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“Sinceramente”: las claves del éxito editorial de CFK

En menos de 48 horas, la ex presidenta agotó el libro editado por Sudamericana y que muchos consideran una señal política en año electoral. Un repaso de los pasajes y temas clave de un texto destinado al debate

Pablo Roesler – Tiempo Argentino

Ni autobiografía, ni enumeración de logros sino una mirada y una reflexión. Así define la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner a su libro «Sinceramente», un éxito editorial que, con apenas 48 horas a la venta, ya agotó en las librerías. El libro de CFK –considerado por muchos como una señal de largada en el juego de intrigas sobre su potencial candidatura- tiene 594 páginas y diez capítulos que revisan el pasado, analizan el presente y dan claves sobre el futuro que imagina para la Argentina.

La  situación que atraviesa su hija Florencia y las consecuencias en su salud por la persecución desplegada desde Comodoro Py, hasta los planes político-judiciales que la tuvieron en el centro de la escena desde que dejó la Presidencia, pasando por su familia, su primer y segundo mandatos, la relación con Jorge Bergoglio -y con el Papa Francisco-, el Memorandum con Irán y la muerte del fiscal Alberto Nisman. Son algunos de los temas que repasa el extenso texto que será formalmente presentado el próximo 9 de mayo en la Feria del Libro de Buenos Aires.

El libro contiene numerosos mensajes. La reconstrucción de cómo llegó a sus manos una carta de José de San Martín fue uno de los tramos elegidos para la promoción y apunta el foco hacia el juez federal Claudio Bonadio: la exmandataria cita una nota firmada por el periodista Néstor Espósito en Tiempo para contar con qué artificio leguleyo el magistrado la procesó por tener en su casa la misiva del prócer a O’Higgins. En ese pasaje del primer capítulo que se titula «Sinceramente», como el libro, es en el que CFK explica que fue un regalo que el presidente ruso, Vladimir Putin, mandó a comprar en Nueva York.

El texto comienza por el presente. «Ayer terminé el último capítulo de este libro y hoy, 12 de marzo de 2019, empiezo a escribir el primero», aclara la primera línea en la que recuerda los últimos momentos de persecución contra Florencia Kirchner, su internación en Cuba. «Flor, quien producto de la persecución mediática y judicial feroz  a la que fue sometida, comenzó hace ya un tiempo a tener severos problemas de salud. El brutal estrés que sufrió desbastó su cuerpo y sus emociones…», señala.

«Sinceramente» es un libro en primera persona, personal pero no intimista, una reflexión política, una mirada con sentido histórico. Una suerte de liberación (una apertura sincera) de la ex presidenta en un tono coloquial, directo, en el estilo que es sello en CFK. «Este libro no es autobiográfico ni tampoco una enumeración de logros personales o políticos, es una mirada y una reflexión retrospectiva para desentrañar algunos hechos y capítulos de la historia reciente y cómo ha impactado en la vida de los argentinos y en la mía también», explica.

Son diez capítulos: 2. Después de convertirme en Calabaza; 3. Néstor y yo y nuestros hijos también; 4. Bien de familia; 5. Una yegua en el gobierno (2007-2011); 6. Los heraldos negros: el dolor y la fuerza (2011 – 2015); 7. Cuando Jorge era Bergoglio y después fue Francisco; 8. Obras y Pesares; 9. Un memorándum, una muerte y una causa y 10. El odio y la mentira. Los nuevos medios y los mismos fines. Finaliza con un Epílogo.

El segundo capítulo retoma sus últimos días en el poder. Critica la decisión judicial de María Servini de Cubría de obligarla a dejar su mandato un día antes de lo establecido por la Constitución y retoma la novela del traspaso de mando y el empeño de Mauricio Macri en dar vuelta el acto tradicional: quería hablar en el Congreso de la Nación ante la Asamblea Legislativa por la mañana, que es el primer acto como presidente de la Nación, y recibir los atributos presidenciales (bastón y banda) de manos de Cristina por la tarde en la Casa Rosada.

«¿Qué iba a hacer yo llegando a la Casa Rosada portando los atributos presidenciales sin ser presidenta? ¿Los iba a llevar en la cartera? Ridículo», escribe CFK. Se sabe, la expresidenta conoce de usar la ironía. Y también se sabe, Macri cumplió su deseo. La exmandataria cuenta en ese segundo capítulo que con su hijo Máximo Kirchner llegaron a la conclusión que lo que el exjefe de Gobierno porteño no quería era que militantes kirchneristas cantaran en los balcones del Congreso o tener que atravesar una multitud despidiendo a su antecesora en Plaza.

A esa altura del libro ya hace unas treinta páginas que quedó claro que el tono de la escritura es el de ella, el que se le escuchó siempre en los actos, en las cadenas nacionales («Debo admitir que las cadenas nacionales fueron todo un tema. Si, el hecho de que yo hablara por cadena nacional –bastante seguido, es cierto- para comunicar la gestión de gobierno, obras, medidas, leyes, etc., tenía una razón objetiva: si yo no utilizaba esta herramienta, lo que nosotros hacíamos desde el gobierno no aparecía en los medios de comunicación se invisibilizaba o se tergiversaba en lo que ellos mismos llamaron ‘periodismo de guerra’. Y sinceramente… para mí, las cadenas nacionales, desde lo político y hasta en lo personal y físico, implicaban un desgaste que en una situación de normalidad –sin el ataque permanente que sufríamos- no hubiera ocurrido», reflexiona ¿autocrítica? la expresidenta.

