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Son médicos y fabrican espadas: dos caras de dos hermanos que valoran el sentido épico de la vida

“Cualquiera puede hacer espadas o cuchillos, pero muy pocos hacen su propio acero”, explican Leonardo y Eduardo Fontenla. Hacen 20 años que se dedican al fascinante mundo que encierra lo místico y simbólico del objeto y lo letal y sangriento de su historia

“La espada tiene en una misma dosis: Un 50 por ciento de cosas crueles, truculentas y un  50 por ciento de leyenda, de justicia”, dice Eduardo Fontenla. Y quizás esa reflexión pueda alcanzarlo a él y a su hermano Leonardo. Los dos son por un lado médicos y por el otro lado fabricantes de espadas. Sin embargo defienden el concepto de que la espada fue creada para matar pero también para salvar. Y la salvación es aquello que conecta con la medicina, como si en el acero que fabrican para forjar las espadas, también se fundiera ese amor a la vida y esa idea heroica con la que se plantan.

Las espadas son un objeto cultural e histórico. Consideradas obras de arte están inmersas en la vida cotidiana. Recuerdan un pasado de lucha y conquista, de elemento de poder, de protección, de caza y de batalla, por enumerar algunas de sus utilidades y funciones. Es por ello que no se pueden separar a la espada como símbolo y como objeto. Es decir, arte y funcionalidad. Así de claro lo tienen los hermanos Fontenla, dueños de Forja Fontenla, un taller en Villa Constitución donde fabrican espadas. Son médicos, uno anestesista, el otro era médico de homicidios (el que va al lugar del crimen cuando hay una víctima) pero hoy se dedica a la medicina laboral. Pero tienen otra vocación: crear espadas. No son improvisados: primero fabrican el acero y se ocupan hasta del detalle más mínimo en su terminación. Esa tarea y ese empeño trajo sus logros y los elevó al podio de los 10 espaderos más reconocidos del mundo.

Espada: objeto y símbolo

“Las encontramos en el puño de héroes de mármol y bronce de las plazas y también armando el brazo de villanos, piratas, en los naipes y en la Biblia. Trascendieron la dimensión de arma blanca obsoleta y mutaron hacia el símbolo, el emblema. Ayudaron a hacer visible lo que no tiene imagen, ya sea en la mano de una mujer con los ojos vendados y una balanza o colgada de un único pelo de crin de caballo sobre la cabeza de Damocles. Se hicieron mágicas y también adquirieron Poder”, así las definen los hermanos en su blog.

La espada ha sido empuñada por reyes y doncellas, por héroes, caballeros y villanos, por personales reales de la historia, por protagonistas de leyendas o de novelas y películas. Por dioses y demonios, por guerreros y aventureros.

En la actualidad hay un mercado que crea, compra y vende espadas. Para guardar, para exhibir, para ofrecer como legado. Forja Fontenla recrea espadas históricas y las vende. Las hacen a pedido y también las utilizan para recrearse cortando botellas con agua en diferentes juntadas.

 

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De médicos a espaderos

Dato curioso y no menor que estos hermanos son médicos. Eduardo por mucho tiempo se dedicó a ser médico forense de homicidios casi por 35 años y en la actualidad ejerce la medicina laboral en un sanatorio en Rosario. Leonardo es anestesista, vive en Villa Constitución y trabaja en el hospital local y también en un sanatorio de Rosario. Con un trabajo que demanda horas y atención, les queda poco tiempo para su hobby/trabajo. Es por ello que hay un día en la semana que le dedican a tiempo completo la creación de la o las espadas y después reparten tareas en la semana.

“La espada tiene en una misma dosis un 50 por ciento de cosas crueles, truculentas y un  50 por ciento de leyenda, de justicia”, dice Eduardo y sostiene que cuando alguien toma entre sus manos la espada la sensación que invade es bipolar: el respeto y el miedo. “Los yankies lo llaman respeto religioso, asociado al poder que tiene el elemento en sí”.

