La guitarrista, cantante y compositora Sol Bassa, una de las figuras más destacadas surgidas de la escena del tradicional rock y blues, cierra una suerte de “trilogía en colores” con la publicación de Océano rojo, su nuevo disco de estudio que desde lo conceptual dialoga con Errores coleccionables de 2020 y La última luz de la ciudad de 2021.
“El disco forma parte de una tríada en colores que nació sin saberlo en plena pandemia, cuando salió Errores coleccionables”, que tenía el arte de tapa en amarillo. Yo vengo de una escena alternativa y me pregunto todo el tiempo cómo puedo defender mis discos, y más en una situación así de pandemia, así que empecé a utilizar las redes sociales como herramienta y los colores para construir constelaciones con mi obra”, dijo la artista en diálogo con la agencia de noticias Télam.
Lo cierto es que al año siguiente hubo un registro en vivo titulado La última luz de la ciudad que tuvo al naranja como su color rector, por lo que con las ideas ya más claras hubo una intencionalidad de apuntar al rojo para este nuevo trabajo, que fue presentado formalmente este fin de semana en el Centro Cultural Richards, del barrio porteño de Palermo.
Pero más allá de la cuestión cromática, Sol Bassa viene llamando la atención de los amantes del rock desde hace varios años con un estilo que podría tener en Argentina a Pappo como su gran referente; y en este caso en particular, da un paso más al poner el énfasis en la estructura cancionera de sus creaciones y en el aspecto lírico, en un viaje que la llevó desde el carácter instrumental de su primer trabajo Dedos negros, de 2016, hasta este presente de contar historias.
En definitiva, la artista que asombró desde los inicios como una heroína de la guitarra, si bien no abandonó del todo ese carácter, ahora amplía sus intereses a la lírica, en el proceso de construir un corpus conceptual con su obra.
Todo eso podrá apreciarse en vivo en la gira que la artista emprenderá visitando localidades como La Plata, Villa General Belgrano, Córdoba, Río Cuarto y La Pampa.
En una charla con la citada agencia, Sol Bassa se refirió a su nuevo disco grabado en los estudios Ion por Mariano Manza Esaín y al enfoque conceptual que busca darle a su recorrido artístico.
“Cuando saqué Errores coleccionables, para el que pensamos en el color amarillo, no sabía que iba a sacar un disco por año y que iba a construir todo ese universo de la obra. Me apasiona construir constelaciones, así lo llamo. Y con Océano rojo nos dimos cuenta de que vinculamos otras áreas artísticas, como la fotografía, la ilustración, el vestuario. Cada vez queremos agrandar más ese universo y me encantaría a futuro vincular otros campos que no tengan que ver con la música, como la ciencia”, contó Bassa.
Respecto de lo paradójico del cruce con otras disciplinas para el rock y el blues tradicional, cuando tal vez es algo más propio del glam o del pop, la artista explicó: “Escuchás Océano rojo y hay una inclinación a un mundo más de rock. Sigue el ADN del blues porteño, pero en lo sonoro hay algo muy alternativo, muy canción. Me apasiona tocar rocanrol, blues, pop de autora, y muchos campos sobre los que tal vez no hay una estética conceptual, entonces ¿por qué no empezar a abordarlo? Igualmente, veo las tapas de Pappo´s Blues o de Pescado Rabioso y ahí hay un arte conceptual increíble”.
A la edición de Océano rojo, la cantante llega después de diversos reconocimientos como las nominaciones a los Gardel 2021 en una terna junto a Fito Páez y Ciro Martínez. “Siempre trato de elevar la vara, quiero que en cada disco la vara esté más alta, en el audio, en las composiciones, en todo. Y lo digo con humildad, pero con Océano rojo pasa eso. Hay una mejor calidad de canción, hay más desarrollo. De hecho, cuando recibí un premio del Fondo Nacional de las Artes, utilicé ese dinero para darme el gusto de grabar en Ion y con Manza, que era algo que quería. Eso es parte de subir la vara”.
En esa línea el nuevo disco presta especial atención a las letras. “Es parte de un trabajo de campo que hago. Me apasiona estar en contacto con otros, charlar y observar personalidades. Voy por el barrio captando historias. No me doy cuenta pero sigo trabajando (risas). También es parte de mi identidad artística. Yo empecé con un disco instrumental y en mis shows todavía hay espacio para eso, pero me di cuenta de que me apasiona mucho la palabra, la escritura de canciones”, comentó y, para concluir, analizó cómo es ser independiente en la industria en tiempos en los que el rock y el blues no ocupan los primeros planos. “A mí me da mucha curiosidad la gestión de mi proyecto. Quiero dejar mucha obra y, con mi equipo de trabajo, me preocupo por ello. Es una música exótica hoy en día pero me siento feliz porque hay un crecimiento orgánico y eso es un triunfo. Soy bastante esperanzada, aunque reflexiono y me cuestiono. A veces siento que esto es parte de mi identidad. Pero me gusta hacer música que no está de moda y que haya otras músicas”, dijo.
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