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Sobre las uniones de hecho y Dios

El diario La Nación ha publicado una entrevista a la pediatra argentina Zelmira Bottini de Rey, participante en el Sínodo sobre la Familia convocado por el papa Francisco.

El diario La Nación ha publicado una entrevista a la pediatra argentina Zelmira Bottini de Rey, participante en el Sínodo sobre la Familia convocado por el papa Francisco.

Reproduzco en esta opinión sobre el asunto, que sirve de título a esta columna, una pregunta y la respuesta de esta mujer en la mencionada entrevista sobre el documento que está siendo modificado.

––“Sorprendió también en la relatio post disceptationem la apertura hacia «lo positivo» en parejas de hecho y convivientes… ¿Eso también será eliminado?

––Creo que también en eso no hubo una redacción demasiado feliz. En toda realidad humana hay posibilidades de ir hacia una mayor plenitud, eso es lo que habría que resaltar. En una pareja de hecho a lo mejor existe la posibilidad de hacer un camino para llegar a transformarse en un matrimonio. El matrimonio civil sería un estadio y si llega al matrimonio sacramental, que es lo que nosotros estamos buscando por todas las riquezas que tiene, muchísimo mejor”.

Mi brevísima opinión con el respeto que le debo y concedo a esta señora y a todos los que coinciden con su pensamiento:

Tanto en la llamada “convivencia” como en el “matrimonio” hay “unión”. En el primer caso hay unión de hecho y en el segundo podría decirse que hay unión de hecho y de derecho. Pero la verdadera unión no está dada por la forma, sino por el fondo; y el fondo es el amor. El amor que es la propia naturaleza de Dios. De modo que a los efectos espirituales y a los ojos de la divinidad, lo que importa no es la forma, sea ésta consagrada ante la autoridad civil o religiosa (sacramental), sino el fondo. En el mismo plano de igualdad ante los ojos de Dios están quienes se aman y no han pasado por el Registro Civil o el altar, o aquellos que ajustándose a sus principios y creencias sí lo han hecho.

Y están también aquellos, a no olvidarlo, que habiendo formalizado todos los requisitos legales y religiosos, permanecen juntos no precisamente por el amor, sino por ataduras ajenas a este sublime sentimiento que es el verdadero voto ¿Acaso esta mera formalidad los torna agradables a los ojos divinos, los torna plenos?

Con ciertos dogmas que tienen su génesis en el hombre, pero no en Dios y que responden a interpretaciones de las Sagradas Escrituras desde un punto de vista humano, algunas religiones y otros tantos religiosos han cercenado muchos derechos y otras tantas plenitudes. Los hijos de divorciados, por ejemplo, eran en ciertos casos discriminados en escuelas religiosas católicas; muchos hijos de no casados según los cánones no eran bautizados; una docente divorciada era echada de la docencia privada religiosa; los separados o divorciados no podían comulgar y otras tantas limitantes propias de principios de un pasado signado por hechos muy poco felices, como la persecución a quienes pensaban distinto, arrojándolos de la mano de una dudosa santidad (en realidad ninguna santidad) a la pira y a la muerte (verbigracia Giordano Bruno). Pero para no caer en el lugar común de la mera y a veces interesada crítica al cristianismo, recuérdese que también un judío, genio y paradigma del gran pensamiento humano, Baruch Spinoza, fue excomulgado por su propia gente.

Este cierre mental a nuevas realidades culturales y sociales, pero sobre todo a considerar que la verdad no le pertenece al hombre, sino a Dios, ha tenido como triste resultado el apartar, el no permitir a muchos seres humanos participar de la “asamblea de Dios”, considerada esta como el lugar común, la comunión, en donde se comparte el amor a Dios y la consustanciación con el aspecto espiritual.

Desde luego que, afortunadamente, para el desarrollo del espíritu y para ser inscripto en el Libro de la Vida de la divinidad, no es condición sine qua non participar de estas asambleas porque como se ha mencionado anteriormente, los valores sopesados por Dios son otros. Si por todo requisito para alcanzar la salvación se exigiera la formalidad del rito y del dogma humano, pues entonces los no creyentes estarían condenados.

Aquellos de cualquier religión que apartándose de la humildad de reconocer la falibilidad humana, cierran las puertas de los templos sagrados a algunos hombres arrogándose la posesión exclusiva de la “véritas”, deberán dar cuenta de sus actos aquí o más allá.

