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Sorín: “Cada film es una ópera prima”

Por Miguel Passarini / Javier Hernández. Carlos Sorín, quien el pasado jueves llegó a Rosario para acompañar el estreno de su nuevo opus, “Días de pesca”, habla de su carrera, del lugar del cine nacional y de la emotividad que transmite su película a los espectadores.

En su nuevo film Sorín vuelve a reunir a actores profesionales con otros improvisados o de nula formación técnica.

“El cine argentino ya es una marca y está instalado a nivel internacional; no es Hollywood ni Francia pero tiene su nicho de mercado”, opinó el cineasta Carlos Sorín sobre el ámbito del que forma parte su última película Días de pesca, que obtuvo el premio Signis en la última edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. El director estuvo en Rosario para promocionar su film estrenado el  pasado jueves en todas las salas comerciales de la ciudad.

En una similitud con lo explorado en otros trabajos como Historias mínimas y El perro, en su nueva producción el director indaga en la vida de un ex alcohólico que intenta recuperar el cariño de su hija Ana (Victoria Almeida) a quien no ve desde hace muchos años. Marco, un viajante de comercio, decide cambiar el rumbo de su vida después de un tratamiento para desintoxicarse y viaja a Puerto Deseado con la excusa de aprender a pescar tiburones.

“Alguien de 50 años que sale de una adicción como la del alcohol para tratar de recomponerse y pasarla bien, es un tema dramático”, dijo Sorín en referencia a Marco, uno de los protagonistas de la historia interpretado por el actor Alejandro Awada. Y profundizó: “Trato, dentro de los límites que me permite el tema, alivianar la historia, meterle una mirada de humor, que está presente en la película pero que en última instancia es mucho más dramática que las anteriores mías”.

Como sucedió en Historias mínimas y El perro, en Días de pesca Sorín reúne a actores profesionales con otros improvisados o de nula formación técnica. “En la película aparece un entrenador de boxeo: Es más fácil tomar a un entrenador y hacerlo actuar que poner a un actor y explicarle de qué se trata el boxeo”, confió el cineasta en referencia a Oscar Ayala, quien fuera el primer entrenador del Roña Castro. “Está fantástico porque hace 40 años que viene ensayando el papel (risas)”, dijo.

“Me doy cuenta con el público –porque yo no puedo juzgarla– que la película funciona en el nivel emotivo y la gente sale realmente conmovida; no fue exactamente mi intención pero bienvenido sea”, contó Sorín sobre el despegue del film en el estreno porteño de hace 15 días.

“Si hay un lugar imposible para un director –continuó– es el de ser espectador de tu propia película; no se puede. Tampoco puedo ver mis películas por primera vez. Las acompaño al principio pero después, y con esta ya estoy llegando a una zona como de saturación, las empiezo a odiar y las dejo. Hace poco volví a ver Historias mínimas pero pasaron años. Y es ahí cuando descubro, con una mirada más lejana, bondades que no había visto”,

El film seguirá su trayecto internacional cuando mañana el director viaje a Francia para acompañar la presentación en el viejo continente. “Me voy a hacer la prensa de la película; eso hace 15 años era inimaginable”, concluyó.

Un lenguaje propio

A mediado de los 80 Sorín instauró en el país un lenguaje narrativo con su film La película del rey (ganadora del León de Plata en Venecia en 1986) donde empezó a trabajar el cine dentro del cine. “Estaba muy en boga en aquella época pero a nivel nacional fue la primera. Muchos directores del cine actual me dicen que empezaron por esa película”.

Luego llegaría Eterna sonrisa de New Jersey, film al que el propio Sorín describió como “espantosa”; y confió: “Dije, no vuelvo más”. “Lo que aprendí con esa película es que cada obra es la primera, cada film es una ópera prima y tenés que tener los cuidados, los temores y la aprehensión de la primera. Creo que el cine es peligroso, no te la podés creer”, sostuvo.

Ese film marcó un quiebre en la carrera del director ya que pasará más de una década hasta su próximo proyecto: Historias mínimas. En esa película el cineasta porteño experimentará con el verosímil absoluto de los personajes. “Cine rural, de gente mucho más simple y transparente”, definió el director, quien humildemente consideró que lo que generó ese proyecto “también fue una sorpresa porque hacía once años que no hacía cine”.

Manipulación y medios

“Lo peor es la monopolización estatal o privada”, refirió Sorín sobre la ley de Medios. Si bien dijo sólo conocer el contenido de la ley “en general”, el director opinó sobre los medios y destacó que el peligro “es la monopolización”: “Los medios siempre manipulan información, con buenas intenciones, incluso. Creo que la única forma (de afrontarlo) es con mucha variedad de manipulaciones, lo que haría que la gente inevitablemente tenga que pensar”.

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