Newell’s superó el domingo a Atlético Rafaela gracias al cabezazo de Mauricio Sperduti. Ese tanto, que para la Lepara significó un triunfo más que gratificante, para el Gordo tuvo un condimento emotivo mucho mayor: es que por primera vez pudo dedicarle un gol a su hija Guillermina, de apenas dos meses y medio, que estaba en el Coloso del Parque.
“Tenía muchas ganas de convertir porque hacía tiempo que no lo hacía y porque necesitábamos ganar en casa. Pero, principalmente, porque mi hija estaba por primera vez en la cancha. Por suerte pude marcar y dedicarle el gol y el triunfo. Cosas como están me alegran por el grupo y por la gente, pero ahora las disfruto el doble por mi familia. Así que apenas vi que entró la pelota, salí corriendo para la platea en donde estaban mi señora y mi hija. La verdad, lo viví con mucha emoción”, se sinceró Sperduti ayer en la charla con El Hincha.
Y recordó que Guillermina ya le había traído suerte incluso antes de nacer: “Apenas nos enteramos con mi señora que íbamos a hacer papás, me tocó jugar contra Colón en el Parque. Y en ese partido también me tocó convertir”.
—Superaron a Rafaela en todo momento, pero no lograron cerrar antes un partido que se presentó bastante accesible…
—Nunca son fáciles los partidos en el fútbol argentino. Es cierto que fuimos superiores en buena parte del encuentro y que por momentos jugamos muy bien. Creamos muchas situaciones pero no lo pudimos definir antes. Y la verdad es que no podemos estar cortando clavos porque si nos llegan a empatar, nos matan a todos. Un gol es nada de diferencia.
—En esa falla que remarcás, seguramente hacés una autocrítica de las chances que desperdiciaste.
—Claro, tuvo dos muy claras. Seguramente todos se quedan con la que quise picar. Es un segundo en el que tenés que definir si pateás fuerte, gambeteás al arquero o la picás. Me salió hacer eso y me equivoqué.
—¿Existe una manera para achicar el margen y no errar tanto?
—Trabajar en la semana, no queda otra. Y acostumbrarse a hacer goles. No nos tiene que pasar lo del año pasado, cuando jugábamos mejor que el rival casi siempre pero no podíamos meterla. No podemos cometer ese error de nuevo. Igual, viendo las cosas desde otro lugar, lo bueno es que estamos generando muchas chances. Y que aprendemos de los errores que cometemos en los partidos. Por ejemplo, con Belgrano nos pasó que hubo pocos espacios y a nosotros nos faltó movilidad para generar chances claras. Pero con Rafaela, que planteó un esquema parecido, tuvimos esa movilidad para generar espacios y llegar al arco rival con más claridad. Y esas son buenas señales.
—Más allá del gol, ¿tuviste tu mejor partido en el torneo con Rafaela?
—Creo que hice las cosas bien. Encaré y gané muchas veces, metí un par de buenos centros y también algunas asistencias. Pero no quiero quedarme con este partido. Tengo que seguir mejorando para el bien mío, del equipo y de mi familia.
—Hay dos particularidades que resaltan en este Newell’s: un esfuerzo enorme para recuperar la pelota y presionar, y la llegada masiva de jugadores al área rival.
—En la presión estamos muy bien. Corremos mucho y metemos todos porque físicamente hicimos una gran preparación. Y el Tata (Martino) nos pide a todos los volantes que lleguemos al área, ya sea para poder empujarla o para ganar el rebote. La idea es que cuando cae un centro, haya tres jugadores en el área.
—Las matemáticas indican que quedaron a cuatro puntos de Vélez, pero la sensación es que el equipo piensa en otra cosa.
—Esto recién empieza y nuestro objetivo es sumar partido a partido. Ahora vienen tres rivales difíciles (NdR: Vélez, Racing y Godoy Cruz) y tenemos que salir bien parados de esa seguidilla, es fundamental para nuestras aspiraciones. Ojalá podamos mantenernos arriba y que no se nos escape nadie. Pero nuestra realidad es otra. Mientras tanto, el Tata quiere que disfrutemos de jugar y, lógicamente, de los triunfos que vayamos consiguiendo. Tenemos que seguir creciendo como equipo y no regalar nada. El torneo es duro y nosotros estamos para pelear cada partido.
