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Sly Stone, el último rebelde del funk y el soul psicodélico

Hace un par de días fallecía quien fuera el líder de Sly & the Family Stone, una banda que innovó en la música popular a fines de los 60 con su expansión rítmica que desplegaba funk, soul, groove, rock y R&B con una intensidad arrolladora y sus letras que mencionaban injusticias y desequilibrios de la sociedad norteamericana de la época. Tan poderosa fue su creatividad musical, pese a una severa adicción a las drogas duras, que inspiró hasta otros grandes como Miles Davis y Herbie Hancock

Juan Aguzzi

El vistoso Sly Stone, uno de los pioneros del funk y uno de los primeros en incluir hombres y mujeres, blancos y negros en sus formaciones, sobre todo en su banda señera Sly & the Family Stone, insufló un nuevo aire a la música popular en las décadas de 1960 y 1970 y sus temas treparon a los primeros puestos de los rankings mundiales, sonaban en radios todo el día e hicieron mover a un par de generaciones de esos tiempos tumultuosos. Sly and the Family Stone surgió entre los años 1966 y 1967 y la estructura musical que la sostenía hacía eje en los vientos exuberantes, en guitarras frenéticas, en encendidas percusiones que surfeaban a través de rítmicas como el funk, el rock, variables del jazz, el soul y hasta el doo-wop, un subgénero del R&B con mucho énfasis en lo vocal, aspecto que sería uno de los más destacados de la banda. En sus inicios, Sylvester Stewart, tal su nombre verdadero, había sido tecladista de artistas como la cantante Dionne Warwick, y las bandas Righteous Brothers (autores de la famosa canción de la película Ghost) y The Ronettes (creadoras de la imbatible “Be My Baby”).

Sin embargo la estrella de Sly Stone brilló brevemente, sobre todo en el período que va desde 1968 hasta 1971, impulsado tal vez por todo lo surgido a partir del festival Woodstock, ese pico de la música popular en el sentido amplio del abordaje de diferentes géneros junto a los movimientos hippies, la resistencia a Vietnam, el racismo policial de gatillo fácil y un mundo tocado por la vara insurrecta y revolucionaria de los pueblos oprimidos.

Entre 1968 y 1971 la fama de Sly and the Family Stone trascendió fronteras, sobre todo aprovechando la ola desplegada por Woodstock, que puso en la escena mundial una buena cantidad de bandas que orbitaban solo en Estados Unidos. Pero además, los temas de Sly tenían letras potentes que ponían de relieve algunas escenas sociales controvertidas de las que poblaban Estados Unidos. Ahí estaban “I Want To Take You Higher, Stand!”, “Family Affair” o “Runnin’ Away” para probarlo, temas que intentaban graficar el descontento de toda una generación. El simple “Dance to the Music” entraría en el top ten del Billboard en abril de 1968, la misma semana en que fue asesinado el líder de la defensas de los derechos sociales, Martin Luther King.

Carácter inconformista y espíritu audaz

El inicio del grupo fue en San Francisco en formato de sexteto, con Sly en los teclados; Larry Graham en bajo; su hermano Freddie en guitarra; su hermana Rose en voz principal; Cynthia Robinson y Jerry Martini en metales, y Greg Errico en batería. Su debut fue con el álbum A Whole New Thing, cuyo caballito de batalla fue la mencionada “Dance to the Music”, y que de algún modo revitalizaría el brillo de las grandes compañías discográficas del soul, las populares Motown y Stax que relanzaron varios de sus artistas bajo el paraguas del incontrastable éxito de la música de Sly.

Ya el líder, tecladista y cantante había deslumbrado –y contrastado también– en Woodstock con ajustadísimos enterizos de cuero negro, sus lentes de esquiar, su amplia sonrisa y su afro gigante y logró que temas como “Everyday People (inspirado en el asesinato de Luther King)” o el citado “I Wanna Take You Higher” (“Higher!”, sería su grito de guerra cuando tocaron a las tres de la mañana) fueran bienvenidos por el público de rock puro y duro que asistió a ese gran encuentro musical en el condado de Sulivan que asombraría al mundo. Además de por esa innovadora rítmica musical que podría denominarse soul psicodélico, esas y otras canciones  calarían hondo en esos jóvenes rebeldes que apelaban a la vida comunitaria, al amor libre y a la paz en el mundo, fundamentalmente por su carácter inconformista y cierto espíritu audaz y esperanzador como se desprende de estribillos pegadizos tipo el que clama “different strokes for different folks” (diferentes golpes para diferentes personas).

