Gabriel Strumia dijo tener 47 años y contó sobre su vida familiar. Se quedó huérfano de padre a los 14 y se hizo cargo del taller, de su madre y su hermana por lo que debió dejar la escuela, aseguró este miércoles al tomar la palabra frente al tribunal, en la misma jornada donde Fiscalía y querella hicieron sus alegatos de clausura. Dos años después, el empresario se puso de novio con Roxana Michl, con la que tuvo tres hijos. Lloró las veces que habló de la muerte de su madre y contó como se hizo cargo de su hermana tras su fallecimiento.
Strumia no dejó de lado los esfuerzos que hizo con su mujer –ambos comparten el banquillo de los acusados en el juicio por el aborto no consentido seguido de muerte de Paula Perassi– para acomodarse económicamente y de las largas jornadas laborales que tenía al frente de su taller hasta que finalmente se refirió a la víctima.
El empresario dijo que empezó a tener contacto con ella a mediados de 2011, porque Paula le ofreció poner una publicidad en las camisetas del equipo de fútbol al que pertenecía su hijo. A partir de allí el contacto fue más asiduo; incluso contó que la víctima también chateaba con su hijo mayor.
Según Strumia, a fines de mayo o principios de junio de 2011, Paula lo citó en la ciudad de San Lorenzo. Más precisamente en 9 de Julio y Colón. Ahí ella le propuso salir y él aceptó. Empezaron a tener una relación en la que se veían dos veces por semana y se comunicaban por teléfono constantemente.
Strumia dijo que los martes y los jueves la pasaba a buscar cerca de las 19 en un extremo de San Lorenzo, cerca de una agencia, y se iban a un motel en Fray Luis Beltrán hasta las 21, aproximadamente. “Siempre me manejé para que Roxana no sospeche, nunca sospechó hasta que pasó esto”, dijo.
Aseguró el empresario que con Paula hablaban de lo que estaban haciendo. «Era una locura. No estaba bien. Estábamos conscientes que estábamos haciendo las cosas mal», aseguró. Agregó que Paula no le habló de la relación con su marido hasta que, ya en junio, le dijo que estaban discutiendo mucho y le propuso cortar por un tiempo. Paula aceptó, aunque siguieron el contacto telefónico.
Strumia aseguró que ella le enviaba mensajes y él le respondía hasta los primeros días de agosto, cuando volvieron y Paula le contó que «estaba todo mal» con el marido. «Le dije: tenés que pensar en tus hijos. Si no va más, separate» y sumó un episodio que ocurrió, según sus dichos, el 11 de septiembre de 2011.
Paula lo había llamado un par de veces en el día, pero su teléfono no funcionaba bien y a la noche hablaron, describió Strumia. Ella le contó que después de almorzar discutió con su marido porque le pidió que se fuera; él le dijo que la que se iba a ir iba a ser ella. La agarró del brazo mientras Paula se tomaba de la mesa de la computadora hasta que no pudo sostenerse y su marido la arrastró por el piso, la tomó del cuello y la quiso tirar por las escaleras, dijo. Paula gritó y el hijo más grande empezó a llorar y el hombre la soltó. Strumia aseguró que es la primera vez que declara este episodio porque la abogada que tenía antes le había aconsejado no decirlo. En los alegatos de apertura la defensa de Strumia puso en duda el rol del marido de Paula en la desaparición y dijo que fue una hipótesis que no se investigó.
Strumia dijo haberle aconsejado a Paula que le contara a su familia este episodio, porque él no podía hacer nada, y no volvieron a tener encuentros íntimos. Aseguró que nunca se enteró que estaba embarazada ni que chateaba con su amigo que vivía en Buenos Aires y quien declaró en el juicio.
El empresario justificó las comunicaciones que tuvo el sábado 17 de septiembre, un día antes de la desaparición de Paula. Dijo que vino a Rosario desde San Lorenzo cerca de las 15 a ver un auto que quería comprar. Se encontró con el dueño en el estacionamiento de un supermercado, en Pellegrini y Mitre, y contó una supuesta escena que le hizo Paula porque no podían verse.
“Me vuelve a llamar. Sos un hijo de mil puta, me usaste y no me das pelota y le das pelota a la gorda esa”, a lo que Strumia agregó: “Es mi esposa, siempre estuvo al lado mío en los momento difíciles. Cuando murió mi madre”, dijo entre lágrimas. “Soy una porquería porque la estoy cagando”, agregó haberle dicho y refirió que Paula después le mandó un mensaje diciendo que la perdonara.
Al final, a pedido de su abogado, Strumia leyó un chat de Paula con su amigo de Buenos Aires, con fecha 24 de agosto de 2011, donde ella le dice que había llegado el día de su separación. Este hombre le preguntó cómo podía ayudarla y la mujer le contestó: “Estando, tengo mucho miedo”.