Escribir desde siempre, apasionadamente, casi sin respiro. Leer, escribir y publicar, también, para ganar un poco más de dinero y así poder comprar más libros. Revisar los clásicos para verlos y escucharlos en el presente. Leer y escribir varias cosas al mismo tiempo en una singular mezcla de pasión por el oficio y fuente de trabajo que fue con éxito del cuento al teatro.
La escritora y dramaturga rosarina radicada en Buenos Aires Patricia Suárez (Rosario, 1969) sumó en los últimos días un nuevo título a su profuso palmarés y su constante y creciente carrera a partir del informe que anualmente da a conocer el sitio de internet alternativateatral.com. Suárez fue la dramaturga más representada en salas argentinas en 2019 por segundo año consecutivo. Y la siguen de cerca nada más y nada menos que Lorca o Shakespeare.
La nómina de dramaturgos más visitados por teatristas argentinos durante el año que acaba de terminar incluyó, además de Suárez con 19, a Federico García Lorca con 18 puestas, William Shakespeare con 16, Carlos Gorostiza con 15, Mauricio Kartun y Florencia Aroldi con 13, Charly Palermo con 12 y Eduardo “Tato” Pavlovsky con 11.
“Voy a pecar de inmodestia: en ese listado aparecen 19 obras mías y en realidad, durante el año pasado fueron alrededor de 30 mis obras en cartel en distintos lugares del país. Hay algunas que no aparecen en la lista como una de Tucumán, algunas de Rosario, otras en Santa Fe”, destacó Suárez autora de una interminable lista de obras como Adefesia, La Araña, El corazón del incauto, La maldecida de Fedra o La Dificultad entre más de un centenar.
“Mi formación básica partió siempre de la lectura, al punto que estoy buscando dónde poder meter todos los libros que tengo; cuando lees mucho se te genera una especie de aprendizaje intuitivo acerca de las estructuras que uno lo incorpora luego al escribir, más allá que respecto de escribir teatro yo aprendí muchísimo con Mauricio Kartun que fue mi maestro desde un principio”, dijo Suárez a El Ciudadano en relación con un recorrido de dos décadas vinculado a la literatura dramática y con una interminable lista de obras estrenadas tanto en el país como en el exterior.
Dramaturga generosa
Algo de la producción de obras que llevan la firma de la autora de la novela Perdida en el momento, ganadora del Premio Clarín en 2003, está asociado con un estilo en el que conviven cierta tradición del teatro argentino más clásico con personajes o situaciones de ruptura no transitadas por otros autores, hecho que convierte a las obras de Suárez en una gran tentación para cualquier teatrista.
Pero sobre todo porque los interesados pueden encontrar esos materiales muy fácilmente porque la autora suele compartir los textos de sus obras en las redes sociales. “Yo siento que le debo todo a la gente que hace mis obras, a los actores a los directores; si escribís y esas obras no se representan, no tendría demasiado sentido haberlas escrito. Y si pienso qué es lo que encuentran en ellas, creo que la clave está en que yo aprendí mucho del cuento porque empecé siendo narradora; tener esa base en el cuento me ayuda a poder contar una historia de principio a fin, un argumento, que aparezca un sentido”, dijo. Y completó: “Por otro lado aparece fuertemente la emoción; me gusta ponerle a mis obras mucha emoción y al mismo tiempo mucha contradicción, que es como vivimos, como somos. Es esto que decimos «yo quiero ayudar a los que menos tienen pero no quiero pagar estos impuestos, pero además me encantaría vivir en un country». Todo esto que digo con humor convive en todos nosotros y por lo tanto en los personajes de mis obras”.
De una dinámica infrecuente para cualquier escritora o dramaturga, Patricia Suárez trabaja en paralelo varios materiales. “Es lo que me hace feliz”, sostuvo. Y agregó: “Todo lo que he querido en la vida es tener plata para comprarme libros y escribir; es algo que a pesar de un gran esfuerzo lo estoy logrando recién ahora”.
Los proyectos
En relación con sus proyectos emergentes, Suárez prepara para el año que comienza una serie de propuestas que incluyen una obra a estrenarse en Rosario donde se encontrarán en una cena “tres personajes emblemáticos de tres clásicos españoles”, según dijo. Y continuó: “Estoy escribiendo otra para un grupo de actrices de Rafaela en relación con el nido vacío y las mujeres procreadoras; será sobre la maternidad pero en tono de comedia. Son proyectos que me resultan muy interesantes porque me convocan para escribir y me acercan un tema pero me dan carta blanca; es lo que más me interesa”.
Durante estos meses, otras obras suyas seguirán en cartel en distintos escenarios argentinos. “En Santa Fe sigue en cartel Amor de memoria, en el taller de Darío Giles, y La Libélula en Mar del Plata, que es una obra inspirada en mi abuela, cuyo marido la engañaba con una enfermera que según ella era renga. El tipo criaba pollos adentro de su casa; un disparate. Todo eso está en la obra como en muchas obras mías donde se filtran este tipo de historias”, contó la escritora que el año pasado leyó una obra suya en un ciclo que se realizó en Nueva York.
“Es muy importante, cuando los artistas extranjeros se interesan en una obra tuya, el hecho de poder viajar. Todos sabemos lo complicado que es, pero hay que invertir en eso y hay que ir. Son otros mercados, sobre todo el americano; es otra gente y son otras formas de producir. Pero sobre todo el teatro no tiene fronteras si tenemos entre manos un cuento bien contado y habilitás la adaptación a las realidades e idiosincrasias de otros países. Si eso está, la obra funciona en todas partes y en cualquier lugar puede resultar interesante”, dijo la escritora, que destacó que en los últimos años se empezó a romper cierta resistencia de los creadores argentinos frente al teatro de texto.
“La estrategia está en entender que el teatro es otra cosa que la obra escrita –reflexionó Suárez–; hay que relajar y permitir que los teatristas intervengan. La dramaturgia debe ser un ejercicio de humildad. Vos escribís la obra pero no ves o no sabés cómo funciona eso en escena hasta que los demás lo ensayan. Podés escribir mejor que Shakespeare pero quizás hay un párrafo que al director no le sirve o no le interesa. Los dramaturgos tenemos que estar abiertos a los cambios que proponga el director; esa es una regla de este juego”.
Pluma empoderada
Integrante de la Colectiva de Autoras creada a fines de 2018, Suárez reflexionó finalmente acerca de cuáles son los lugares a ocupar por las mujeres en un medio que sigue siendo dominado por hombres. “Cuando empezamos con el grupo, de inmediato éramos doscientas y ahora muchas más. Pero sigo pensando que hay una invisibilización muy grande la mujer que escribe. Los lugares de poder, las direcciones de ciertos espacios tanto públicos como privados siguen siendo ocupados por hombres. Mi pequeña militancia es siempre por el cincuenta y cincuenta, por la igualdad, porque en este medio, el de la dramaturgia, por muchos años escuchamos que las mujeres no escribíamos bien, y aún ahora si se hace una antología de teatro, de diez, con suerte publican dos obras de mujeres. Creo que la clave está, y lo digo para los que manejan alguna cuota de poder y toman decisiones, que en igualdad de condiciones, este es un tiempo en el que hay que optar por las minorías”.
Para agendar
De abril a noviembre, Patricia Suárez dictará en Rosario, en el Centro Cultural Parque de España de Sarmiento y el río, un taller de dramaturgia orientado a microteatro, poéticas breves que no superan los quince minutos de duración, que se desarrollará con entrada gratuita y cupos limitados