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Sueños y hermanos rosarinos en el motociclismo

Representan una nueva generación de pilotos que se forman online y que tienen proyección internacional. Checho tuvo su experiencia en México, mientras que Jere tiene una propuesta firme para competir en Moto3.

Para los seguidores de las motos de competición no es raro hablar de ‘hermanos’. Los logros de Marc y Alex Márquez al prevalecer en un mismo día en MotoGP y Moto3 o las actuaciones de los hermanos Aleix y Pol Espargaró, que comparten pista en la clase mayor, no pasan desapercibidas.

En el motociclismo nacional, hace varios años está presente el ejemplo de los hermanos Cristian y Ariel Ramírez (hijos del legendario Peluca) y, en las últimas temporadas, todos empezaron a conocer a los rosarinos Yañez. Parece que los hermanos están de moda. Sergio Yañez fue campeón de la clase 250 4T en 2013, en tanto que su hermano Jeremías se impuso por primera vez el mismo día de la coronación de Checho y actualmente es quien lidera la tabla provisional de esa división promocional. Más allá del vínculo familiar, su historia tiene muchos puntos en común. Ambos arrancaron con las picadas arrastrados por la pasión de su padre Pablo.

Sergio, nacido el 13 de febrero de 1990, comenzó a los ocho años con un ciclomotor, pasó luego a la clase de 11,5 segundos con otro ciclomotor y después fue escalando en potencia. Yamaha RX135, RM250, CBR 600, hasta llegar a la ZX10 con la que obtuvo un par de victorias a nivel nacional. Jeremías, en cambio, empezó a los cuatro años (nació el 12 de mayo de 1996) y ya con cinco fue campeón rosarino a bordo de una Juki. También ganó con un ciclomotor y cuando Sergio debutó en las pistas, sus ganas de seguirlo lo mandaron a probar experiencia con una 110 cc del campeonato bonaerense fiscalizado por FeBoM. La decisión de correr en las pistas surgió ante la falta de sitios para ir a picar (porque el autódromo de Rosario estaba cerrado). “Fuimos a San Jorge, a una fecha del certamen nacional, y allí vimos las motos, tomamos referencias y enseguida armamos una Honda Twister para correr en 250 4T”, recuerda Sergio.

Las estadísticas nacionales del hermano mayor son contundentes. Debutó en 2010, a cuatro fechas del final, y sumó en cada presentación. Al año siguiente, logró su primer podio en Oberá (Misiones) y luego sumó otros dos podios para terminar cuarto en la general. La falta de presupuesto lo condicionó en 2012 y sólo participó en algunas carreras, con podio al inicio del año y victoria el día de su regreso en Resistencia, Chaco. Gracias a la colaboración de varios amigos y patrocinantes se mantuvo en pista durante toda la temporada 2013 y consiguió el título de campeón argentino tras sumar dos triunfos (General Roca y Termas de Río Hondo) y seis podios. Pero la progresión de Jeremías a nivel nacional fue mucho más rápida. Debutó en San Jorge en 2013 y en la siguiente presentación ya sumó puntos (puesto 13 en Buenos Aires). En su sexta carrera subió al podio (tercero en Junín) y ganó en la octava presentación (La Rioja).

Este año, de cinco fechas disputadas ganó tres (San Jorge I, Roca y La Rioja), fue segundo en otra (San Jorge II) y cayó al octavo lugar en Salta por la rotura del cable del acelerador cuando venía ganando. Lo analiza su hermano Sergio: “Lo veo muy bien. Entrena mucho, es fuerte física y psicológicamente, conoce todas las mañas de la moto y siempre sale a ganar. Jamás se entrega, porque siempre recupera la posición cuando lo pasan. Creo que aprendió todo muy rápido, al punto que en las referencias está haciendo hoy mejores tiempos que los míos”.

Presente, online. Futuro, México

Las líneas que cuentan los logros de estos chicos entusiasman cuando hablan de una progresión digna de grandes campeones, pero también tienen un sabor amargo al conocer la auténtica realidad. Todo lo que consiguieron Sergio y Jeremías Yañez es por amor propio, esfuerzo y mucho sacrificio. Lamentablemente, no cuentan con un apoyo sólido como para independizarse de la idea de rebuscar más en lo económico que en lo deportivo y muchas veces el sustento monetario salió del bolsillo familiar. Esa necesidad de mostrarse para encontrar un respaldo que les garantice una continuidad deportiva los llevó a contactarse con Chicho Lorenzo, padre del campeón de MotoGP y sumarse al proyecto Pulsar American Cup, una especie de concurso online donde se pretende formar a futuros campeones.

