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Sorprendente giro en un caso: de suicidio a un homicidio

Peritajes balísticos y forenses fueron determinantes para el procesamiento de la concubina de la víctima.

Una joven de 20 años fue procesada por homicidio simple, luego de que peritajes balísticos y forenses la involucraran en la muerte de su concubino, de 22, ocurrida en marzo de 2009 en la vivienda que ambos compartían en Villa Banana, ubicada en la zona oeste. En un primer momento, el caso se investigó como un suicidio, pero luego se confirmó que la víctima, que falleció tras recibir un tiro en la cara, no había sido el autor del disparo. Entre otras cosas, el juez de Instrucción Juan Carlos Vienna tuvo en cuenta que el arma secuestrada no podía dispararse, que la bala de plomo incautada no salió del revólver y que no se descarta la posibilidad de que en el hecho haya participado otra persona.

“Yo lo que declaré antes fue por miedo. Tenía miedo a todo, a perder mi hija. Desde que pasó el hecho pensé muchas veces en ir a la comisaría y contar la verdad”. Ésa fue parte de la declaración que Joana Paola C. dio en sede judicial tiempo después de la muerte de su concubino, Raúl Alberto Galván, ocurrida el 23 de marzo de 2009 en avenida Presidente Perón al 5900. De esta manera, la causa que estaba caratulada como suicidio –aunque estaba en etapa investigativa– pasó a ser homicidio.

Según la investigación policial y judicial, Galván de 22 años, trabajaba como albañil junto a su padre, quien a su vez vivía con su hijo, su nuera y la nena de ésta, de por entonces 2 años.

Cerca de las 17, padre e hijo volvieron de trabajar. Mientras Raúl se puso a tomar mate con Joana, su padre se bañó y se fue a hacer unos mandados.

Raúl tenía un fuerte dolor de muelas, dijo Joana en su primera versión, y en un momento ambos comenzaron a discutir, al parecer porque la nena se había golpeado. El albañil comenzó a patear sillas y lo que tenía cerca y fue así que la pelea verbal fue subiendo de tono. Eso llevó a la joven a ir al dormitorio, sacar toda la ropa del ropero y comenzar a doblarla.

Siempre según su primer relato, su pareja fue hasta la pieza, sacó un arma de fuego que Joana no sabía que había en la casa y vio cómo Raúl la apuntaba y luego se colocaba el revólver en la cara. En un momento se produjo un forcejeo entre ambos, que terminó cuando el revólver se disparó una vez. “Cuando siento la explosión (Raúl) cae de costado hacia el lado de la pieza, ya que estábamos forcejeando en la puerta entre la cocina y la pieza. Cuando cayó al piso, lo levanté en mis brazos, le pedía que aguantara que iba a estar todo bien, yo le vi en la cara como si fuera un raspón y le caía sangre, pero cuando miro mi brazo veo que tenía mucha sangre, corrí afuera y le pedí a los vecinos que me ayudaran”, declaró Joana.

Nunca se supo quién de los vecinos llegó primero, por lo que nunca se supo a ciencia cierta quién sacó el cuerpo de Raúl de la habitación donde se produjo la discusión y Galván perdió la vida. Cuando llegó la Policía, Joana entregó un revólver calibre 32 en mal estado de conservación, al que no se le veía la numeración ni la marca, con un tambor que contenía proyectil percutado, con el que –dijo la joven– su pareja se disparó.

A los pocos minutos del fatal desenlace llegó el padre de Raúl, a quien los vecinos le dijeron que su hijo había fallecido. Según su primera declaración, hecha en sede policial, la relación entre la pareja era normal, aunque mencionó que ese día había notado algo raro y que no sabía que guardaba un arma de fuego en la vivienda. Pero cuando amplió sus dichos ante la Justicia agregó que sospechaba de la pareja de su hijo.

Meses después de la muerte de Galván y cuando la hipótesis del suicidio empezaba a generar sospechas, Joana fue entrevistada en la Sección Homicidios de la UR II, donde “quebró en llanto” y relató otra versión de los hechos. Según su testimonio, el día del hecho tuvo una fuerte discusión con su pareja en la cual “él amenaza con quitarse a vida con un arma de fuego”.

La joven dijo que entonces forcejeó con Galván para “quitarle el arma” cuando se escapó un tiro que hirió en la cabeza al albañil. De acuerdo a sus dichos nunca tuvo la intención de dispararle. Pero los resultados de distintas pericias no favorecieron tampoco este relato.

Según expresa el fallo “la versión brindada por la imputada no es coincidente con el mecanismo de un disparo accidental en una situación de forcejeo”.

Para procesar a Joana, el juez de Instrucción de la 4ª Nominación, Juan Carlos Vienna, tuvo en cuenta un peritaje balístico que daba cuenta de la existencia de restos de pólvora en el arma incautada, pero que no se sabía desde cuándo estaba allí; y que los mecanismos de disparo estaban deteriorados y que, de acuerdo a las pruebas realizadas, no poseía aptitud para el disparo.

Un informe de la sección Reconstrucciones Integrales de la UR II indicó que el arma secuestrada no funcionaba bien y que como las dos balas de plomo secuestradas no pudieron ser cotejadas, se suponía que “quizás el arma fue cambiada”; que el lugar donde impactó el proyectil (en el rostro de Galván) y su dirección “no es lo usual en un caso de suicidio” y que el cuerpo del fallecido presentaba escoriaciones en la nariz, cuello y hombro, señales de una “agresión física tal vez antes del disparo”.

Además, el magistrado tuvo en cuenta el relato de un vecino y amigo de la víctima, quien mencionó: “Raúl no se iba a matar, era muy trabajador. Nadie sabe qué pasó porque estaban ellos dos; cuando pasó eso se estaban peleando ellos dos (en referencia a Raúl y Joana)”.

Otro de los puntos oscuros del caso está dado en la falta de ahumamiento en la piel de la víctima, que tendría que haberse encontrado si, como dijo su pareja, el disparo se dio cuando ambos forcejeaban mientras el arma estaba cerca de la cara del joven. Esto indicaría que “la boca del cañón del arma homicida se encontraba, al momento del disparo, a más de un metro de distancia de donde impactó el proyectil”.

Tampoco pudo establecerse la identidad balística de la bala de plomo deformada calibre 32 largo secuestrada en el lugar, por lo que “no se descarta la posibilidad de que en el hecho investigado haya existido la participación de otra arma del mismo calibre y eventualmente la intervención de una tercera persona”.

Ante esto, el juez de Instrucción 4ª, Juan Carlos Vienna, dispuso procesar a Joana Paola C. por el delito de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, manteniendo su estado de prisión domiciliaria.

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