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Sin Alejandro, Marcos Patronelli ya vive el Dakar

Por Pablo Soria.- Correrá en la próxima edición de la travesía sin la compañía de su hermano. “Aunque el Dakar me hizo famoso, mi vida sigue igual que siempre”, destacó el menor de los hermanos.

En cuatro años, los hermanos Patronelli se encargaron de grabar a fuego el apellido que portan, orgullosos, en la historia de la competencia más intrépida del planeta: el Rally Dakar. En el caso de Marcos, el segundo de una dinastía de cinco hermanos, marcó un hito al convertirse en el primer argentino en ganar una etapa de la prueba en 2009 (Mendoza-Valparaíso) y en conquistar un título en la edición de 2010 a bordo de un Yamaha Raptor 700, en la especialidad cuatriciclos (Quads). Y ahora, en vísperas de su quinta participación en Dakar, el piloto oriundo de Las Flores palpita lo que representará una competencia inédita en lo personal. Ya sin la compañía de su hermano mayor Alejandro, campeón en los años 2011 y 2012, a quien escoltó en el último Dakar.

“Me estoy preparando como siempre. Entrenando bastante para llegar de la mejor manera. Las expectativas no son otras que largar y después ir viendo qué pasa. No mucho más. En esta edición no tendré compañero de equipo. Correré solo con mi Yamaha”, apunta Marcos Patronelli, de 32 años, sobre la competencia que arrancará el próximo sábado 5 de enero desde Lima, y que finalizará el domingo 20 de dicho mes en Santiago, luego de desandar caminos de tres países: Perú, Argentina y Chile.

—¿El Dakar te cambió la vida a partir de los éxitos conseguidos durante cuatro ediciones?

—Sí, un poco. Me convirtió en una persona más popular y reconocida. Pero después, mi vida sigue siendo la misma de siempre. Todos los días trabajo en la empresa de mi familia. En el ambiente deportivo, pasé a ser alguien que antes no era. Tuve la suerte de ser el primer argentino en ganar una etapa y lograr un título en Dakar. Impresionante haber marcado mi nombre y apellido en una competencia de tanta jerarquía. Pero en lo demás, sigo siendo el mismo.

—¿En la previa no aspirás al título o al podio, sino a ir etapa por etapa?

—Seguro. Yo no pienso en ganar. Tengo que ir día a día. Etapa por etapa. En la previa no podés aspirar a ningún logro. Es un Dakar. Son quince días de carrera y doce horas diarios arriba de un cuatriciclo.

—¿Cómo es la experiencia de correr con Alejandro? ¿Siempre trabajaron en equipo? ¿O en cierto momento compitieron para superarse entre ambos?

—Con Ale no tenemos rivalidad. Al contrario, recorrimos juntos las etapas y nos ayudamos mutuamente. Quien fuera adelante o detrás, en el puesto que fuese, era una cuestión circunstancial. En ese sentido, pensamos de la misma manera. Somos hermanos y fuimos compañeros de equipo. Y si alguno hubiese querido hacer diferencia, nos hubiera ido mal. En el Dakar, cuando querés arriesgar y acelerar, podés quedarte a mitad de camino. Somos hermanos, familia y equipo. Todo en uno.

—Y ahora que Alejandro no va a correr, ¿entendiste su decisión?

—Está bien lo que hace. No tenía ganas y necesitaba parar. Y ya ganó dos ediciones de Dakar. No tiene ganas de hacer semejante esfuerzo y precisa descansar. Además estamos tapados de trabajo en la empresa. Y si lo hubiésemos decidido en forma conjunta, quizás no correríamos ninguno de los dos. Fue una determinación personal completamente entendible.

—¿Puede influir en tu rendimiento que en el próximo Dakar no tengas compañero de equipo?

—Habrá que esperar la forma en que se desarrolla la carrera. Todo dependerá de cómo me vaya yendo a partir de las distintas etapas. El Dakar no es una prueba a la que vas con cinco mochileros y te va mejor. Lo importante es llegar. Y no enloquecerse. La clave estará en los primeros cuatro días.

—¿O sea en el trayecto por Perú?

—Exacto. Las cuatro primeras etapas serán las más difíciles de la prueba. Y después llegará otra complicada como Fiambalá, en Catamarca, que esta vez no será de 180 o 200 kilómetros, sino de 300. Una etapa dificultosa por lo extensa y cansadora. No hay que confiarse en ninguna y recorrer el camino con cuidado.

—¿Toda la familia Patronelli volverá a acompañarte durante el Dakar?

—Sí, obviamente. Tenemos apoyo logístico y psicológico. Y ayuda bastante. Somos así. Y nos gusta serlo. Algunos piensan que porque nos acompañan mis viejos y mis hermanos, vivimos de joda. En el fondo, cuando te subís arriba del cuatriciclo, estás vos solo delante del camino.

—¿Cuántos Dakar más te propusiste correr?

—No sé cuántos. Correré hasta que el físico me aguante.

  • Patronelli, a puro hard rock

Tres de los hermanos Patronelli gozan de un pasatiempo artístico y rockero cuando la pasión por los fierros se toma descanso: Marcos, Gabriel y Nello fundaron ‘Capitán Nightrain’, un grupo de hard rock que interpreta covers de las bandas más representativas del género. “Venimos tocando seguido. En los últimos cuatro meses tocamos en siete u ocho ciudades: Saladillo, Daireaux, Coronel Suárez, Monte Hermoso… La pasamos bien. Compartimos un lindo momento y nos reímos mucho. Hacemos una onda Guns N’ Roses y tenemos un repertorio de quince temas. El sábado vamos a participar de la apertura de verano en Miramar, como soporte de La Mosca”, anunció Marcos Patronelli.

—¿Y vos en qué instrumento te destacás?

—Yo toco el bajo. Tengo el mismo modelo que usaba Duff McKagan (NdR: bajista de Guns N’ Roses) y que salió a la venta en los ochenta. Mi hermano Fafo (Nello) canta al estilo de Axl Rose. Y mi otro hermano Toto (Gabriel) toca la guitarra Gibson que utilizaba Slash. Hasta tenemos cinco o seis pelucas y pañuelos que de vez utilizamos para tocar caracterizados. Actitud y presencia tenemos. Después la música sale. Fuimos soportes de La Mancha de Rolando en Monte Hermoso y vivimos una experiencia impresionante, cantando para 15 mil personas.

—¿Cómo surgió ese fanatismo por la música de los Patronelli?

—Mi abuelo Coco era fanático. De chiquito sabía tocar el bandoneón, la guitarra y el piano. Mi viejo Roberto también tuvo su banda y tocaba el órgano. Y nosotros algo teníamos que hacer. Seguimos el legado familiar.

El lugar en el mundo de los Patronelli se asienta en la localidad bonaerense de Las Flores, a 187 kilómetros al sudoeste de Capital Federal. Allí la familia administra una imponente empresa dedicada a la fabricación de transportes de carga. “Fuera del Dakar, somos la clásica familia italiana que nos juntamos los fines de semana a comer y andamos para todos lados. Con mis hermanos nos vamos juntos de vacaciones. Compartir en familia es lo mejor que nos puede pasar”, confiesa Marcos, el segundo hijo del matrimonio entre Roberto y Mónica. Hermano menor de Alejandro y mayor de María Clara, Gabriel y Nello.

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