Lleva más de cuarenta años de profesión y ha realizado a razón de una película por año. La actriz francesa Sophie Marceau, nacida en París en 1966, protagoniza Todo ha ido bien, la nueva película de su compatriota François Ozon, un drama sobre la muerte, el paso tiempo y las prioridades que cambian de un momento a otro, que se conocerá próximamente en la Argentina.
Sophie Marceau debutó como actriz con apenas 14 años en La Fiesta y desde siempre ha sido una de las grandes figuras del cine de su país. Sin embargo, lejos de ella está la tentación por el exceso de trabajo, la exposición constante, los focos y de las alfombras rojas.
De hecho, hacía muchos años que Marceau no se comprometía con una película como lo hace ahora con Todo ha ido bien. El prolífico François Ozon coloca a la que fuera chica Bond en El mundo nunca es suficiente ante el precipicio de la muerte. La película, estrenada en España por estos días, está basada en el libro de Emmanuel Bernheim en el que el autor relata el laberinto moral, jurídico y hasta logístico que supuso el suicidio asistido o eutanasia de su padre.
Emmanuel, así también se llama el personaje de Marceau, es una novelista con una vida privada y profesional plena, que se precipita a un hospital al enterarse de que su padre, André (el enorme André Dussollier), acaba de tener un accidente cerebrovascular. Cuando se despierta, debilitado y dependiente, este hombre ya mayor, curioso por naturaleza y amante apasionado de la vida, le pide a su hija que lo ayude a morir.
El destacado cineasta francés François Ozon junto a la actriz Sophie Marceau.
“Llevo toda la vida en esto del cine, pero reconozco que no he hecho muchas películas. Soy muy consciente de que no me prodigo demasiado. Es más, soy yo más consciente que el público quizás. Me asombra cuando salgo a la calle y veo fotógrafos esperándome. «¡Por favor, busquen a alguna más activa!», me dan ganas de gritarles. Siempre, en mis 42 años de profesión, me he esforzado en tomar la justa distancia con ella. Quizá el hecho de empezar de niña en todo esto me obligó a pensar muy detenidamente el grado de exposición al que me tenía que someter”, dijo la actriz en una entrevista publicada por el diario español El Mundo.
Entre las particularidades que supuso el rodaje, el padre en la vida real de la actriz murió mientras filmaba la película. “Fue así, pero el padre de la película no tiene nada que ver con el mío. No tomo mi vida personal como referencia para mi trabajo. El drama está perfectamente relatado en el guión”, expresó.
Y sobre la muerte, sumó: “La muerte es algo en lo que quiero pensar, en lo que deberíamos pensar. Vivimos en una sociedad que le da la espalda como si no hablando de ella pudiéramos conseguir que desaparezca. Es más, a mí no me gusta siquiera ir a funerales. Pero soy consciente de que eso habría que cambiarlo. La pandemia, en parte, nos ha enfrentado con la muerte, nos ha acercado a ella. El coronavirus ha hecho que nos demos de bruces con la realidad. De niña siempre me imaginé ya anciana y reconozco que me gusta envejecer. Nunca me he peleado con el tiempo. Soy muy consciente de que es una batalla perdida. Por eso creo que con la muerte deberíamos mantener la actitud que teníamos de niños. Los niños, de hecho, piensan mucho en la muerte porque no la entienden. Y en verdad es algo incomprensible”.
En el mismo sentido, la actriz repasó una singular anécdota vivida con sus hijos: “En una ocasión, uno de mis hijos nos escuchó hablar a los adultos sobre cómo nos gustaría ser enterrados. Yo comenté que quería ser cremada. Al cabo de unos días, él me preguntó cómo me imaginaba el fin del mundo. Le respondí y él siguió intrigado. Quería saber si prefería morir congelada o abrasada por un gran fuego. Me resultó menos agresivo decir que prefería el hielo. Y fue allí que él mostró su estupor: «¿Entonces, ¿por qué tanto empeño en ser incinerada?». Imagino que ésa es la actitud correcta”.
En otro momento de la charla, la actriz expresó su opinión acerca del debate que abre el film en relación con la eutanasia: “Sinceramente, no sé si estoy o no a favor. Me molesta convertirme en oráculo, sólo soy una actriz. Imagino que lo sabré en el momento en el que me encuentre en una situación que me obligue a decidir. En cualquier caso, exijo el derecho a decidir y sí creo que el individuo tiene que tener jurisdicción sobre su propia vida. Sea como sea, lo que sí tengo claro es que, como sociedad, deberíamos evitar que nadie muera solo. Me da auténtico pavor la idea de morir sola”.