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Sinay presenta su libro sobre los crímenes de Moisés Ville

El periodista Javier Sinay investigó los homicidios cometidos antes del 1900, motivado por un escrito de su bisabuelo donde analizaba las muertes de los gauchos judíos que del grupo de inmigrantes que se instaló en el noroeste de Santa Fe.

 

Los crímenes
Los crímenes ocurrieron entre 1889 y principios de siglo XIX, en la colonia judía del noroeste santafesino.

Por Patricia Dibert

Presentado como “una de las grandes investigaciones periodísticas publicadas este año en nuestro país”, por la Fundación Tomás Eloy Martínez,  el periodista Javier Sinay llega a Rosario para presentar su libro Los crímenes de Moisés Ville, una historia de gauchos y judíos (Tusquets, 2013). La charla se realizará el  miércoles 4 a las 19 horas, en los altos de la Librería Ross (Córdoba 1747), con entrada libre y grtuita. El autor estará acompañado por el escritor y periodista Osvaldo Aguirre, la realizadora Sonia Helman y la investigadora de Conicet Carina Frid.

Sinay es autor de varios libros entre los que se destaca “Sangre joven, matar y morir antes de la adultez”. Como periodista sus textos han aparecido en los diarios Clarín y Crítica de la Argentina, y en las revistas Rolling Stone, Ñ, Orsai, El Guardián, Hombre, TXT y Gatopardo, y participó en las producciones de los programas “Forenses”, “Fiscales” y “Ser Urbano”. Además es administrador de un sitio de cultura negra llamado “El Identikit”.

El libro “Los Crímenes de Moises Ville” surge como inquietud cuando Javier encuentra unos artículos escritos por su bisabuelo periodista, y allí él comienza a investigar sobre 22 asesinatos cometidos entre 1889 y principios del Siglo XX, por gauchos criollos contra inmigrantes judíos llegados desde Ucrania a la zona noroeste de Santa Fe. En esa investigación a la vez entrañable y tenebrosa, Sinay aprendió idish, contrató a un detective y viajó a Moisés Ville para bucear en la historia de ese pueblo a la vera de la ruta 34, donde la cultura judía ha dejado huella en sus cuatro sinagogas y sus calles con apellidos hebreos.

 

En diálogo con El Ciudadano, el escritor explica como llegó a interesarse en los crímenes de Moisés Ville.

—Descubrí por casualidad un artículo que escribió mi bisabuelo, que también era periodista y vivía en la colonia, en 1947, sobre las primeras victimas en Moisés Ville, una memoria sobre fines del siglo XIX cuando en la colonia ocurrieron estos homicidios. A ese escrito lo encontró mi papa y me lo envió por mail. Eso generó mucha inquietud en mí, sobre cómo habían ocurrido esos homicidios y qué fue lo que sucedió en la colonia, cómo se formó Moisés Ville y también la historia de m bisabuelo. Sentí una gran curiosidad que comenzó como un juego personal, porque me gusta mucho investigar y buscar historias, pero poco a poco fue adquiriendo la forma de un trabajo periodístico, que se transformó en un libro.

 

Para acceder a los documentos de la investigación debiste aprender a leer irish, Tuviste que viajar a Santa Fe y a Rosario, además de Moisés Ville, ¿Cómo se accede a la información sobre los crímenes a más de 120 años de cometidos?

Bueno, eso fue bastante difícil y a la vez apasionante, porque no quedaba casi nada, y el dato estaba en los artículos de prensa publicados en el diario La Unión, de Esperanza, que era un periódico que cubría lo que pasaba en las colonias cercanas. En La Prensa y La Nación sólo informaron sobre uno de los 22 homicidios que fue el más resonante, que se trató sobre una chica violada y asesinada por el comisario en el año 1906.

 

— ¿Ese crimen fue resuelto?

—Yo no lo puse rastrear más allá de esos diarios, y los datos se cortan, por eso no sabemos que pasó con ese crimen. También  rastree los expedientes judiciales, pero en esos momentos la sistematización o el guardado de los archivos no era lo que es hoy, por eso quedan los que corresponden a los crímenes mas importantes de finales del siglo XIX, pero los de Moisés Ville eran rurales, que pertenecían a robos o a peleas verbales que terminaban con un facón. En todo el campo santafesino hubo muchos de estos gauchos bandidos, coincidiendo con la época del fin del gaucho, entonces por las políticas liberales de la época, el gaucho se transforma en un peón de estancia con un régimen de trabajo bastante triste, o se marginaliza convirtiéndose en bandido. Por otro lado a fines del siglo XIX existían cerca de 350 colonias agrícolas, que eran pequeñas aldeas pobladas  por inmigrantes europeos que venían a cultivar la tierra, con los ciclos lentos de la agricultura, ellos estaban estáticos en la zona y eran víctimas de estos gauchos bandidos que pasaban robando y matando.

