En épocas de mucha distracción, las Sofar Sounds llegaron para retomar el valor de la experiencia más singular, la que tiene que ver con el deseo subjetivo ligado a la música. Una experiencia que nace en el diálogo a través de ese lenguaje común que se cimienta en encuentros y aproximaciones íntimas y secretas.
La actividad es foránea. Nació en 2009, en Londres, a partir de la idea de dos amigos en apostar por un nuevo concepto artístico. Estaban cansados de ir a recitales donde el bullicio y la multitud impedían disfrutar de sus artistas favoritos. Entonces abrieron sus casas a desconocidos que, al igual que ellos, anhelaban ambientes tranquilos donde poder disfrutar de un concierto en forma más directa. El éxito llevó a replicarse por todo el mundo y hoy conforma una red internacional con sede en unos cien países. En la Argentina, nueve ciudades ya cuentan con la Sofar, y una de ellas es Rosario.
El Ciudadano quiso saber más de la actividad y para eso organizó un encuentro en el que participó la organizadora local Julieta Eseverri, las cantantes Reina Rodríguez y Cecilia Monte, y una anfitriona, la arquitecta Gabriela Actis.
Hace exactamente tres años, la Sofar Sounds pisó por primera vez suelo rosarino gracias a la curiosidad y el trabajo de la gestora cultural Julieta Eseverri. La joven dice que es difícil explicar qué sucede en una “sesión” pero, en la búsqueda de poner en palabras, parece querer apelar a algo espiritual en movimiento. “Las personas que vienen, se entregan a vivir una experiencia”, dice y se ilumina su cara.
Quien hace un tiempo tuvo a su cargo la organización de varios conciertos en teatros, y hace algunos años fue la encargada de hacer festivales como el recordado Cancionera, dijo que Sofar llegó a su vida “cuando estaba en la búsqueda de cosas nuevas”.
Navegando en internet, dio con Sofar Sounds y no lo dudó: se tiró de cabeza a bucear. Buenos Aires y Córdoba eran los faros nacionales de la actividad internacional en ese momento y se propuso que Rosario fuese la tercera capital argentina.
“Lo que más me gustó –siguió Eseverri– fue que la actividad fuera sin fines de lucro”, porque reforzaba otro mensaje: “El concepto es traer de nuevo la magia a la música en vivo. Trabajar por un respeto a la música y al músico, algo que hoy en día se perdió”.
Para la organizadora, ir a un bar a escuchar a un artista plantea muchos obstáculos, porque la gente está “desconectada a todos los niveles y eso no escapa a la música”. El ruido, la gente hablando entre sí y la barra de tragos trabajando como si nada, diagraman un ecosistema fatal. “El músico se desconecta; todos nos desconectamos y no hay magia”, opinó la gestora.
Una actividad singular
¿Qué tiene de singular una sesión de Sofar por sobre un recital ordinario? Quedará en cada lector salir en la búsqueda de su propia respuesta. No obstante, acá van algunas aproximaciones para llegar a la actividad preparado.
• Sorpresa. Nadie sabe de antemano qué y a quién tendrá a centímetros haciendo música en vivo. Los artistas se develan en el momento.
• Secreto. Por lo general, el escenario convencional es reemplazado por la intimidad del living de una casa o departamento de algún anfitrión que prestó su hogar a tal efecto. Despojado de información a los asistentes sólo se le comunica, horas antes del comienzo de la actividad, la dirección donde se realizará.
• Invitados. Todos los que quieran participar deben llenar un formulario en la página Sofarsounds.com o enviar un correo electrónico a rosariosofar@gmail.com con sus datos personales. La capacidad, claro está, es limitada. La entrada, gratuita.
Experiencia del artista
¿Qué lleva a un músico a mostrar su arte en Sofar? “El factor sorpresa nos moviliza”, dice Reina Rodríguez. La cantante, que ya participó en dos oportunidades de esta actividad en Rosario, habló sobre las motivaciones que la condujeron hacia la música y desde allí reconoció: “Una desde el arte quiere expresarse; en las Sofar es muy honesto ese aquí y ahora, te entregás de una manera tan espontánea que te predisponés a todo”.
Por su parte, la cantante Cecilia Monte también repitió performance en Sofar Rosario. Y contó por qué siempre elige volver: “No hay obstáculos, la gente va absolutamente permeable y abierta a entrar en un trance con la música; no hay prejuicios y por eso se produce algo rico. Se invita a escuchar y en ese sentido uno se siente realmente escuchado. Me sentí que estaba completamente desnuda al cantar”.
Los códigos de un espectáculo acá se diluyen; están atravesados por otras apuestas que conectan con lo más esencial. “Abrir, explorar, transformar, revolucionar”, enumera Reina sobre las intenciones que quiere plasmar en cada concierto y que no son otras que las mismas que la llevaron hace tiempo a ingresar en la música. “Es lo que se está necesitando en el arte: recordar por qué uno está ahí. Lo que quiero expresar tiene que ver con la honestidad, con atravesar”, opinó.
En el marco de la charla con este medio, Monte revisó las interrupciones típicas a las que se enfrenta ella como artista producto de una sociedad, dice, “demasiado distraída”. Pero hace la salvedad de que, en Sofar, la regla general no ocurre. “Cuando el artista es puesto en el lugar de entretenimiento, se pierde la conexión artística. Yo creo que Sofar conecta y genera el espacio y el entorno para que la vibración entre público y artista se dé en lo que es justamente el arte”.
El lugar de anfitrión
“Conocí la actividad cuando estaba de viaje por Londres y ahí me enteré que se hacía también en Rosario”, contó Gabriela Actis, la anfitriona de una de las últimas experiencias realizadas en la ciudad.
El carácter de esta actividad que reúne a amantes de la música emergente en un movimiento global se encuentra en expansión en capitales como Nueva York, París y Berlín, pero también en muchas otras ciudades del mundo: “Sentí que mi casa era ideal para este evento y la primera experiencia fue mágica”, contó quien tiene a su cargo la emblemática Casa Fracassi, edificio del multifacético arquitecto, urbanista y escritor Ángel Guido, de estilo Neo Colonial, ubicado en la emblemática esquina céntrica de Corrientes y San Luis.
“Mi idea –continuó la anfitriona– era compartir la casa con personas que no conozco, y ese día vi cómo se transformó y se llenó de buena energía. Esta casa es de mi familia. Es una casa que es patrimonio arquitectónico de Rosario y queríamos compartirla con esta ciudad y con su gente. Era muy importante abrir la casa porque todo el mundo la conoce por fuera pero no por dentro. Todos son bienvenidos a esta casa. Ese también es el concepto de Sofar”.
La actividad más inminente será el próximo domingo 10. La inscripción ya se realiza a través de rosariosofar@gmail.com con el asunto “3° Aniversario Sofar Sounds Rosario”