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Spinetta, a un año del adiós

El 8 de febrero de 2012 falleció Luis Alberto Spinetta. Diferentes homenajes se realizan en todo el país. A un año de su abismal ausencia el sábado habrá celebración spinetteana en el Anfi, con Malosetti, Cardone, Gallardo, Aloras, Vudú y Parma.

«Sueñas que sueñas que vives aquí / donde por siempre hay mañanas / que la luz te acompañará / tan inviolable como la vez aquí

Recuerda que la luna / es sólo un cuerpo / entre tus lágrimas / y el vacío sideral…»

L.A.S, Vacío Sideral. 2008, Un mañana. 

Hace exactamente un año de la partida de Luis Alberto Spinetta, el cáncer de pulmón apagó la vida de uno de los grandes creadores de esta parte del continente, su poesía, inteligente y elegante, inundo las almas de varias generaciones, delineando perfiles estéticos y sofisticados que movilizaron por varias décadas y que dejaron una estela fluorescente que brillará por otras tantas.

Los homenajes y los recuerdos se reproducen en todo el país. Rosario tendrá una ‘celebración’ en el Anfiteatro Humberto de Nito, este sábado desde las 21, con “Alma de Diamante, Homenaje al Flaco Spinetta”, con entrada libre y gratuita.

Estarán presentes bajo las estrellas del cielo rosarino, Javier Malosetti (bajista de algunas formaciones de Spinetta) y su banda Electrohope, con el aporte de lujo del tecladista rosarino Claudia Cardone, quienes contarán con el aporte del músico rosarino Gonzalo Aloras, quién  contó con la participación de Luis Alberto en su último disco “12”. Un rato antes comenzarán las canciones de todos los tiempos de Spinetta con la presentación de los músicos locales Mavi, Mamá Pájaro y Adrián Monzón. El universo spinettiano tendrá reversiones a cargo de formaciones especiales que se van a cruzar en el escenario del anfiteatro para tocar el repertorio más clásico, como Víctor Parma e Ike Parodi, y Fabián Gallardo y el grupo Vudú.

Desde la producción del Homenaje al Flaco Spinetta, se realizaron producciones audiovisuales que recordarán su valioso legado, poético y musical y que servirán para revivir los muchos momentos que el público rosarino pudo compartir con Spinetta, como en los conciertos de las Escalinatas del Parque de España, el teatro El Círculo, o en Sportivo América.

Luis Alberto Spinetta, emergió en la escena marginal y oprimida del rock en los 60 y pervivió a su radical transformación con una búsqueda próxima a la vanguardia,  guiada por la libertad estética. Los marcas universales del rock, a veces primitivas en sus formas y armonías, confluyeron en Spinetta con una tradición literaria y una ambición musical en la que podían encontrarse Los Beatles y Astor Piazzolla. Con ese impulso, y a través de Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Jade y Los Socios del Desierto, Spinetta trazó una parte de historia del rock argentino y persistió a su primera época, caótica y creativa, como a su plácida continuidad tras su incorporación al mercado de consumo.

“El rock no es solamente una forma determinada de ritmo o melodía. Es el impulso natural de dilucidar, a través de una liberación total, los conocimientos profundos a los cuales, dada la represión, el hombre cualquiera no tiene acceso”, escribió en 1973, a modo de un manifiesto y cuando se aprestaba a editar su celebrado álbum Artaud.

La definición quizá no represente a todo aquello que hoy, más no sea por comodidad, aparece en las bateas bajo el rótulo de “rock nacional”, pero sí permite adivinar su actitud como artista.

Spinetta nació el 23 de enero de 1950 en Buenos Aires. Su oído musical comenzó a entrenarse a partir de la influencia de su padre, Luis Santiago, un cantante de tangos amateur. Aquel rasgo tanguero perduró en su música. Su biografía oficial remite a sus 17 años cuando, junto con su compañero del secundario Emilio del Guercio (bajo) y también con otros dos alumnos del Instituto San Román, Edelmiro Molinari (guitarra) y Rodolfo García (batería), dio forma a Almendra.

