cierre de las fronteras para el ingresos de autos a Brasil, una medida que se revierte en forma paulatina y se podría normalizar durante los próximos días.

La medida adoptada por el gobierno de Dilma Rousseff suena, y mucho, a golpe sobre la mesa del socio mayoritario del Mercosur para dejar en claro quién es el más fuerte en esta parte del continente.

Además, Dilma no es Lula y al parecer no existe un teléfono directo entre la Rosada y el Planalto, la casa de gobierno del país vecino.

Otra cuestión que puede hacer mella en el ánimo del votante es la persistente inflación que erosiona el poder adquisitivo de los trabajadores.

Guillermo Moreno sigue con la manipulación en las cifras de costo de vida y lo único que hace es encubrir los incrementos que aplican en forma periódica los formadores de precios.

El gobierno debería revisar las causas de fogoneo de la inflación, ya que el crecimiento económico explica sólo una parte de ella.

Cada punto de aumento hace traspasar a demasiada gente la línea de la pobreza o la indigencia, por más que los números oficiales no den cuenta de ello. Y se profundizan las iniquidades.

Ejemplo hay varios, pero vale mencionar que un informe de la UCA da cuenta que sólo el 16,1 por ciento de las personas del estrato social más bajo pudieron obtener empleo durante 2010, mientras que sí lo obtuvo el 63,2 por ciento de los sectores medios y altos.

Además, para no desvirtuar el modelo comenzado en 2003 se tendrían que revisar algunos de los dos pilares fundamentales, los superávits fiscal y comercial.

Las cuentas públicas no entran en déficit gracias a los aportes de la Ansés y porque desde el Banco Central salen los fondos para el pago de deuda que antes lo hacían de la cuenta caja de la Nación.

Inflación, pobreza y mejora en las cuentas fiscales serán asignaturas pendientes para el gobierno que surja de los comicios de octubre.

El problema es que en economía las bolas de nieve se arman demasiado rápido, sobre todo en un mundo globalizado con cada vez más países que caen en crisis terminales.

Entonces, la precaución sobre la economía por venir a partir de 2012 debería ganarle más espacios al visible triunfalismo electoral.