En sus letras, el álbum There’s a Riot Goin’ On, aparecido en 1971, refería a la resistencia del poder blanco estadounidense para que los derechos civiles tuvieran plena vigencia y también a la falsa idea de ese poder blanco de sentirse triunfante luego de las sucesivas derrotas en la guerra de Vietnam. En ese disco se usa por primera vez la que luego sería la famosa “máquina de ritmos”, una versátil herramienta para la delicia de muchos músicos posteriores.

Una influencia poderosa

Un poco después, bandas como The Jackson Five y The Temptations tomaban algunos de los arreglos vocales e instrumentales de la banda de Sly y enarbolaban, hacia fines de los 60, éxitos como “I Want You Back”, y “I Can’t Get Next to You”, respectivamente. El suceso de Sly & the Family Stone era verdaderamente arrasador y tres de sus discos habían vendido más de un millón de copias, un número más que considerable para la época. La revolucionaria mezcla de jazz, rock y funk del álbum Bitches Brew, de Miles Davis, mucho le debe a la esencia de la música de Sly Stone; incluso llegó a ser admirado por el afamado tecladista Herbie Hancock, quien compuso el tema “Sly” en su honor, que forma parte del álbum Head Hunters, aparecido en 1973, y que en sus acordes refleja la influencia del funk de Sly en su propia música.

Es que Sly jugó un rol crucial en el desarrollo de esa fusión que abarcaba el funk, el soul, el rock, la psicodelia y hasta el góspel. A su lado, también puede mencionarse a dos grandes como James Brown y George Clinton, cada uno con una identidad muy definida en cuanto a las formas de entender el groove, esa expansión rítmica surgida de la interacción de una banda, que Sly conjugaba a la perfección.

A mediados de los 70, Sly se embarcó en un viaje de drogas duras que le costaría sobrellevar y le trajo no pocos problemas con la ley. El problema mayor fue su adicción al crack, sustancia que literalmente le destruyó el cuerpo y que le impidió años más tarde terminar sus conciertos, como le ocurriría todavía tempranamente en 1987, en el festival suizo de Montreux, y después en 2005, en el festival Blue Note, en Bélgica, donde sus fuerzas ya flaqueaban y apenas si pudo mantenerse en pie unos minutos sobre el escenario.

En 2011, un periodista de una revista de rock detectó a Sly viviendo en una furgoneta en uno de esos parques de casas rodantes que pululan por Estados Unidos. Se supo también que tenía una mansión pero que la perdió por pleitos injustos, y que una suma millonaria en dólares obtenida por un juicio a uno de sus managers, fue a parar a una productora por una cláusula en el contrato que nunca vio. Muchos de quienes admiraron su música también amaron su simpática y amable forma de hablar, siempre lanzando algún chiste para amenizar cualquier encuentro, y sus llamativos cinturones, sombreros y bijouterie de todo tipo a cuestas, pero lo que sobresalía junto a todo eso era su enorme fortaleza para sostenerse con vida pese a la devastadora adicción que sufrió.

Desde 1993, Sly & the Family Stone es parte del Rock and Roll Hall Fame y tuvo varios discos tributo de artistas como Janet Jackson, Chuck D, D’Angelo, Isaac Hayes y Steven Tyler, entre otros y la formación original recibiría un Grammy a su trayectoria. Sly tuvo un libro de memorias, su música fue usada en films como Saint-Narcisse (2020), del canadiense Bruce La Bruce y hay un reciente documental llamado Sly Lives! (aka The Burden of Black Genius) (2025), que puede verse por Disney+, que repasa su genio y figura. El último lunes 9 de junio Sly Stone falleció, a los 82 años, tras luchar contra una enfermedad pulmonar (EPOC) y otras complicaciones.