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Sin favoritos, dudas entre “dedazo” y “libre albedrío”

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“Favoritos tenían los reyes, la monarquía: eso no es democracia”. Sin training para abordar asuntos mundanos de la política criolla, la presidenta Cristina de Kirchner dejó caer una frase que parece validar un concepto, aún difuso, que circula en el pankirchnerismo: la idea del “dedazo” presidencial se licúa y deja germinar la presunción de un “libre albedrío” en los armados y en las candidaturas.

Pendular, la galaxia K se incomoda ante la caótica diversidad de la media docena de presidenciables y la promiscua ristra de doce candidatos bonaerenses. “Se tiene que ordenar”, dijo, el lunes anterior, ante un auditorio peronista, Eduardo “Wado” de Pedro, el neocamporista con acceso vip a Cristina que, a la vez, mejor sintoniza con el PJ. Pero no dijo si eso lo hará Cristina o tiene que resolverlo, por sí mismo, el sistema político.

En los cuarteles K, dominados por la ansiedad, se interpreta que la presidenta dejará que el malón de candidatos se someta, por peso y lógica propia, a una sangría y que su mano resolutiva aparecerá sobre el final para bendecir el proceso o, de ser imprescindible, acomodar las piezas. Eso vale, en particular, para la proliferación de anotados a suceder a Daniel Scioli, pero no respecto de las boletas de diputados donde, como ocurrió en Capital, se supone que surgirán de la redacción exclusiva y excluyente de Olivos.

El ministro Julio De Vido esparció la tesis de tres fórmulas presidenciales –y tres bonaerenses– que, como contó este medio, deja en el ring a Sergio Urribarri, que según un senador top padece el “mal de Massa”: pierde sponsors y recursos de campaña y acumula deudas.

Daniel Scioli, beneficiario de la oferta triple por dividir el voto ultra-K, milita ese modelo. Una fluidez mayor que la habitual con la cúpula del Movimiento Evita anima a varios ultra K, que tildan de silvestres a Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro, a catalogar a Jorge Taiana como el candidato K que Scioli necesita para herir a Florencio Randazzo.

En la provincia, al alineamiento propiciado por De Vido entre Julián Domínguez y Patricio Mussi asomó un clamor silencioso: caciques empujan para que Fernando Espinoza y Martín Insaurralde se bajen a “garantizar” La Matanza y Lomas, los dos pagos más populosos del conurbano. “Si quieren aportar al proyecto, que ganen por mucho sus municipios”, dijo un operador urgido por desmalezar la marquesina bonaerense.

Dinámica perdida

Tras una década de hiperjefatura K, el peronismo perdió la dinámica de la negociación porque, para bien o para mal, estaban Néstor o Cristina, con su lapicera mágica, para repartir dones y castigos. Hasta acá eso no ocurrió, y alterados por la falta de indicios, los candidatos contemplan que deberán, como los K porteños, resolver solos sus cuestiones. “¿Por qué Cristina tiene que bajar a alguien que no le pidió que se suba?”, preguntó un neocamporista.

De esa quinta surgió un rumor que atronó en Defensa: que Agustín Rossi volverá de Rusia, adonde acompañó a la presidenta, con una indicación electoral. ¿Bajarse, pactar con otro postulante? De ocurrir, daría por tierra la idea del libre albedrío.

Buenos Aires, clave

En medio, Santiago Montoya convidó un debate de anotados K a la gobernación bonaerense entre los que se dicen “candidatos de Cristina, los que se dicen cercanos a Scioli y los que dicen ser candidatos del Papa”. Al margen de la picardía, en el PJ algunas voces, molestas, se quejan de los candidatos que se tiran para después negociar.

La respuesta presidencial respecto de no tener favoritos en la interna del FpV, además de animar el teorema del libre albedrío, encandiló a los sciolistas, porque, según su lectura, destroza el relato de Randazzo de que “es el candidato preferido de Cristina”. Cerca del ministro de Interior, el jueves pasado, se sumergían en otra interpretación: que Cristina de Kirchner no exprese favoritismo, aunque entienden que antes del cierre seguro habrá más gestos, también habilita a los candidatos para jugar con más libertad.

Libre juego o imposición

“¿Cristina va dejar así como así que los candidatos que van a representar al kirchnerismo salgan de una elección?”, se pregunta un dirigente que cruzó, con distintos roles, los doce años de mando K. La respuesta llega, lapidaria, desde La Cámpora: ninguno de los que están en carrera es, dicen, el candidato deseado. O el deseado no es, en 2015, candidato.

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