Defienden el concepto de que la espada fue creada para matar pero también para salvar. Les gusta el nombre Forja Fontenla, se definen con su apellido y remarcan: “Forja porque forjamos espíritu y templamos la personalidad de la espada”.

Cómo arrancaron los hermanos con las espadas

Los hermanos Fontenla desde muy chicos se interiorizaron en el mundo de las espadas. A través de las lecturas y de los superhéroes tuvieron la curiosidad de ver cómo se hacía el instrumento tan preciado.

“En casa se leía mucha historieta de Thor y D’artagnan, libros de Emilio Salgari, Conan El Bárbaro nos reventó la cabeza, Robin Hood, Highlander”, enumera Leonardo Fontenla, con mirada cómplice de Eduardo que está sentado al lado y haciendo memoria de dónde salió la curiosidad y las ganas de adentrarse en el mundo de las espadas.

En diálogo con El Ciudadano, Leonardo cuenta: “Después de toda la literatura épica y heroica empezamos con el tema de la fragua y la forja, con cuchillos. Nuestro primer maestro fue Miguel Mugliotta, el papá de Mariano, el que ahora hace el programa televisivo Desafíos sobre Fuego (en History Channel). Miguel toda la vida quiso hacer espadas. Hacía karate y tenía como sueño hacer una katana. Antes había un programa que se llamaba Sorpresa y Media, y desde ahí le consiguen que viaje a Japón para que un tesoro nacional viviente de la cultura oriental, Yoshiwara Yoshindo, le diera clases. Él vino con eso acá empezó a enseñar”. Eduardo agrega “Con este tipo todo lo que era cuchillería y espadería hace un quiebre, habrá sido en 1998. Hasta ese momento cada artesano era muy reservado y no compartía saberes”.

Con el tiempo, los hermanos Fontenla viajaron a Japón. Pero en Argentina, forjaron una amistad con Miguel, iban los días sábados a su casa, hacían encuentros en Granadero Baigorria, donde vivían Leonardo y Eduardo.

“Cuando creíamos que sabíamos hacer espadas nos fuimos a Estados Unidos a aprender y nos dimos cuenta que no sabíamos nada”, dicen.  Allí conocieron a Peter Johnsson, un sueco radicado en Estados Unidos y realizaron algunos cursos intensivos. “Es el Messi de las espadas”, ríen los hermanos.

Viajaron y dieron cursos también. Exhibieron en algunos lugares sus trabajos y están entre los tres latinoamericanos que hacen espadas (dos en Argentina y uno en Brasil) y considerados entre los 10 mejores del mundo.

Ellos mismos admiten que para hacer y crear una espada se necesita mucho tiempo. “Hay un concepto de un maestro sudafricano, que tiene que ver con los japonés que dice que el arte de construye de lo más mínimo a lo máximo”, dicen para apreciar la obra de arte, en este caso la espada. “Hay espadas que a 50 metros que la ves y decís: «qué buena que esta esa espada». Ahora, cuando te acercas a 25 metros te encontrás con detalles. Nosotros hacemos espadas que se hacen a microscopio”, señalan.

Algunos de los que compran espadas

Es un mercado chico pero tan interesante como extravagante. Han comprado espadas de Forja Fontenla un abogado que en vez de una alianza para afianzar y sellar el vínculo amoroso con su amada, se entregaron espadas en la ceremonia como símbolo de unión matrimonial. Otros para uso de recreacionismo histórico, para entregar a descendencias como legado, ya que en la simbología japonesa las katanas poseen un Kami (espíritu japonés) que los protegerá toda la vida. Por eso padres entregan a sus hijos las katanas. Leonardo reconoció que un espadero le hizo una katana para que se la diera a su hija.

Los hermanos Fontenla tiene redes sociales comparten sus trabajos en Instagram y Facebook y como su mercado está más en el exterior de Argentina que dentro del país sus publicaciones  están traducidas al español y al inglés.

