Foto: Juan José García.
A Fabián Grillo le brillan los ojos cuando cuenta que su hijo Pablo está mejor. En el primer piso del diario El Ciudadano, durante su visita a Rosario, dice que su evolución “es asombrosa”, que hay que valorar y cuidar a los médicos del Hospital Ramos Mejía —“donde le salvaron la vida y donde le hicieron ocho operaciones”— y del Roca —donde hace “una rehabilitación increíble”—. Lo mismo le pasa cuando dice que Pablo se está reencontrando con su cámara de fotos. Ahora jubilado, militante político y sindical desde adolescente, Fabián Grillo va a explicar con detalle la secuencia del 12 de marzo de este año frente al Congreso cuando el gendarme cabo primero Guerrero disparó un lanzagas directo a la cabeza de su hijo. Junto a una de sus abogadas, Claudia Cesaroni, explicará cómo avanza la causa, pero cuando ya haya pasado casi una hora de entrevista repetirá una y otra vez la pregunta que más lo inquieta:
—¿De dónde surge esa maldad?
Fabián cuenta que no se encontró nunca con Patricia Bullrich —ahora senadora, entonces ministra de Seguridad de la Nación— y que le gustaría mirarla a la cara. Si la tuviera cerca no sabe exactamente qué le diría porque tendría que ver la reacción de ella, pero lo que más le inquieta —repite y repite— es “¿por que? ¿por qué la maldad? Excede lo ideológico, excede lo político: es maldad, ¿por qué la maldad?”.

Fabián estuvo en la ciudad este miércoles 17 de diciembre en una actividad en la Plataforma Lavarden organizada por la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (Argra) y el Sindicato de Prensa Rosario. Su hijo Pablo cumplió 36 años este mes, es fotógrafo y la tarde del 12 de marzo se arrodilló en medio de la calle en Buenos Aires para tomar una foto en medio de un operativo feroz de la Gendarmería en uno de los tantos miércoles que las fuerzas de seguridad reprimieron la protesta de jubilados. Ese día, además, las hinchadas de clubes de fútbol acompañaron el reclamo, hubo una convocatoria masiva.
En esas circunstancias, Pablo Grillo fue herido de gravedad en la cabeza. Perdió masa encefálica. Aquellas horas el pronóstico era el peor:
—Pablo se estaba muriendo, en ese momento se estaba muriendo.
Desde entonces, ocho cirugías y aprender a hacer casi todo de nuevo. Desde entonces, un sólo acusado: Héctor Jesús Guerrero. Para la querella era importante que se avanzara en la investigación de toda la cadena de mando pero, hasta ahora, no se logró. En particular les importaba apuntar contra la responsabilidad política de Bullrich, que esa misma noche salió al aire en televisión y dijo que “para darles una idea” Pablo Grillo era kirchnerista, era militante.
Esa misma noche, en la puerta del hospital, Fabián buscó las cámaras y respondió:
—La militancia no es mala. Porque me enteré lo que estuvo diciendo la bazofia esa de la borracha que tenemos como ministra. Ser militante es un orgullo. Él era un militante pero también fotógrafo y estaba trabajando. Estaba haciendo fotografía.