Un simple de 1968 que contenía el “Tema de Pototo” –que inspiró también la vida creativa de Charly García– y “El mundo entre las manos”, fue el prólogo para el lanzamiento, en 1969, de un álbum debut que incluyó canciones como “Ana no duerme”, “Plegaria para un niño dormido”, “Laura va” –con el bandoneón de Rodolfo Mederos– y “Muchacha (ojos de papel)” que ubicó a Almendra –junto a Manal y Los Gatos– como emblema del naciente rock local. La recepción de aquel disco fue dispar. Almendra no sobrevivió a su propio caos interno y se separó, tempranamente, en 1970.

El grupo logró editar antes de la ruptura otro álbum (Almendra II), ya bajo cierto esplendor comercial y un reconocimiento de la prensa y los músicos del rock. Enseguida, Spinetta lideró otros proyectos discográfico-musicales como La búsqueda de la estrella y Spinettalandia y sus amigos. En ese tiempo, consolidó una relación musical con Pappo y fue el tránsito hacia Pescado Rabioso, otro hito de la historia del rock.

Siguiendo el modelo de trío de Pappo’s Blues y con la voluntad de tomar distancia de los requerimientos de los sellos discográficos, Spinetta dio forma a Pescado Rabioso, que primero incluyó a Black Amaya (batería) y Osvaldo Frascino (bajo) –más adelante reemplazado por David Lebón–; y luego se convirtió en cuarteto al sumar a Carlos Cutaia (teclados).

“Intenté romper la ternura y el eje sensible de Almendra. Había partido de una música esencialmente ciudadana, tanguera, con reflejos de bossa nova, con aires de jazz e influencia de Piazzola, y ahora me rebelaba contra eso creando riffs… Creo que fue una etapa medio punk”, analizó el propio Spinetta años más tarde.

La obra más memorable de Pescado Rabioso, Artaud (1973) es, en rigor, un disco que Spinetta grabó en forma solista, con invitados y temas que tenía pensados para la formación, ya entonces alejada en la incomprensión del rumbo musical y las lecturas del cantante.

A mediados de ese mismo año, Spinetta convocó a Carlos Alberto “Machi” Rufino en bajo y Héctor “Pomo” Lorenzo en batería, para dar forma a Invisible, una propuesta en la que retomó el melodismo de Almendra. Siguieron Banda Spinetta (1977), un eufemismo para otro paso individual; el primer regreso de Almendra (1979); y su afirmación solista en los 80 con Kamikaze y Mondo di cromo. Ensayó trabajos en colaboración con Charly García  y Fito Páez; forjó otros discos históricos como Tester de violencia o Pelusón of milk y más adelante, con Los Socios del Desierto, continuó un derrotero conceptual y lejano a los golpes de efecto.

Su obra lo mantuvo alejado del oportunismo. “La gran desventaja de algunos es hacer música como por obligación: para enriquecerse, o para figurar. A los dos compases sabés qué tipo de trabajo y artista estás oyendo, y ante quién se agacha y para qué”, afirmaba. En su memoria, mañana a las 21, en el Anfiteatro Humberto de Nito, Javier Malosetti encabezará un seleccionado de músicos en un espectáculo que se denomina “Celebración a Spinetta”.

 

Spinetta por Pedro Aznar

“En mí quedaron muchas cosas de Luis; fue un pionero, un punto de inflexión porque hay un antes y un después de Spinetta en la música argentina. Tiene la estatura de Piazzolla o Yupanqui. Sin él no podés pensar la cultura argentina del siglo XX. Y yo, como músico, creo que abrió una ventana a la excelencia, a la posibilidad de que la canción de rock tenga la estatura de obra de arte y eso antes de él no existía en el país. El Flaco llevó la canción a un lugar de sofisticación y de maravilla como muy pocos lo hicieron”, dijo Pedro Aznar a El Ciudadano.

 

Spinetta por David Lebón

Mientras daba detalles de su último disco Parado en medio de la vida, un material recorrido por el dolor de la pérdida de compañeros de vida, David Lebón reflexionó acerca de la muerte de Spinetta: “La muerte es algo que acepté hace mucho tiempo, desde que falleció mi padre. Lo que pasa es que siempre te hace falta la presencia física de la persona que extrañás mucho; se extrañan los chistes, los abrazos, las conversaciones indicadas, uno se va haciendo cada vez más fuerte y sigue adelante también por esa amistad, por los amigos”.

 

La Tevé rinde tributo a Spinetta

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