Tras una convocatoria del Ministerio de Trabajo de la Nación, se realizó una reunión en la sede porteña de la cartera laboral para buscar alternativas de rescate del astillero de Alvear Ultrapetrol, cuyos propietarios anunciaron días atrás el cierre y despido de sus cien trabajadores. Además de los dueños, asistieron representantes gremiales y de los ministerios de Transporte, Producción y del área de Puertos y Vías Navegables. El titular del Sindicato Argentino de Obreros Navales, Juan Speroni, contó que “desde Nación surgieron algunas alternativas, como arrimarle trabajo al astillero –ése es el mayor problema que tiene hoy la firma–, garantizar apoyo con planes Repro y asistir con instrumentos para que la empresa pueda atenuar costos”. El próximo cónclave será el viernes 4 de agosto. Mientras perduren las conversaciones en procura de un salvataje el gremio se comprometió a no aplicar medidas de fuerza, mientras que la empresa no podrá realizar despidos.
En diálogo con El Ciudadano, Raúl Gatica, otro integrante del gremio, explicó que la empresa presentó en la reunión un escrito mencionando que atraviesa una situación de “crisis” grave.
En ese marco, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria y el cuarto intermedio hasta el viernes próximo. “Eso nos abrió un paraguas legal ya que, al menos hasta ese día, no puede haber ningún despido”, señaló.
El conflicto laboral involucra a cien trabajadores empleados en la planta de la vecina localidad de Alvear.
El jueves de la semana pasada la firma de capitales norteamericanos anunció el despido de todos esos empleados de la compañía dedicada a la fabricación de barcazas y remolcadores, aunque no comunicó los términos de las suspensiones. Desde el gremio atribuyeron el cierre a la caída en las ventas y al descenso del comercio fluvial. Y agregaron que la crisis responde a “la ausencia de directrices para la construcción naval, la realidad del flete fluvial y la demora en materializar los proyectos de ley de marina mercante e industria naval, ya con media sanción del Senado”.
El Astillero de Alvear nació en 2009 de la mano de una firma mixta y en 2014 pasó a manos de capitales estadounidenses. Es uno de los astilleros más modernos de Sudamérica. Ocupa a 80 operarios navales y alrededor de 20 administrativos.
La empresa maneja varias unidades de negocios: el transporte fluvial en la hidrovía Paraná-Río de la Plata, los servicios logísticos a empresas petroleras y los fletes interoceánicos de cargas generales. Se expandió a Paraguay –donde traslada de a poco su base de operaciones–, Uruguay y Brasil.
A fines de 2006 cotizó en el mercado bursatil estadounidense. Tres ofertas públicas de acciones le permitieron recaudar unos 330 millones de dólares con los que modernizó flotas y en 2010 abrió el astillero santafesino de Punta Alvear. El objetivo fue construir allí barcazas y otras unidades para la Hidrovía Paraná–Paraguay y para “el mercado local y mundial de exportaciones”.
Varias voces del sector mencionan que los 100 despidos son una expresión más de la destrucción sistemática de la industria naval argentina, que arranca en la década del 90 con la privatización de YPF, algunas leyes y la decisión de muchos astilleros de importar naves en desuso en lugar de fabricarlas en el país.
El astillero Punta Alvear llegó a fabricar el 70 por ciento de la producción industrial naviera argentina –que hoy es muy poca– y daba empleo a más de 300 trabajadores en sus mejores épocas. A poco de arrancar, hubo un cambio de timonel: el fondo de inversión Southern Cross (SC) consiguió en 2012 la mayoría accionaria de Ultrapetrol, con un desembolso de 220 millones de dólares. SC es una de las principales transportadoras de la Hidrovía y está controlada por Norberto Morita, ex CEO del grupo Bemberg.