No obstante, es plausible y encomiable que el Sínodo sobre Familia por amplia mayoría haya aprobado un documento cuya parte final sostiene que “Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie”.

En lo personal, como creyente y casado ante autoridad civil y el altar de los hombres y de Dios, creo firmemente que aquellas parejas de hecho que se aman tienen mucho para dar, considerando que la mayor plenitud es el amor: el amor a la pareja, a los hijos, a los amigos, al prójimo, a toda cosa creada y por supuesto a Dios.

Sínodo sobre la Familia concluyó sin acuerdo sobre divorciados y homosexuales

El primer Sínodo de obispos sobre la Familia convocado por Francisco se clausuró ayer en Roma con la aprobación de un documento que no logró el consenso de la mayoría de los prelados sobre los homosexuales y los divorciados.

La “Relatio Synodi”, como se llama el documento final, fruto de dos semanas de encendidos debates en el Vaticano sobre los problemas de la familia moderna con el fin de abrir la Iglesia a las uniones libres, los divorciados y los homosexuales, generó divisiones dentro del episcopado mundial. En total 183 “padres sinodales”, en representación de los obispos de todo el mundo, participaron en la votación y cada punto, de los 62 párrafos del informe, fue sometido al voto. Tres puntos (52,53 y 55) no obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida, entre ellos los referidos a la homosexualidad y al acceso a la comunión para los divorciados que se vuelven a casar, explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi. “Eso no quiere decir que han sido rechazados, sólo que no lograron el consenso”, aclaró.

Toda la documentación, tanto los borradores como las 460 correcciones, fue publicada por el Vaticano. “El Papa ha querido que se publique todo, con total transparencia, lo que demuestra un alto grado de madurez”, explicó Manuel Dorantes, uno de los portavoces.

El sínodo en sustancia aprobó abrir un debate a todos los niveles dentro de la Iglesia sobre temas aún tabú como la homosexualidad y la comunión para los divorciados que se vuelven a casar.

Pese a la ofensiva de los sectores más conservadores para que esos puntos fueran eliminados, los obispos acordaron seguir estudiando cómo acoger a esos católicos. “Se tuvo en cuenta la visión de obispos de culturas diferentes, como la africana”, recalcó el cardenal austríaco Christoph Schonborn al reconocer que el texto final resulta más mesurado. Todo parece indicar que una mayoría moderada busca una salida para que los divorciados que se vuelven a casar puedan acceder a la comunión, así como una pastoral sobre la homosexualidad, al instar en el informe a acoger a los homosexuales “con respeto y delicadeza”. “Se discutió con franqueza y coraje”, reconoció el Papa, quien asistió en silencio a todos los debates, a veces muy enérgicos. “Si no hubiera habido discusiones animadas me habría preocupado”, dijo Francisco a los obispos.

“Tenemos un año para madurar (…) y para encontrar soluciones concretas a tantas dificultades y desafíos”, agregó.

Antes de la votación los obispos enviaron un breve mensaje de clausura en el que confirmaron su deseo de seguir “reflexionando” sobre los puntos más problemáticos.

Igualmente reiteraron la voluntad de la Iglesia de “no excluir a nadie” y mantener “la puerta abierta” para todos, como Cristo invita.

Francisco midió sus reformas

El amplio margen de aprobación del documento final permitió al Papa argentino medir el nivel de aceptación de las reformas que impulsa. La petición del acceso a la comunión de algunos casos de divorciados vueltos a casar tras un “camino penitencial” tuvo el voto favorable de 104 padres sinodales y 74 en contra, mientras la acogida a los homosexuales cosechó 118 votos a favor y 62 en contra. El informe será divulgado en todas las diócesis del mundo junto con un cuestionario y servirá de base para el próximo sínodo, en octubre de 2015. “Estamos sólo en una primera etapa”, dijeron los cardenales Raymundo Damasceno Assis (Brasil) y Gianfranco Ravasi (Italia).

Al término de ese largo proceso, el Papa decidirá las reformas que adoptará. Los obispos que provienen de países pobres, abrumados por la campaña mediática de los conservadores, insistieron más en los efectos de la crisis económica sobre la familia, en los desempleados, refugiados, prófugos, realidades que encaran a diario. Otros prelados pidieron que se traten temas como el aborto, el suicidio, la adopción, entre otros e hicieron un llamado para que los gobiernos promuevan los derechos de la familia.

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