Todo empezó en el escenario sur. Diez minutos antes de lo programado salía a escena Muñecas, la banda que dio comienzo a la segunda edición del Festival Bandera. Y es que desde el jueves, el pronóstico del clima era contundente: lluvia torrencial para todo el fin de semana. El sábado amaneció soleado, aunque se respiraba en el aire la tormenta que el calor y la humedad preparaban. Entonces, la decisión de la organización fue la de adelantar toda la grilla unos minutos y de esa manera tratar de esquivar la lluvia que, por el momento, era solo una amenaza.
La apuesta era grande: una mezcla de artistas y bandas con propuestas que atraviesan distintos géneros y convocan a públicos de lo más diversos. Una oportunidad para conocer qué pasa en la escena musical del país, ya que hubo bandas de Córdoba, Mendoza, Buenos Aires, Santa Fe. Pero también, y a partir de este año, la propuesta se abrió a lo que pasa en los escenarios de otros lugares con bandas invitadas de Uruguay, España y Colombia.
Las mochilas de les primeres que iban ingresando estaban cargadas de pilotos, paraguas, abrigos, pero eso no parecía tener mucho que ver con la imagen de los grupos de amiges tirados al sol sobre las mantas coloridas que se desplegaban en el campo del hipódromo. Mientras en el escenario sur alternaban el teatro de Improcrash y la música de Caliope Family, algunes empezaban a cruzar el puente que conectaba el ingreso con los escenarios este y oeste donde Joystick y Pablo Dacal iban a inaugurar alrededor de las cuatro de la tarde los espacios más rockeros del festival.
Para las cinco de la tarde, las voces agudas e increíbles de Kunyasa, la banda rosarina que fusiona funk, neo soul, pop, rock y hip hop, empezaron a sacudir el letargo de les que estaban tomando sol y marcaron el ritmo de una tarde a puro baile y rocanrol. Patagonia Revelde reivindicó su liderazgo dentro de la escena rosarina con seguidores fieles que coreaban los estribillos y le dio paso a parte de la banda española Muerdo, que brindó al público una versión acústica de sus temas, ya que la mitad de la banda había quedado varada en Buenos Aires por las lluvias torrenciales. En referencia a la fecha, Pascual Cantero, el cantante de Muerdo señaló que no había nada para festejar a excepción de la lucha de los pueblos valientes que defienden la democracia y arremetió con un tema con ritmo de chacarera que remató el posicionamiento anticolonial de la banda.
El viento ayudó a que baje la temperatura y fue un gran alivio, porque para las seis y pico de la tarde, la gente se apelotonaba ansiosa en el escenario este. Todes querían estar en primera fila para escuchar a una de las artistas más esperadas de toda la grilla: Marilina Bertoldi, prendió fuego el escenario con toda la sensualidad de “Rastro” y los bailes en “Racat” y “La casa de A”. Los solos de guitarra, los juegos de voces, la precisión y prolijidad de la banda, la onda como frontwoman de Marilina hicieron de este bloque la joya del festival.
Eran las siete de la tarde, la noche empezaba a borrar los rostros de las personas para convertirlos en una masa de gente pero aún se podía observar la mezcla de generaciones que delataban las estampas de la ropa que iban desde remeras de Las Pelotas y Sumo hasta buzos que planteaban la consigna: “El rocanrol no morirá jamás”. Los ecovasos recargables circulaban de mano en mano y se rellenaban con cerveza o con el agua gratuita de los dispensers, según reclamara la sed del momento.
Eruca Sativa empezó a desplegar todo su power después de los últimos acordes de Marilina Bertoldi en el escenario oeste. La potencia alternativa de esta banda cordobesa generó el primer pogo de la noche iluminado por las proyecciones de las pantallas. Presentó temas nuevos que dejaron en claro por qué fue una de las bandas más aplaudidas de la tarde.
Las Pastillas del Abuelo y Usted Señálemelo mostraron un contrapunto interesante entre dos estilos que están en las antípodas del amplio mapa del rock del país. Las Pastillas presentó un repertorio de canciones que apelan a la sensibilidad de un público preparado para el agite mientras que la banda mendocina jugó con la estética de las imágenes y combinaciones musicales sutiles que fusionan elementos propios del folclore con guitarras y baterías del indie más etéreo.
