Una sucesión de hechos que muestran cierto corrimiento del gobierno en temas en los que había mantenido una línea persistente, como la contención de la protesta social, configura por estos días un escenario político que le da aire a una oposición necesitada de recuperar afinidad con la sociedad.
La dirigencia opositora se mueve, en este terreno, con una lógica de ensayo y error: su fracaso en las últimas elecciones se debió en buena medida a su alto grado de fragmentación, pero también a una evidente desconexión entre su discurso político –anclado en recurrentes críticas institucionales– y la percepción general de los argentinos sobre la marcha del país.
Pero el nuevo año trajo consigo un cambio en el clima político, que le permite a la oposición filtrarse por donde realmente le duele al gobierno, al “correrlo por izquierda”. Argumentos no le faltan: la represión a ambientalistas antiminería en el Noroeste y el desalojo de ex soldados en plena avenida 9 de Julio los alimentaron profusamente.
“Nosotros sabemos que este va a ser un año de movilizaciones. Y que la mayoría de ellas van a ser contra el gobierno”, se sinceró un dirigente oficialista al analizar el nuevo cuadro de situación.
Pero, a la vez, dejó en claro que el kirchnerismo seguirá teniendo la iniciativa política, aún cuando cometa “errores que le terminen dando pasto a las fieras”.
Por eso la presidenta pidió a sus funcionarios que anduvieran con pies de plomo a la hora de implementar su nueva política de “sintonía fina”. Un caso concreto que preocupa al gobierno es el de la quita de subsidios que comenzaron a engrosar las tarifas de servicios y que también lo harán con el transporte público.
“Con esto no nos tiene que pasar lo mismo que con la soja, que hasta los verduleros del Conurbano nos criticaban”, exigió el secretario de Obras Públicas, José López, en reuniones con intendentes del Gran Buenos Aires para aleccionarlos sobre la metodología a aplicar para la rebaja de subsidios.
Dietas y espionaje
La denuncia contra el vicepresidente Amado Boudou por su vinculación con una imprenta que hace trabajos para el Estado sumó una gota de agua más al caldo del humor popular, pero lo que más bronca provocó fue a todas luces el aumento de las dietas de los diputados y senadores, superior al 100 por ciento en algunos casos.
Por supuesto que un sector de la oposición parlamentaria buscó diferenciarse de sus colegas beneficiados por el aumento, pero justo es decir también que la medida se había ejecutado en los últimos días de diciembre. En aquel momento no se escuchó a ningún legislador elevar su protesta de forma pública.
El aumento de las dietas tuvo lugar pocos días después de que la Cámara de Diputados votara la sanción de la Ley antiterrorista, en medio de fuertes críticas de la oposición y advertencias de sectores del propio oficialismo por su posible aplicación para la criminalización de la protesta social.
Pese a que el gobierno salió a ofrecer garantías de que eso no sucedería, la controvertida ley ya fue aplicada por la Justicia en Catamarca, donde sirvió para justificar la detención de nueve asambleístas antiminería en la localidad de Santa María, bajo la acusación de que estaban “infligiendo terror en la población”.
Paralelamente, en los tribunales federales de Comodoro Py, en la Capital Federal, un alto funcionario judicial filtró un escrito del comandante en jefe de la Gendarmería, Héctor Schenone, en el que daba precisiones sobre el Proyecto X, destinado a operaciones de espionaje sobre dirigentes sociales ligados a la oposición.
El texto databa de varios meses atrás, pero su difusión puso en aprietos a Schenone y a su jefa política, Nilda Garré. La ministra de Seguridad prometió una auditoría interna, aunque en los pasillos del Edificio Libertador se comenta que un importante general del Ejército tenía conocimiento del tema y se lo había advertido a la funcionaria, a la que reporta con frecuencia.
Garré teme haber quedado envuelta en alguna jugarreta de quien comandó la seguridad en el país durante muchos años, el actual senador Aníbal Fernández. Las razones políticas de su salida de uno de los sitios más sensibles del Estado fueron siempre un secreto guardado bajo siete llaves en el gobierno.
Trabas, paritarias y reformas
“Hola, soy Guillermo Moreno”, sorprende por teléfono a empresarios de diversos sectores el secretario de Comercio, que se ocupa personalmente de atenderlos cuando éstos le piden una audiencia para plantearle los problemas que les ocasiona su férrea política de control de las importaciones.
Apelando a un lenguaje muy particular, Moreno escucha el “speech” de los hombres de negocios, pero llegado un momento los corta, tajante: “¿Qué es lo que querés? ¿Tenés algún problema concreto o estás abriendo el paraguas?”, pregunta sin medias tintas el funcionario.
Estas conversaciones, reveladas por más de un empresario, dan cuenta del nivel de involucramiento que Moreno le pone a su trabajo. Cuando no se enoja, el secretario de Comercio suele cerrar las charlas con un: “No te preocupes, vos no vas a tener problemas”. Pero lo cierto es que en muchos sectores sostienen que las medidas les están provocando serias dificultades para la producción.
En el horizonte económico también se asoman las paritarias que determinarán los aumentos salariales para este año. La dificultad que tiene el gobierno para cerrar un acuerdo con los gremios docentes preanuncia algunos nubarrones, aunque dependerá de la habilidad de los funcionarios y la racionalidad de los sindicalistas impedir que se conviertan en una tormenta.
Cada vez más alejado del kirchnerismo, Hugo Moyano prepara movilizaciones que lo pondrán definitivamente en la vereda de enfrente del gobierno. La personalidad combativa del líder camionero lo lleva naturalmente hacia ese lugar. En cambio, otros referentes del peronismo prefieren navegar por aguas menos encrespadas, como el gobernador bonaerense, Daniel Scioli. Incluso cuando las arremetidas del kirchnerismo suelen ponerlo en aprietos, Scioli se inclina por no enfrenarlo directamente y hace un culto de lealtad a la presidenta. “Acá en La Plata hay distintas opiniones, pero la que más cuerpo tiene es que Daniel no va a enfrentar a Cristina”, deslizó uno de sus más estrechos colaboradores.
A tal punto que, en absoluta confianza, aseguró que en la provincia de Buenos Aires también se impulsaría una reforma constitucional en caso de que Cristina forzara su re-reelección en 2015. Claro que, por ahora, se trata solamente de una hipótesis de trabajo y “jamás” se lo va a escuchar a Scioli plantearla en público, aclaró el dirigente.