 

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Los hermanos no hacen espadas a pedido en cuanto a creación, sino que ellos recrean espadas. Estudian el tipo de espada a hacer, el tiempo en que existió, la cultura con la cual habitó, los detalles que tenía, la terminación y todo lo que hace que sea una réplica exacta a la espada encargada. “Hay que hacer una sesuda investigación”, sostiene Eduardo.

Cuentan que tuvieron que decir que no a algunos pedidos, como una persona que quería pedirles 10 espadas u otro que quería a una espada histórica agregarla el símbolo de la estrella de David. “Quería una katana kosher, pero no existe”, explican.

Para crear se complementan

Para Eduardo y Leonardo lo más apasionado es el proceso de creación. “Él (por Leonardo) es la parte más técnica, de los números, recuerda a que temperatura hay que fundir el acero, del tipo de acero, es como ingeniero. La parte de historia la llevo yo, soy la parte izquierda del cerebro”, remata Eduardo.

“Hago todo lo que sea ornamentación, por ejemplo en una espada vikinga que tienen 5 tipos diferentes te ornamentación. No te podés equivocar de estilo, porque eso es lo que nos da prestigio”, continua Eduardo.

 

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“Hay tantas espadas como culturas”, suelta, explicando el trabajo minuciosos del estudio previo a la realización de las mismas.

De hacer el acero a transformarlo en espada

Leonardo enfatiza el concepto que deviene de un proverbio africano que “cualquiera hace una espada pero no cualquiera hace acero”. Lo dice mostrando el plus del trabajo que realizan en Forja Fontenla. Ellos realizan dos tipos de acero para hacer diferentes estilos de espadas.

Para fabricar acero artesanal del estilo japonés, explica Leonardo: “Uno toma mineral de hierro- como hacemos nosotros- o usas ferrita o arena ferrífera como hacen los japoneses y haces una tatara un horno chiquitito que produce un fenómeno de reducción que hace el acero se trasforme hierro (mezclado con un poco de carbono). Se crea  una corriente de monóxido de carbono que sube y choca con el hierro que viene goteando en estado pastoso y eso funde  ahí dentro y se trasforma en acero”, detalla y resume: “Es un sistema primitivo de hacer acero».

Para otras espadas utilizan acero de damasco. “Se compra acero comercial que tiene distintas características que cuando terminas la espada tienen distintos colores, porque tengan tienen distintos componentes por ejemplo uno tiene niquel y se ve plateado y otro tiene más carbono y se ve más oscuro. Ese acero se mezcla como el hojaldre, se realizan varias capas, se cortan y así se elige la expresión final que tiene que tener dicha espada, es decir cómo se verá esa espada finalmente”, explica minuciosamente Leonardo.

 

 

El libro

“Historias de Sangre & Forja” es el nombre del libro que escribió Eduardo Fontenla. Se editó en 2018 y se presentó en Buenos Aires. Son 10 historias atravesadas por el mismo nexo: las espadas. Cuentos propios  que fusionan la historia con la leyenda y con el género fantástico.

En el prólogo se puede leer: “La espada encierra magia, historia y leyenda. No en vano ha sido llamada La Reina de las Armas. Me atrevo a afirmar que la espada guarda algo de romanticismo en su esencia que nos transmite cuando la empuñamos”.

Eduardo afirma eso con una frase que hace en el comienzo de la entrevista: “No sabés la cara ponen cuando toman entre las manos la espada”, explica. “Una especie de susto y poder al mismo tiempo”, la experiencia es única.

“Cuando hacemos las espadas hablamos mucho y así salió el libro de historias con las espadas. Además no nos alcanza con hacer solo espadas, necesitábamos llegar a otra dimensión, a las historias, ya que las personas que compran espadas no las compran como herramienta, las compran por cosas que nosotros no vemos, que nosotros no sabemos. Les ponen una carga afectiva, es muy loco todo el símbolo y carga que adquiere”, concluye.

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