Es una institución con más de 100 años en la ciudad, un siglo de presencia en dos sedes, la social del centro y la deportiva en barrio Alberdi, sobre la barranca. El Club Italiano de Rosario tiene en su haber una larga historia y, ahora, un debe. Su presente y su futuro están, como los de otros clubes pero con su particularidad, en riesgo: la propiedad de calle Buenos Aires 1252 está clausurada desde hace más de ocho meses por peligro de derrumbe, y en Álvarez Thomas 2598 sólo se mantiene la actividad de otras épocas de esplendor en la pileta, climatizada en invierno, cuya gestión está concesionada. El conocimiento público de sus problemas se reactivaron al acercarse las elecciones para renovar autoridades, previstas para este 23 de noviembre. Somos D.A.R.I.N. es el nombre que los mismos integrantes le dieron a una de las dos listas que se presentan. Hay una explicación: comparan la situación del club con la de la institución que es el eje de la película Luna de Avellaneda, protagonizada por Ricardo Darín y dirigida por Juan José Campanella. Pretenden reformar y volver a posicionar al club. Además del riesgo estructural de la casona céntrica, hay otro, no explicitado pero que corre por rumores: el de las intenciones de vender la propiedad, catalogada como patrimonio histórico para la ciudad desde 2009.
Franco Tirelli es el presidente del COM.IT.ES (Comitato Degle Italliani all’Estero), organismo que representa a todas las instituciones italianas en la circunscripción. No integra la lista de Somos D.A.R.I.N pero coincide con sus propuestas. Le explicó a El Ciudadano que el club “entró en un desmanejo administrativo y económico”. “Como colectividad (las 20 asociaciones y el Comite) averiguamos qué pasaba con el Italiano en la Inspección General de Personas Jurídicas de la provincia (IGPJ) y entonces desde allí pidieron un certificado de subsistencia, por lo que solicitaron el libro de actas, el de socios, los estados contables y balances. No había nada. El club está con irregularidades desde al menos 2015”, resumió. Para comenzar a normalizar la situación se ordenó un reempadronamiento, que arrojó la permanencia de 1444 socios de acuerdo a ese trámite.
Las elecciones son, siempre, la oportunidad de debatir y confrontar visiones. A mediados de septiembre último, se presentaron dos listas para la renovación de autoridades. La número 1 está integrada por la Asociación Italianos Pro y el actual presidente de la Comisión Directiva, Pedro “Nino” Nefonte, entre otros. La 2 es Somos D.A.R.I.N, a la que respaldan las colectividades italianas, los socios históricos y Marcelo Castello como candidato a presidente.
“El 23 de noviembre serán las elecciones en la sede de Alberdi, porque el centro está clausurado. Y allí veremos si sigue el oficialismo o si se cambia de rumbo”, explicó Franco, que no lleva mucho tiempo como socio y no por gusto: denunció que siempre hubo trabas para el ingreso de los integrantes de las colectividades organizadas.
“Las dos sedes están en estados terribles, parecen construcciones de hace 30 años atrás y hay mucho por hacer”, describió sin eufemismos Tirelli. Insistió en que no forma parte de ninguna lista, que desde el CoM.IT.ES intervienen únicamente para mejorar el club. “Queremos hacer todo para potenciarlo”, reforzó.
Tirelli lamentó que en Alberdi sólo se utilice la pileta climatizada –con una cubierta de lona–, que está concesionada y una zona de la barranca, y que en el centro, un inmueble declarado patrimonio histórico en 2009, por lo que no se puede remodelar la fachada ni una cubierta de vitraux en su interior. Está sin actividad desde hace meses. El Comite sospecha que la Lista 2 es que se abandonó la estructura para acelerar su deterioro y así habilitar un posible negocio inmobiliario, que desde el oficialismo negaron. Los temores, dicen, están fundados, pero no hay pruebas y por eso tampoco una denuncia formal, explicó Tirelli.
La agrupación Italianos Pro se formó hace dos años. El nuevo reempadronamiento permitió conocer que muchos de sus integrantes forman parte de la actual comisión directiva. La oposición, por eso, emparenta los temores sobre las intenciones de unos y otros.