Con Sergio como punta de lanza, seguido en la succión por Jeremías, los Yañez están dentro del lote de pilotos de España y todo el continente americano que siguen los mandamientos de Chicho en su grupo de Facebook. El procedimiento es sencillo: se ingresa mediante un video con los parámetros y especificaciones solicitados (por ejemplo, realizar un ocho en pista con una distancia entre los conos de acuerdo a la medida entre ejes de la moto utilizada) y luego a esperar la respuesta.

Se trata de un trabajo a largo plazo, que se mejora en base a las correcciones y aspectos sugeridos por Lorenzo y donde se van sumando pruebas cada vez más complejas. El programa, en el que participan casi 20 argentinos además de los Yañez, otorga una puntuación y, de acuerdo a una tabla provisional, los diez mejores clasificados reciben una invitación para participar de la Pulsar American Cup, un campeonato de pista que se corre en México con motos Pulsar NS200. Sergio fue uno de los primeros invitados y estuvo en la fecha de Aguascalientes a fines de julio. “Fue una experiencia increíble”, resume el rosarino. “La semana arrancó con unos entrenamientos en el Centro de Alto Rendimiento que Lorenzo tiene en el Distrito Federal. Allí, bajo su mirada y la de otros monitores mexicanos, trabajamos codo a codo con otros pilotos latinoamericanos y de Estados Unidos para ir adaptándonos con el manejo de la moto, entre otras cosas. Después, viajamos a Aguascalientes para la competencia. Las motos son todas iguales, completamente de serie (incluso tienen luces y carenados originales) y van a sorteo antes de cada carrera. En pista, pudimos medirnos con pilotos de gran nivel, con una capacidad de manejo muy parecida a la vista en la promocional 250 de Argentina. Las NS200 tienen una velocidad de curva casi idéntica a las Honda y Yamaha de acá, con un manejo similar y que genera mucha pelea de pelotones”.

Yañez fue protagonista directo por la lucha y, si bien el ganador Benny Solís (mexicano pero de padres americanos, campeón de la Rookie Cup 2008 que es promocionada por Kevin Schwantz y donde también estuvieron Leandro Mercado y Luciano Ribodino)  sacó una buena diferencia, la pelea en el pelotón de escoltas fue muy cerrada. Checho terminó cuarto y a escasas milésimas del segundo clasificado.

Jeremías también está involucrado en el programa, pero manejando otros tiempos en relación a su hermano. ¿El motivo? Está concentrado en la disputa del campeonato argentino fiscalizado por Camod y también lidera el torneo de Fe-BoM (suma cuatro triunfos en seis fechas), mientras que Checho tiene cierta libertad al no estar participando a nivel nacional. De todas maneras, el propio Chicho ya sabe de él. “El señor Lorenzo nos invitó a participar del nuevo proyecto para 2015, que tiene la aprobación de Dorna Sports”, dice Jere, entusiasmado. “Se trata de un emprendimiento similar al de la Pulsar Cup, pero que requiere de una asistencia completa. Tendríamos que instalarnos en México durante diez meses para convivir con los otros pilotos del torneo y los mejores clasificados irían directamente a correr el mundial de Moto3 en 2016”.

De esta manera, ambos reparten un presente entre el trabajo diario, los ensayos, las pruebas para Chicho y los preparativos para las carreras. El mayor impedimento que limita su accionar es la falta de presupuesto, un mal que aqueja a muchos por estos tiempos pero que los Yañez lo sienten en carne propia. “El primer fusible fue dejar de correr en Súper Sport por el campeonato argentino porque los costos son insostenibles”, explica Sergio. “A las carreras de FeBoM, vamos sólo cuando cierran los números, pero es una lástima que no podamos tener una continuidad. Ahora, el objetivo primordial es ir a la próxima fecha por invitación de la Pulsar Cup, que será en noviembre en Cancún. Se necesita sólo el dinero para el pasaje, pero si no está, no podríamos viajar”.

Como puede verse, el talento está, las ganas de progresar también. El sacrificio, cuando se lo requiere, está presente incondicionalmente en estos chicos y sólo les falta ese empujón que significaría el apoyo y la confianza de alguna empresa.

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