Que la pluma es personal lo aclara también con una revelación que era vox pópuli: ella le escribía los discursos a Néstor Kirchner. Lo cuenta al recordar que el discurso del 9 de diciembre de 2015 improvisó, dijo lo que le salió del corazón y del estómago, como aquello de que a las 12:00 se convertiría en calabaza. «Le escribía los discursos a Néstor: desde el que pronunció el 10 de diciembre de 1991 en el viejo cine-teatro Carreras de Río Gallegos al asumir como gobernador de Santa Cruz, conmigo sentada en la primera banca como diputada provincial, hasta el del 25 de mayo de 2003 cuando juró como presidente», cuenta.

Ese segundo capítulo culmina con el asedio a la casa de Gregores, como se conoce la residencia del gobernador en Santa Cruz, cuando allí estaba CFK con su nieta Helenita, Alicia y otras tres mujeres. Recuerda la tensión de esa noche en la que tuvieron que hacer una barricada con muebles para que no ingresaran los agresores que durante horas arrojaron piedras sobre cristales y techos de la residencia.

Sigue «Néstor y yo y nuestros hijos también», el tercer capítulo del libro. Y Cristina habla allí de Néstor, de su amor, del muchacho que conoció en La Plata cuando estudiaban Derecho, del que se enamoró y del que nunca más se pudo separar. Comienza así: «Néstor me lo dijo: ‘Te van a perseguir a vos y a tus hijos´. No fue altisonante. Estaba serio y cuando le pregunté: ‘¿Por qué decís eso?’, enseguida cambió de conversación. Fue en El Calafate. Lo que no puedo recordar es si fue durante la última semana que estuvimos juntos y que me había resfriado muy fuerte, o en el viaje anterior. Si recuerdo muy fuerte lo del resfrío, porque ese lunes 25 de octubre de 2010 había vuelto enferma de Río Negro, de visitar el centro tecnológico de Pilcaniyeu. Tenía dolor de garganta y anginas, y no me quedó más remedio que cancelar mi visita programada para inaugurar la fábrica de BGH, en Tierra del Fuego. No me sentía nada bien y cuando se lo dije a Néstor, me dijo: ‘¡Ah bueno! Ahora lo único que falta es que te mueras y nos dejes a Cobos de presidente’. ‘Mirá querido, a Cobos lo pusiste vos…! Así que a mí no me jodas’, le contesté enojada. Me miró y se rió. En nuestros códigos de discusión esa era su manera de darme la razón. Aún no sabíamos lo que nos iba a pasar. No puedo dejar de pensar en aquel momento en que, de alguna manera, supo que ya no nos iba a poder proteger más. El no se vio en la fotografía de persecución, sencillamente porque  no debía sentirse bien y no solo no lo decía, sino que, además lo ocultaba. No le encuentro ninguna otra explicación. Siempre quiso transmitir sensación de fuerza, de voluntad e invulnerabilidad. Era su manera de ser. Cuando años más tarde le conté a Máximo el augurio de Néstor me miró y me dijo: ‘¿Y vos qué creías? ¿Qué lo de las AFJP, las retenciones, YPF, paritarias libres y los juicios de lesa humanidad eran gratis? ¡Ay, Cristina!’. Máximo no me dice mamá, a diferencia de Florencia que solo usa mi nombre cuando me llama la atención porque está enojada o no está de acuerdo con algo. Es curioso. Solo alguien que tuviera la intención de transformarnos en monstruos podría suponer que el amor que nos teníamos con Néstor era porque yo tenía una dependencia emocional y política de él. ¿Es un método de destrucción política planificada, o simplemente lo que los psicólogos llaman proyección de las vivencias o miserias de aquellos que las dicen o escriben? Jamás se me ocurriría decir que el amor es una ‘enfermedad’ o un simple cálculo de conveniencia».

El texto de CFK transita luego por cuestiones de la vida política del país y de personas: de Daniel Scioli, Mauricio Macri, el PRO, la CGT, Bergoglio, de Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, y los medios hegemónicos. Habla del país. Y de ella misma. Como aclara en la contrapa del libro de tapa de color azul francia que recuerda a los cuadernos escolares, a un cuaderno de notas: «Hicieron y siguen haciendo todo lo posible para destruirme. Creyeron que terminarían abatiéndome. Es claro que no me conocen. Por eso les ofrezco una mirada y una reflexión retrospectivas para desentrañar algunos hechos y capítulos de la historia reciente. Hoy que el país está en completo retroceso político, económico, social y cultural espero que al leer estas páginas podamos pensar y discutir sin odio, sin mentiras y sin agravios. Estoy convencida de que es el único camino para volver a tener sueños, una vida mejor y un país que nos cobije a todos y todas».

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