 

El asesinato de la joven pudo ser considerado como un homicidio pasional, pero también hubo crímenes que fueron xenofóbicos?

—Yo creo que si. De hecho el Martín Fierro (que se publica en  1892),  tiene algunas historias donde se habla mal de los colonos europeos. Y había también  un sentimiento del gringo que llegaba al lugar  y era mal visto, pero también había una falta de presencia del Estado en esas colonias. No había policía, por ejemplo en Moisés Ville las fuerzas de seguridad  llegaron bastante tarde, porque el estado argentino estaba empeñado en la lucha contra el indio y en extender las fronteras cada vez más lejos, por lo que las fuerzas del ejército y del estado no estaban presentes en el campo, y la pampa quedaba liberada. Esta ausencia de la policía hacía que s produjeran incidentes cuando los colonos se armaban  y salían a la caza de bandidos, provocando masacres. Digamos que era una situación bastante desordenada en esa época.

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—Años después de cometidos, ¿tu bisabuelo investiga periodísticamente estos crímenes y los escribe en idish?

—Él había vivido en la colonia y fue periodista toda su vida. En 1947, ya con 70 años, publica un artículo donde repasa cada uno de esos 22 homicidios, y lo escribe en idish, que es el idioma de los judíos de Europa del Este. Es un idioma muy complicado, porque tiene raíces germanas con términos en hebreo y se escribe con letras hebreas; a comienzos de siglo hubo en Argentina una gran producción de textos en idish sobre temas argentinos, entonces ahí también hay un caudal importante de fuentes bibliográficas.

 

— ¿Qué lugares de la provincia visitaste buscando datos para la investigación?

—Fui a buscar expedientes al archivo general de la provincia de Santa Fe, y al archivo del poder judicial de Santa Fe, en Rosario visité el Museo Julio Marc y el archivo histórico del Parque de España, siempre en busca de expedientes, pero sólo encontré mención en un libro de actas, pero jamás dí con las carpetas, lo que tiene que ver con la falta de sistematización de los archivos nacionales.

 

—En el libro vos considerás que “el judío es el más extranjero entre todos los extranjeros”,  ¿porqué?

—Argentina era una babilonia, en ese momento donde la inmigración comienza a llegar desde todos lados, desde lugares diversos, en cantidad de españoles e italianos, pero también entraban rusos, polacos, daneses, tucos y yugoeslavos. En cuanto al tema de los judíos, se los enmarcaba dentro de la inmigración exótica, que eran los judíos y los árabes, pueblos de la Europa más periférica, que dejaban un poco descolocados a los inspectores de migración, porque las autoridades esperaban otro tipo de inmigrante de Europa central, más rica, que en realidad nunca vino porque no necesitaban irse de su lugar.

—Muchas veces esos extranjeros eran engañados o estafados y los inmigrantes no se encontraban con la nueva tierra que les habían prometido.

—Claro, los habitantes de Moisés Ville por ejemplo, iban a instalarse cerca de La Plata, pero el viaje se demoró tres meses y esas tierras habían sido entregadas a otros inmigrantes, por eso deambularon unos meses por Buenos Aires, y un grupo de judíos burgueses los contactaron con un terrateniente de Santa Fe que era Pedro Palacios, y ahí fue que terminaron donde hoy es Moisés Ville.

—Más allá de los crímenes y de la investigación sobre el hecho policial, en el libro se analiza la idiosincrasia de esos inmigrantes  judíos que se instalaron en el noroeste de Santa Fe.

—En mi trabajo me gusta contar historias policiales, pero siempre  y cuando sirvan para hablar de algo más, porque sino son tramas que tienen morbo y que quedan en pequeñas historias, pero si nos sirven como excusa para hablar de alguna otra cosa, se transforman en historias culturales, que hablan de la sociedad, de un grupo desesperado, de personajes llevados al límite que nos pueden hablar sobre  y en ese sentido que sea un crimen la excusa también muestra cierto interés porque muestra gente al límite, con gente que está al borde de la ley, o en busca de dinero o con algún tipo de desesperación. Entonces tenemos personajes llevados a un límite que nos pueden hablar de la sociedad en la que vivieron y de cómo es el ser humano.

 

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