Mientras tanto en el escenario sur, Eli Almio + Dj Ro y Jeites le deban paso a Perras On The Beach y Militantes del Climax. Salvapantallas, el dúo electropop que supo enamorar a Fito Páez en uno de sus últimos show, propuso una versión acústica de su repertorio para arrancar el bloque fuerte de este sector que se completaba con Indios. A unos metros de este escenario, y debajo de las gradas del hipódromo, se encontraba la muestra fotográfica Movimiento Babasónicos en la que Martín Bonetto muestra la intimidad de la banda desde una mirada que acompaña los shows desde hace más de 20 años. Fotos y realidad aumentada que permitían sumergirse en el mundo sónico de una manera glam y tecnológica.
Para las 10 de la noche, la cola del baño se había duplicado y todos se apresuraban a transformarse en críticos musicales comentando los momentos destacados de cada banda, les artistas que volverían a ver y les que habían conocido en los escenarios durante el festival. El apellido Bertoldi circulaba de boca en boca, mientras Eruca Sativa y Usted Señálemelo bailaban al compás. La hilera en las ventanillas de bebidas y comida parecían una cola de hormigas apuradas por recabar el alimento. Nadie quería perderse la seguidilla que se venía en los escenarios este y oeste.
Las Pelotas arrancó con un repertorio que puso en primera línea los temas más actuales para cerrar con los clásicos, “Si supieras”, “Bombachitas rosas”, “Cuando podrás amar” y un mensaje que llama a les polítiques a responsabilizarse de la historia de los últimos 70 años del país, mientras nosotres “esperamos el milagro”. El cierre con “Capitán América” y “Shine” puso en evidencia por qué Las Pelotas es una de las bandas imprescindibles de la escena del rock del país.
Miss Bolivia puso a bailar a les pibes meneando cadera y con tono picante hizo referencia a lo que estaba aconteciendo como hecho político en La Plata: el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales y No Binaries. Además, recordó el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito a partir de un coro de pibes que propuso la consigna, después recitó y rapeó su famoso manifiesto político “Paren de matarnos” y apeló a la presencia de más mujeres en los escenarios principales de los festivales.
El cierre de los escenarios este y oeste estuvo a cargo de La Vela Puerca, la banda uruguaya que generó los pogos y coros clásicos de los recitales de rock, mucho agite de banderas uruguayas y de trapos nacionales que marcaban el origen de los agitadores. La banda que se hizo desear bastante luego del clásico falso cierre, en los últimos temas cedió el protagonismo vocal a un público embelesado, entre otras cosas, por el trato de gurises que le propició una de las voces principales de la banda, Sebastián Teysera. “Zafar”, “Todo el karma”, “Así vivir” fueron hits de la noche y el cierre quedó a cargo de “Llenos de Magia”.
Cuando se apagaron las luces de los escenarios este y oeste, las dieciséis mil personas que coparon el hipódromo comenzaron la retirada hacia la zona sur, donde Los Peñaloza le metían ritmo de cumbia a un festival que claramente no cree en los encasillamientos musicales. La gente que antes pogueaba a puro rocanrol ahora meneaba las caderas y coreaba los estribillos crueles del desamor tropical.
El viento dejó atrás su benevolencia y comenzó a cubrir el cielo con nubes grises. Traían los rayos y los truenos que los organizadores del festival habían logrado evadir con la precisión de los minutos adelantados. Para cuando la mayor parte de la gente había comprado el chori reglamentario pos recital y comenzaba a patear de vuelta a casa, cerca de la una de la mañana, empezaron a caer las primeras gotas gordas de una lluvia que hizo lo que se le dio la gana, más allá de los pronósticos.
Los que se quedaron bailando cumbia con Villa Diamante, Dakillah y los colombianos del Frente Cumbiero deben haber sentido la bendición de refrescar el cuerpo con el agua fría del cielo sin mucha preocupación por los resultados mojados del baile. Para qué, si total, algún día “Va a escampar”.