Un joven acusado de robar junto a otro un celular en el centro de Rosario fue perseguido por varias personas, reducido y golpeado hasta que intervino la Guardia Urbana Municipal (GUM) y un docente de la Universidad Nacional de Rosario para frenar la violencia.
Según testigos, el joven le había arrebatado el teléfono móvil a una mujer en la esquina de Rioja y Sarmiento. Varios transeúntes que pasaban por el lugar comenzó a perseguirlo. En Sarmiento y Santa Fe lo alcanzaron, lo tiraron al piso y comenzaron a golpearlo.
En paralelo, la GUM había recibido el alerta por el robo y llegó al lugar. En ese instante, el sociólogo y docente de la UNR Gustavo Mainardi, que tiene su oficina en un edificio de esa esquina, oyó los gritos y se acercó al tumulto.
Entre las voces azuzando la violencia contra el muchacho, que ya estaba inmovilizado y sin posibilidad de defenderse, escuchó a una joven –»que tenía un pañuelo verde en la cartera y unos 20 años», dijo– pidiendo que dejaran de pegarle, que no era la forma, que en todo caso el delito no se combate con violencia. Mainardi interpuso su cuerpo entre los agresores y el joven. Los intentos de lastimarlo cesaron pero no las gruesas acusaciones verbales, que se extendieron al docente.
Mainardi le contó al noticiero de Radio Universidad de Rosario que los agresores directos eran «5 o 6», pero alrededor sumaban más de 20 las personas que los alentaban a seguir con la golpiza. Todos, menos la chica que en vano reclamaba una cuota de racionalidad. «Si te pasara a vos qué harías», le criticaban al sociólogo su actitud, entre algunas acusaciones de defensor de delincuentes. «Eran todos varones, de entre 35 y 55 años», señaló para marcar el sesgo machista de la «justicia por mano propia» y violenta que potenciaban los presentes.
Mainardi observó, en la comunicación con el programa Apuntes y resumen, que la actitud de la GUM distó de ser enérgica, aunque protegió al muchacho en el piso. También mostró su sorpresa ante la actitud del personal policial que arribó al lugar a los pocos minutos. Puntualizó que fue correcta, pero que una agente, luego de pedirle sus datos personales, le habló en un tono calmo pero con similar contenido al de los argumentos de los agresores para desplegar la violencia sobre alguien que, al margen de haber cometido o no un delito, no tenía ya posibilidad de producir daño.
Finalmente, la Policía detuvo al muchacho. La mujer a quien le había arrebatado el teléfono móvil lo recuperó y dejó asentada la denuncia del hecho.