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Tablada: otra ejecución

Un chico de 17 años fue asesinado de tres disparos y un vecino de 56 recibió un tiro en el pecho durante un ataque ocurrido en Ayacucho al 4100, frente a un quiosco, ayer por la madrugada.

Un adolescente de 17 años fue asesinado y un hombre de 56 resultó herido grave durante un ataque en barrio Tablada. Ocurrió ayer por la madrugada, cuando un desconocido pasó caminando por la puerta de un quiosco y disparó a mansalva sobre las personas que estaban en el lugar. Varios de los tiros impactaron en el muchacho, mientras que al hombre un plomo le ingresó por el pecho, por el cual debió ser internado en el Heca, donde se encontraba internado al cierre de esta edición en estado reservado. Fuentes de la investigación dijeron que hay dos sospechosos identificados.

La agresión ocurrió en un quiosco ubicado en Ayacucho al 4100, una construcción precaria, pintada de rojo, que tiene un ingreso protegido con una puerta de metal, y junto a ella un tapial bajo, sobre el cual se ubica la ventana por la que se realizan las ventas. Sus parroquianos lo describieron como el lugar de encuentro de los changarines de la zona: “Acá es donde nos juntamos a tomar el porroncito antes de ir para casa. No vienen los pibitos a hacerse los malos ni nada, somos todos laburantes cansados”, explicó un cliente, ayer al mediodía.

La escena previa a la balacera la describió a El Ciudadano el dueño del negocio que salvó su vida de milagro. De acuerdo con el comerciante, eran más o menos las 2 de la madrugada. Él atendía a su amigo Miguel Ángel G., de 56 años, que había cruzado la calle desde su casa, ubicada a pocos metros, para comprar puchos. Detrás de Miguel había un muchacho, identificado como Emanuel Ezequiel Tomé, de 17 años, que esperaba su turno. Miguel pagó los cigarrillos con un billete grande, por lo que el dueño fue al fondo del local por cambio. Mientras juntaba los billetes, el quiosquero escuchó media docena de disparos. Cuando se asomó, no vio a nadie; tuvo que abrir la puerta para divisar a sus dos clientes, tirados en el piso. Según su relato, no pudo ver al agresor, quien pasó por el lugar mientras él se encontraba de espaldas; sí pudo asegurar es que iba a pie, porque sólo se escucharon detonaciones de arma de fuego; en ningún momento sonaron ruidos de motores.

En relación con los heridos, fuentes del caso expusieron el parte médico. Emanuel Tomé tenía 3 heridas de arma de fuego: una en la cabeza, sin orificio de salida, otra a la altura de la axila derecha y la restante en la garganta. El adolescente murió segundos después del ataque. Diferente fue la suerte de Miguel Ángel G. a quien un proyectil le dio en el pecho y un segundo en la pierna. Fue trasladado al Heca, donde se encontraba internado en estado reservado.

En la escena del crimen, los investigadores recogieron seis vainas servidas de proyectiles calibre 9 milímetros. Cuando El Ciudadano consultó a vecinos sobre la reputación del adolescente asesinado, los mismos lo describieron como un chico tranquilo, “que no andaba en la gilada”.

De acuerdo con el lugar donde impactaron los tiros y las marcas realizadas por Policía Científica en los sitios donde encontraron los caquillos de 9 milímetros, el asesino tiró desde unos 2 metros.

Ayer al mediodía, mientras los clientes esperaban a ser atendidos, contaban los huecos que dejaron las balas sobre el frente del local. La investigación está conducida por el fiscal Damián Cimino, con el auxilio del personal de la comisaría 16ª. Un vocero del caso describió que hay dos sospechosos identificados por sus apodos: Luchi y Franco.

El crimen ocurrió a pocos metros de otro sucedido el 26 septiembre del año pasado, en Ayacucho y Centeno, también frente a un quiosco. Allí estaban reunidos unos jóvenes cuando pasaron dos motos desde donde partieron disparos. Fabricio Montes, de 20 años y quien cumplía una condena con arresto domiciliario, cayó muerto de un tiro en la cabeza.

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