Una defensa corporativa
En estos hechos el oficio del fotoperiodismo cobra especial importancia: Pablo estaba sacando fotos de la represión y le volaron la cabeza; Kaloian Santos, fotorreportero, logró una serie de fotos que permitieron identificar rápidamente a Héctor Jesús Guerrero (el hombre que disparó) y menos de un mes después fue despedido de su cargo en la Secretaría de Cultura de Nación. Además, el colectivo Mapa de la Policía reunió fotografías y videos, trabajó con físicos, y estableció la trayectoria del proyectil lanzado contra Grillo. Todo este material fue parte de la prueba presentada ante el Juzgado Federal N°1 a cargo de María Romilda Servini.
En septiembre un grupo de reporteros logró una foto de Guerrero con la cara descubierta entrando al juzgado a prestar declaración. El gendarme había entrado por otro lugar pero el grupo logró rodearlo y conseguir una toma de su cara.
“En el caso de Pablo queda demostrado el hecho de la agresión al fotoperiodismo en particular y al periodismo en general, porque no es el único caso de agresión. Este fue el más grave, pero hubo muchas agresiones a los periodistas. El argumento de Bullrich de esa noche a ella la autoincrimina tal vez, porque ella habla de fotoperiodista militante. ¿Cuál es? Decir eso habla de ella más que de Pablo. Además, la estigmatización que produce en función de la información pública, de querer justificar el hecho de que por ser militante kirchnerista merece ser golpeado. Es gravísimo. Pablo estaba con su cámara trabajando, aún si hubiera ido con la bandera de lo que fuere, ¿hay que tirarle a la cabeza?”, pregunta Fabián Grillo.
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Además de lo mencionado, en la causa se consiguieron las imágenes de las cámaras GoPro que tienen los gendarmes en su uniforme. En la entrevista con este medio, Cesaroni —abogada de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, especialista en Criminología— explica detalles de la causa:
“Nosotros pedimos el procesamiento desde el primer día que ya estaba identificado Guerrero. Finalmente fue procesado luego de prestar declaración indagatoria en el mes de octubre. La defensa de Guerrero apeló el procesamiento. Es muy importante destacar que los abogados de Guerrero son abogados de la Gendarmería, o sea tienen su domicilio legal en la dirección de asuntos jurídicos de la Gendarmería. Él podría pagar una defensa o bien tener defensa pública. Esto en cambio es una defensa corporativa. Si Guerrero estuviera acusado de una violación no creo que la Gendarmería lo hubiera defendido. Si lo hacen es porque entienden que lo que hizo está bien hecho. Que es lo que dice desde el primer día Patricia Bullrich. La defensa institucional dice que actuó bien, que actuó conforme al reglamento y que estaban siendo atacados. Es falso”.

Además, Cesaroni subraya que cuando pidieron el legajo de Guerrero vieron que no sólo tomó las capacitaciones pertinentes para aprender a utilizar el arma que empleó ese día sino que además era instructor:
“En su defensa técnica y también Guerrero cuando fue a prestar declaración indagatoria, dijeron que él actuó conforme a la normativa que dice cómo debe usarse una pistola lanza gases: es falso. Los manuales de instrucciones de estas armas dicen que nunca se puede disparar una pistola lanzagases al cuerpo y mucho menos a la cabeza de una persona, porque pueden producirle heridas graves o matarlas. El manual dice que hay que tirar 45 grados para arriba o de 30 a 45 grados hacia abajo, para que explote la granada, que es el objetivo, que largue el gas. Pero que nunca vaya al cuerpo. Bueno, eso es lo que Guerrero hizo”.
Guerrero efectuó cuatro disparos esa tarde, el más grave «de frente y en horizontal».
También recuerda que desde la Gendarmería apuntaron que “Pablo es responsable de lo que le pasó por haber estado donde no debería haber estado, es decir estar en una movilización”.
Cesaroni lamenta que “se perdió la oportunidad de responsabilizar políticamente a Bullrich cuando era ministra”: “El poder político más democrático de nuestro país, que es el poder legislativo, no la citó nunca ni digo a interpelarla pero al menos a dar alguna explicación de lo que había pasado. Ese era el ámbito de la responsabilización política y lamentablemente pasó porque ahora ya es senadora y es mucho más difícil. Fue votada, entra con paso fuerte en el Senado”.
La abogada también considera que “los policías, los gendarmes, deberían entender que van a van a ir presos. Guerrero va a ir preso, más temprano o más tarde. Y Bullrich va a ser senadora y va a seguir gozando de su dinero. Ella avala violaciones de derechos humanos o crímenes”. Los que van presos son los integrantes de la fuerza dice como quien deja una amenaza flotando en el aire.
Guerrero hoy tiene prohibida la salida del país y tiene un embargo alto de dinero. Fue trasladado a Santiago del Estero: “Ni siquiera se le ha hecho un sumario en la Gendarmería. No está pasado a disponibilidad, está sin tareas”. Está procesado, la familia y la querella espera noticias sobre un futuro juicio.
Fabián Grillo remata:
—Sigue con un arma en la cintura.