Sostener los niveles de empleo será uno de los principales desafíos de la región para 2015, en un contexto de caída de los precios de las materias primas que afecta más a los países que se volcaron a la producción petrolera y minera que a los que vieron crecer sus exportaciones agrícolas en la última década.
Cuando se analizan los datos y el enfoque del último Panorama Laboral de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para la región, se aprecia que la situación de empleo en la Argentina, en la que la creación de puestos de trabajo aparece estancada se replica en la mayoría de los países latinoamericanos.
Un punto central a tener en cuenta es la caída de los precios de los productos primarios, que impactan de manera diferente según cada país.
Así, el informe destaca que “desde fines de 2011, los precios que más han descendido son los de los productos mineros y energéticos”.
Los datos son claros: entre el primer trimestre de 2002 y el último de 2011, los precios de los minerales se dispararon: el cobre subió 381 por ciento y el hierro 1.010 por ciento.
En el caso del petróleo, la suba fue del 393,1 por ciento y ahora estamos viendo una fortísima caída.
En tanto, la soja, aumentó en ese período un 164,8 por ciento, como parte de un “viento de cola” bastante menor en comparación.
Todos esos productos primarios vienen registrando caídas de distinta magnitud.
Sobre la situación actual, la enumeración del reporte en cada país resulta ilustrativa:
En Brasil, las exportaciones de hierro y petróleo representaron más del 20% de sus exportaciones totales en 2012.
En Colombia, las exportaciones de petróleo crudo y refinado representaron casi el 50%.
En la República Bolivariana de Venezuela, las ventas al exterior de esos mismos productos representaron el 90% de sus exportaciones.
En el caso de Chile, las exportaciones de cobre en mineral y refinado representaron alrededor del 50% de sus exportaciones.
En Perú las ventas al exterior de minerales y petróleo constituyeron alrededor del 70% de sus exportaciones totales.
Ecuador, en tanto, muestra una dinámica según la cual sus exportaciones de petróleo crudo representaron el 50% de sus ventas totales al exterior.
El informe señaló también que “en el caso particular de Argentina, por ejemplo, la caída en el precio internacional de la soja, resultado de una cosecha récord en Estados Unidos, tiene un fuerte impacto en las arcas fiscales”.
“Puesto que las exportaciones agrícolas representan el 37% de los ingresos por exportaciones y están gravadas con un impuesto de 35%, la caída del 30% –respecto de 2013– en el precio de la soja tiene una fuerte incidencia en la balanza comercial y en las reservas de divisas”, agregó.
En ese contexto económico, la OIT señaló que durante este año, la región de América latina y el Caribe se comportó de una manera “atípica”.
Así, el desempleo urbano continuó bajando a pesar de la desaceleración económica; pero alertó que el crecimiento lento ya comenzó a impactar al mercado laboral y que allí estará uno de los principales desafíos para el año próximo.
“Lo más preocupante es que se están creando menos empleos”, dijo la directora Regional de la OIT para América latina y el Caribe, Elizabeth Tinoco.
En el informe se indica que si bien el desempleo no subió a causa de la desaceleración del crecimiento en la región sí se nota una reducción fuerte en la generación de empleo.
“Estamos hablando de que dejaron de generarse al menos un millón de empleos”, dijo la directora de la OIT.
Para la organización, el comportamiento atípico del desempleo, que bajó en vez de subir, es “consecuencia de la salida de personas de la fuerza laboral, lo que se reflejó en una baja en la tasa de participación, y que permitió suavizar los efectos de la caída en la generación de empleo”.
Esta baja en la tasa de participación significa que “muchas personas, en su mayoría mujeres y jóvenes, dejaron de percibir ingresos para sus hogares”.
Pero la tasa de participación “tocó fondo y ya no bajaría más”, según pronosticó el organismo internacional.
De esta manera, en el centro del debate político y económico del año próximo en América latina estará la definición de cuáles son las mejores políticas para sostener el empleo y crear más puestos de trabajo.
En otras épocas, América latina apostó a ajustes en el gasto público y reformas laborales que incrementaban la “flexibilidad” en las contrataciones.
Seguramente ese debate se reeditará y los gobiernos de la región deberán hacer un equilibrio siempre difícil e inestable entre las exigencias de las empresas y de los sectores vinculados a la representación de los trabajadores en sus distintas formas.