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Sobre la violencia contra la Revolución Bolivariana

El Caracazo marcó un antes y después en la historia política, económica y social de la Venezuela del siglo XX.

Este jueves 27 de febrero se cumplirán 25 años de la sublevación popular conocida como Caracazo, ocurrida en Venezuela cuando el entonces presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez decidía atender las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional (FMI) y producir un fuerte ajuste contra el pueblo humilde venezolano.

De esta pueblada caraqueña surge el Ejército Bolivariano Revolucionario 200, que integraba Hugo Chávez Frías, quien se refería sobre estos hechos en nota realizada por Ignacio Ramonet: “El Caracazo es, en mi opinión, es el hecho político de mayor trascendencia del siglo XX venezolano. Y, en ese sentido, marca el renacimiento de la Revolución Bolivariana…”.

Esa sublevación popular tenía como consignas “No al ajuste, no al aumento de tarifas, no al Fondo Monetario Internacional”.

Aquella rebelión popular, sin embargo, fue reprimida brutalmente por la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), con el saldo de 3 mil muertos, entre ellos el principal dirigente del EBR 200, el teniente coronel Felipe Antonio Acosta Cárlez.

La burguesía fascista venezolana defendía así sus privilegios y al sistema capitalista rentista que les brindaba un gran poder económico. La contraparte de esta burguesía fascista era la gran pobreza a la que estaba sumido el pueblo trabajador. Venezuela ostentaba ser el país de mayor brecha social del continente americano y el tercero en pobreza (después de Haití y Nicaragua). La tremenda renta petrolera se distribuía entre los monopolios, los gerentes de PDVSA (la empresa petrolera venezolana) y los “gordos” dirigentes sindicales.

Los titulares de la prensa venezolana e internacional se referían a “violencia inusitada del pueblo en las calles de Caracas, haciendo hincapié en los infiltrados subversivos que querían alterar el orden”. Nada decían de los 4 millones de balas que se dispararon contra los humildes caraqueños que resistían el ajuste, ni de las fosas comunes donde enterraron a los asesinados por las hordas fascistas.

Hago referencia a este lapso de la historia porque ese mismo sector violento, asesino y fascista que respondía a los mandos de Carlos Andrés Pérez y al FMI es ahora el que protagoniza la violencia en Venezuela contra el presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana, que es el proceso más democrático y de inclusión social que haya conocido el pueblo venezolano.

El ex subsecretario de Estado norteamericano Roger Noriega decía que “las elecciones ya no garantizan la democracia y la libertad”, en alusión a los constantes triunfos del comandante Hugo Chávez sobre los viejos y nuevos socios de los Estados Unidos.

Estas declaraciones no eran una simple reflexión de este funcionario estadounidense, sino que adelantaban la política de Estados Unidos hacia América latina y el Caribe; hacia los procesos populares y en especial hacia la Revolución Bolivariana en Venezuela. La esencia de este plan es desconocer el triunfo electoral y al mismo tiempo desatar una intensa campaña de desprestigio, de especulación, de mentiras; utilizando todos los medios que disponen para desestabilizar a los gobiernos populares y progresistas.

Esta es la nueva política que prometió, en distintos escenarios, el premio Nobel de la Paz Barack Obama para América latina y el Caribe. Es por esto que el ministro de Defensa de nuestro país, Agustín Rossi, asevera que el plan de desestabilización y violencia que se vive hoy en la República Bolivariana de Venezuela se podría desatar en cualquiera de nuestros países. Es un plan integralmente organizado por la CIA (inteligencia norteamericana) y la derecha fascista continental. Todos sus medios subordinados a este plan. Los medios de comunicación, las fuerzas políticas de derecha (la UCR fue una de las primeras en expresar su apoyo a los golpistas de Henrique Capriles y Leopoldo López) y las numerosas ONG que son financiadas por los Estados Unidos y la Unión Europea.

La violencia en Venezuela la propone el fascismo que quiere recuperar sus privilegios y para ello necesita un golpe de Estado que les abra la posibilidad de una nueva ola genocida que les limpie el camino para la restauración neoliberal, que al igual que sus pares políticos en toda nuestra América sueñan con su retorno.

Desde esta nota de opinión, llamamos a la solidaridad plena del pueblo y gobierno argentino con el presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana, a la vez que alertamos sobre el peligro que se mantiene al acecho sobre nuestros pueblos.

Presidente del Centro para la Integración Latinoamericana y Caribeña (Cilca)

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