“Nunca vivimos algo así en las terapias intensivas. Y es shockeante ver que al mismo tiempo que nosotros no damos más y el sistema sanitario se desborda, afuera salen las noticias de que se siguen abriendo actividades y hay fiestas clandestinas. Creo que no se termina de entender lo que está pasando hoy con el sistema de salud en casi todo el país”. La frase es elocuente y pertenece a Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. Se recibió en la Universidad de La Plata hace casi 40 años y en estos meses fue la cara visible de cientos de profesionales que ponen el cuerpo día a día en la batalla contra la pandemia en el país. Fue entrevistada por Rodrigo Miró y Alejandro Sambrana en Vale Doble (sábados 9 a 11, por Radio UNR) y dejó un mensaje claro: “Al ritmo en el que vienen los contagios, habrá gente que necesite internación para la cual quizás no podamos dar abasto”.
—¿Cómo ven los intensivistas lo que está pasando en estas horas, con la doble postal que ofrecen ciudades como Buenos Aires o Rosario, con la actividad y el contacto social ya casi normal, al mismo tiempo que las terapias están saturadas?
—Es shockeante. Lo que se está viendo en las terapias, no sólo en Rosario, sino en todo el país, es terrible. Quizás deba revisarse la forma de comunicar las cosas a la población. Yo creo que no se termina de entender lo que está pasando a nivel del sistema de salud. Todos vamos a necesitarlo en algún momento al sistema sanitario, pero al ritmo en el que se vienen dando los contagios, habrá gente que inevitablemente necesite internación para la cual quizás no podamos dar abasto. La capacidad de expansión de las terapias ya se ha agotado. Lo que se había destinado dentro de los propios hospitales para ampliar en caso de que las camas críticas se completen, ya se hizo. El personal también es finito, porque además está agotado, en parte también contagiado o aislado. No somos tantos y formar un profesional de terapia intensiva lleva años. Acá el trabajo nuestro es 24 horas los siete días de la semana. No es un negocio al que podés cerrar la persiana y volver al día siguiente. Por eso hablamos de emergencia sanitaria. Y la responsabilidad de proteger al sistema de salud es de todos porque, insisto, lo vamos a necesitar.
—Hace poco dijeron desde la SATI, en una carta que le entregaron al presidente de la Nación, que sentían que estaban “perdiendo la batalla”. Para quienes no transitamos habitualmente una terapia intensiva ¿Qué se siente en el día a día, haciendo frente a una enfermedad tan contagiosa para la cual no existe vacuna?
—El trabajo es al máximo. Nosotros en esta época del año tenemos habitualmente una ocupación de camas que puede llegar al 90 por ciento en las terapias intensivas. Pero el recambio es más rápido de los pacientes. Con el covid-19 se hace todo mucho más intenso. Además, hay como un doble standard compuesto por los que tienen otras patologías, más los que tienen covid. Y entonces vemos más pacientes que los que deberíamos ver. Eso baja la calidad de atención. Hay un criterio que es internacional, que define la cantidad de pacientes que puede atender cada médico, enfermero o kinesiólogo. Uno puede revisar y seguir cada caso. Cuando la cantidad de internados por profesional sube, crece el margen de error y el cuidado que se puede brindar. Es lo que repetimos a las autoridades que toman las decisiones y también a la población, porque cuando se realiza una apertura, se deben respetar los protocolos. En estas horas, es increíble escuchar que se desbaraten fiestas clandestinas, que se sigan organizando con el riesgo que esto implica en un contexto de circulación comunitaria del virus. Debería encararse otra forma el comunicar a la sociedad lo que pasa, porque algo parece que no se está entendiendo.
—En redes sociales circulan muchos supuestos tratamientos para el covid y algunos de ellos llegan a institucionalizarse. Una de estas alternativas, que generó mucha expectativa, fue la del ibuprofeno inhalado. Desde la SATI acaban de advertir sobre su uso ¿Qué dijeron?
—Revisando la literatura sobre el tema no encontramos ninguna evidencia de que el ibuprofeno inhalado esté indicado para esta situación. Ni siquiera encontramos un protocolo experimental. Y como sociedad científica, nuestra obligación es decir lo que se sabe. En otros lugares del mundo no hay información de que haya ensayos experimentales sobre esta droga, difundida y usada de esta forma. Además, se debería seguir un protocolo para la nebulización, con determinados dispositivos inhaladores, con la forma en que se realiza la mezcla con el líquido en el que va diluida la droga. Eso no está. Y por eso lo hemos comunicado.
—¿Pueden existir efectos adversos del uso del ibuprofeno inhalado?
—Todas las nebulizaciones tienen alguna reacción adversa, en algunas vías aéreas más que en otras, dependiendo de la patología. Algunas son más irritantes, por ejemplo. Y tiene que ver también con el tipo de mezcla que se hace. La nebulización a veces se usa para evaluar el grado de asma o de reacción que tiene un paciente, de su enfermedad bronquial crónica y de ahí se puede instituir un tratamiento adecuado. Es decir, se usa a veces para hacer un diagnóstico de cómo actuar. No es lo que pasa con este caso.
—Otro de los tratamientos que esta semana estuvo en consideración es del plasma de recuperados ¿Cuál es la información que hay sobre este tema?
—La administración del plasma ha sido dentro de un tratamiento o ensayo controlado, experimental. Desde que se comenzó a utilizar, siempre quedó claro que se usaba de modo compasivo, para pacientes que ya no tenían ninguna otra opción y se hacía con consentimiento de la familia o del propio paciente si eventualmente estuviera lúcido, pero sin dar garantía de los resultados. También se ha hecho de forma controlada, como en el Hospital Italiano en Buenos Aires, pero respetando una hoja de ruta. No obstante, volviendo al ibuprofeno inhalado, ese protocolo no se siguió. Porque es importante saber qué pasa cuando uno utiliza una droga por primera vez. Lo mismo pasó antes con el retonavir o con la hidroxicloroquina, que son antivirales. No funcionaron, pero se hicieron bajo estricto protocolo.
—Tenés casi 40 años de profesión y muchísimo tiempo como intensivista. Estás a cargo de la institución que nuclea a los médicos de terapia intensiva en todo el país ¿Cómo ubicás en tu recorrido profesional lo que está pasando hoy?
—Nunca jamás viví algo así. Nunca habíamos pasado por una situación así en las terapias intensivas del país. La anterior había sido la H1N1 en 2009, que creí que no iba a pasar de nuevo. Y esta es mucho peor.