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Tablada: un hombre asesinado y, a 100 metros, una chica baleada

Hubo dos violentos episodios en un lapso de nueve horas. Coinciden vecinos y policías: los de Centeno vs. los de Ameghino.

En un radio de cien metros y un lapso de nueve horas, dos violentas balaceras volvieron a ensangrentar las calles de Tablada, el castigado barrio de zona sur. El primero de los ataques tuvo como víctima a un hombre de 36 años que en la madrugada de ayer recibió un letal disparo en la nuca en la puerta de su casa, donde vivía con su mujer e hijos. El segundo episodio ocurrió pasado el mediodía en un enfrentamiento a tiros entre bandas: una adolescente de 14 años, y madre de un bebé de nueve meses, fue alcanzada por un proyectil cuando salió a hacer un mandado que la dejó internada en estado crítico. Los investigadores no descartan que los hechos estén relacionados.

Alrededor de las 4.30 de ayer, Jorge Maximiliano Pérez, de 36 años, se encontraba en la puerta de su casa ubicada en Centeno al 200 cuando recibió un disparo en la nuca que horas después le costó la vida. Los voceros policiales dijeron que el hombre asesinado no tenía antecedentes penales y trabajaba de empleado, y agregaron que no encontraban testigos del hecho por la reticencia de los vecinos a hablar con los uniformados.

Pocas horas después, alrededor de las 13 de ayer y a unos cien metros del lugar, un feroz enfrentamiento armado a plena luz del día dejó a una adolescente y madre primeriza en estado crítico, cuando uno de los plomos la alcanzó en el abdomen. El tiroteo ocurrió en Garibaldi y Colón y, según la Policía, en el lugar se incautaron más de una docena de vainas y los disparos habrían superado la veintena. La joven mamá, Ludmila Milagros C., de 14 años, fue traslada primero al hospital Roque Sáenz Peña y luego derivada al Heca, donde permanecía al cierre de esta edición en una sala de cuidados intensivos.

Vecinos del barrio dijeron al El Ciudadano que la adolescente había salido de su casa, ubicada en Colón y pasaje Médici, a hacer un mandado y antes de llegar a Centeno quedó en medio de una lluvia de balas producto de una disputa entre bandas, que los mismos habitantes del barrio resumen como “los de Centeno contra los de Ameghino”.

Según esos testimonios, un adolescente –al que identificaron con un apodo– empezó a disparar para el lado de calle Centeno, en tanto dos muchachos que circulaban a bordo de una motocicleta repelieron el ataque con más plomo e hirieron a Ludmila.

Trece vainas servidas sobre calle Colón (del lado de Ameghino) dieron cuenta de la magnitud del ataque, en tanto que otras tres del lado de Centeno indican que fue un enfrentamiento, reflexionaban los vecinos. Fuentes policiales agregaron que la mayoría de las vainas secuestradas eran calibre 9 milímetros y la minoría 22.

Los vecinos expresaron estar cansados de la peleas entre bandas: aseguraron que los tiroteos en esa calle son moneda corriente; que ya no se puede salir a la calle a ninguna hora, y que los chicos tienen que vivir encerrados en sus casas. Una leyenda pintada en una de las esquinas mezclaba desesperanza y clemencia: “Futuro centro San Expedito”.

Es que, hasta ahora, los reiterados crímenes que se cobraron víctimas de todas las edades no han encontrado un final.

Ambos ataques ocurrieron en jurisdicción de la seccional 16ª y son investigados por la Fiscalía de Homicidios Dolosos.

Saga mortal

El crimen de Claudio “Caio” Colli, ocurrido el día de la primavera de 2011, profundizó las diferencias entre bandas barriales separadas por 200 metros: los de Centeno y los de Ameghino, grupos que se disputan el territorio en un contexto narco. En el medio, calle Garibaldi como frontera de ambos territorios: divide las jurisdicciones de la seccional 16ª (al norte) y 11ª (al sur). Por el homicidio de Colli, ejecutado cuando ya había subido a un colectivo, fue detenido un adolescente y, casi tres años después, Nahuel Ojeda, sindicado autor material, a quien le habían incendiado la casa tras el asesinato.

Un año después, un hermano de Nahuel, Leandro Ojeda, iba en moto con su mujer y dos niños cuando fueron atacados a tiros en Ayacucho al 4800 en octubre de 2012. Leandro y Triana Racosky, su hijastra de cuatro años, murieron como consecuencia del ataque.

Antes y después, en un radio de pocas cuadras hubo un sinfín de muertes, no todas vinculadas con la guerra de los de Ameghino y los de Centeno. Las víctimas fatales se apilan: este año, por ejemplo, Emanuel Tomé. En 2013, Nicolás López y Nicolás Basualdo, Cristian Escobar, Fabricio Montes, Franco Gómez, Lucas López, Luciano Cáceres, Daniel Ramírez, Nicolás Brambilla, Hugo Neto y Leonel Segovia.

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