Representantes de cuatro diócesis de la Argentina, seis de Brasil, una de Paraguay y tres de Uruguay se congregaron en la localidad brasileña de Dionisio Cerqueira, en el Estado de Santa Catarina, donde los jóvenes presentaron un panorama crítico de discriminación, violencia, desocupación y abandono de los estudios.
Los asistentes al 27° Encuentro de Diócesis de Frontera analizaron en este marco la situación actual de los jóvenes y los desafíos que implica su evangelización.
Los participantes coincidieron en la necesidad de profundizar la pastoral juvenil y trabajar para solucionar las falencias en el plano político, social y cultural.
La convocatoria se vio magnificada por la cercanía de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro del 22 al 28 de julio, la JMJRío 2013, y entre los presentes hubo siete obispos.
En este sentido, durante la semana el papa Francisco recibió en el Vaticano el kit del peregrino a la Jornada, que probablemente reúna a más de dos millones de jóvenes de todo el mundo.
La participación argentina fue desde las diócesis de Concordia, Goya, Gualeguaychú y Posadas; la comitiva brasileña se compuso de sacerdotes y agentes pastorales de Bagé, Chapecó, Porto Alegre, Palmas–Francisco Beltrão, Santo Ângelo y Uruguaiana; por el Paraguay asistió una delegación de la diócesis de Encarnación, y por el Uruguay hubo presencia de Melo, Salto y Tacuarembó.
La cercanía de la JMJ aumentó la convocatoria a esta particular asamblea que se realiza de forma anual.
Los asistentes “han tenido un importante espacio para que todos escucháramos sus voces”, contaron los organizadores, según destacó la agencia de noticias Aica.
La información difundida dice que los participantes en el encuentro destacaron la violencia como costumbre impuesta, pero también la percepción social del joven como amenaza, con el encierro y el castigo como respuesta.
Otros puntos de preocupación fueron la discriminación racial y social que sufren muchos de ellos, lo mismo que la desocupación, el subempleo y la inserción laboral prematura, con abandono de los estudios.
Apuntaron además la falta de motivación para desarrollarse, el tráfico de personas con fines de explotación sexual o laboral, las políticas educativas estatales que promueven una antropología disgregada y la iniciación sexual prematura con su consecuente maternidad o paternidad precoz.
A los jóvenes del Conosur les preocupa tener que aceptar, sin otra opción, los cambios culturales negativos y sentir el rechazo a la forma en que son propuestos algunos valores cristianos, según lo informado por la agencia católica.
En el mundo juvenil acordaron trabajar para erradicar una mentalidad individualista y transmitir ideales “movilizadores y trascendentes”, mientras que en su misión en la Iglesia se comprometieron a “promover el encuentro con Jesús y enraizar a Dios dentro de la gente, a cambiar las estructuras caducas”, y a mejorar la coordinación entre las parroquias.
En la declaración final resaltaron: “Hay cosas hechas, pero necesitamos seguir creciendo. Necesitamos atraer al joven que perdió las esperanzas y lograr generar el espacio para que Dios tenga la oportunidad de cambiar su vida”.
“Necesitamos llegar a aquél que no cree, a aquél que aún no sabe en verdad lo hermoso que es formar parte de la Iglesia”.
“Necesitamos saber acompañar al joven que ya está en parroquia para que pueda tener ese encuentro personal con Cristo resucitado, ya que ésa es la clave del ser cristiano”, dijeron.