El 90 a 79 de Sudán del Sur ante Puerto Rico será otra de esas historias que quedará por siempre guardada en los archivos de los Juegos Olímpicos y otro hito en el corazón de una nación que mediante el deporte visibiliza un contexto durísimo, pero a su vez la capacidad de resiliencia y el amor verdadero en tiempos en los que todo parece pasajero.
Los 19 puntos de Carlik Jones y los 15 de Marial Shayok sirvieron para ganar en Lille y generar la que para muchos es la primera gran sorpresa del básquet de los Juegos. Pero a decir verdad para aquellos que siguen desde hace un tiempo el proceso del equipo africano sabe que a esta altura pocas posas pueden sorprender de un grupo destinado a la gloria, incluso cuando la gloria no depende de resultados.
Cuando llegó al Mundial tras meterse en cuartos de final del Afrobasket también fue una de las grandes sorpresas en su primera participación y cuando le ganó a Angola en Manila en la cita mundialista para quedarse con la plaza olímpica dio otro cimbronazo. Hace poco en un amistoso tuvo a tiro a LeBron James y compañía. Y ahora metió el golpe en Lille.
Los Bright Stars nacieron en un contexto de dolor y son una esperanza de superación para aquellos que sueñan con lograr algo mejor en una situación desesperante que obliga a huir para sobrevivir.
Sudán del Sur existe desde 2011, cuando proclamó su independencia un 9 de julio. Es un país soberano sin litoral ubicado en África Oriental y es la nación con menor índice de desarrollo humano del mundo. Este índice mide esperanza de vida, educación e ingreso per cápita. Aquí abunda todo lo malo: el hambre, la miseria y los crímenes de guerra recurrentes.
Como lamentablemente suele pasar en muchos países africanos, la guerra civil generó un desastre a gran escala. El Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán intentó efectuar un golpe de Estado. Desde que comenzó el conflicto, utilizaron más de 17.000 niños para la guerra, los incidentes denunciados de violencia sexual aumentaron y los refugiados se multiplicaron.
Hay falta agua y alimentos en todo el país. Y mientras continúan los combates, los niños están cada vez más amenazados por las enfermedades y la desnutrición, y por el reclutamiento forzado en grupos armados.
En el básquet, en esta llave para traer algo de luz, el ex Chicago Bulls Luol Deng fue determinante, primero como colaborador de los seleccionados, luego ya con presidente en noviembre de 2019.
Una de las primeras cosas que hizo fue llevar a su amigo Royal Ivey, asistente de Houston Rockets, como entrenador. Dicen que Ivey comenzó las prácticas en pisos de concreto canchas al aire libre, a veces inundadas.
Deng no sólo fue presidente de Sudán del Sur: entrenó a los Bright Stars en dos de las cuatro ventanas de las eliminatorias africanas cuando Ivey no estuvo disponible.
Deng usó todas sus conexiones para darle lo mejor a la tierra que lo vio nacer. Logró entonces fichar a talentos de nivel NBA como Wenyen Gabriel, el naturalizado Carlik Jones o el jugador de los Hornets JT Thor.
Pero Deng, por supuesto, no es solo la mente de este equipo, sino que es el alma. Su familia dejó Sudán para ir a Inglaterra cuando él era un niño, pero jamás se olvidó de sus raíces y su ejemplo convenció al resto.
Gabriel, estrella del equipo, nació en Sudán, pero su familia huyó a Egipto cuando tenía dos semanas. Luego fueron a Manchester, New Hampshire, una de las ciudades santuario que recibió a muchos de sus compañeros.
Nuni Omot es tal vez el caso más claro de la peregrinación de cada uno de los hoy héroes de Sudán del Sur: nació en un campo de refugiados sudaneses en Kenia antes de mudarse más tarde a Minnesota. Jugó la NBA G-League y hoy forma parte de Ningbo Rockets en China.
Peter Jok nació en Sudán antes de que su familia huyera a Uganda después de que tanto su abuelo como su padre murieran en guerras civiles. Finalmente se mudó a Des Moines, recaló en la Universidad de Iowa y hoy juega en los Ottawa BlackJacks en Canadá.
Khaman Maluach, de 2.18 metros y 18 años, considerado un prospecto para el Draft NBA 2026. Jugará en Duke. Maluach, nacido en Rumbek, fue descubierto cuando vivía en Uganda como refugiado y su desarrollo estuvo a cargo de la NBA Academy África en Senegal.
Ya se habla de ellos y se seguirá hablando. Una luz para guiar el camino de una nación que sufre, pero que cuando en medio de tanto dolor puede enterarse de estos éxitos, sueñan con que todo es posible.