Parada siempre en el mismo lugar, para los homicidas no fue difícil atacarla, en uno de los monoblocks de la zona sur donde la disputa territorial, entre otras cosas por la venta de drogas, ha dejado una decena de víctimas fatales en los últimos siete meses. Tamara Ayelén Bustos recibió los tiros fatales en el atardecer de anteayer por parte de dos muchachos que la emboscaron y huyeron sin problemas de la escena del crimen. Fuentes del barrio aseguraron que la víctima vendía droga para alguien conocido como Gordo Chancho; si bien esto no fue confirmado por la pesquisa, tampoco lo descartaron ya que entre las ropas de la víctima encontraron 10 bolsitas de cocaína. “En la zona hay dos bandas que están enfrentadas y los límites territoriales no están claros”, dijo ayer un investigador.
La chica, de 22 años, estaba en Sánchez de Thompson 31 bis, al oeste de Grandoli, casi sobre la esquina de Lorenzini, en un complejo que se referencia como el Fonavi de Lola Mora e Hipócrates, esquina ubicada a 300 metros de allí. De Grandoli al este, a esa altura, el 4800, está el Fonavi del Parque del Mercado, y al sur de este barrio se encuentra el Municipal, separado del anterior por calle Gutiérrez, la frontera que en la última década ha sido divisoria de dos facciones que han regado de muerte ese sector de la zona sur.
Tamara estaba sola, miraba hacia a los lados, tal vez esperaba algo. Solía pasar mucho tiempo en ese lugar, por eso a los empleados de la fábrica de pastas y también a los del quiosco de la cuadra no les llamó la atención su presencia. “Ella tenía dos nenes y era muy desprolija, pobre. A uno se lo había sacado un juzgado de menores”, señaló una mujer que dijo conocerla. Otro vecino precisó que en otros tiempos la chica solía pedir limosna en la esquina de Pellegrini y Mitre. Cuatro años atrás había sido detenida en un operativo destinado a desbaratar un histórico búnker de Villa Itatí, en Pueyrredón al 2700, acusada de intentar impedir el procedimiento de la Policía antinarcóticos provincial. Mientras caía la tarde del viernes, dos muchachos observaban a la chica escondidos a pocos metros: estudiaban el momento adecuado para atacar, dijo un vecino. Los investigadores suponen que los atacantes tenían a mano una moto, pero un habitante de la zona precisó que se movían en bicicleta.
A las 19.45, los muchachos salieron de su escondite y se abalanzaron sobre Tamara, quien recibió dos tiros gatillados por una pistola 9 milímetros. Luego, cayó al piso y ya no se levantó, porque uno de los plomos le dio en la garganta y le resultó fatal en pocos minutos. El otro tiro le pegó en el pie derecho. Al lugar llegaron tras el ataque efectivos de la comisaría 11ª, la Policía de Investigaciones y el fiscal a cargo del caso, Luis Schiappa Pietra. La Policía Científica dejó constancia de haberse incautado de tres vainas servidas y un plomo que se incrustó en un paredón. Fuentes del Ministerio Público de la Acusación aseguraron tener datos certeros para poder encontrar a los tiradores.
Si bien no fue confirmada, la principal hipótesis del caso que manejan los investigadores está ligada con la disputa por la venta de drogas en la zona sur. No sólo por los dichos de vecinos, quienes aseguraron que la chica trabajaba para el Gordo Chancho, un hombre que se dedica al menudeo de cocaína en la zona; sino porque entre las ropas de la víctima los pesquisas encontraron 10 bolsitas de cocaína. “En ese sector de la ciudad operan dos bandas conocidas, que son lideradas por los hijos de dos familias emblemáticas del crimen rosarino. Una opera en el Fonavi del Parque del Mercado y la otra en barrio Municipal, pero hasta el momento no pudimos establecer a cuál de las dos organizaciones respondía la chica asesinada, aunque presumimos que trabajaba para estos últimos”, señaló una fuente del caso, la que referenció a los primeros con los clanes Ungaro y Funes y a los segundos con el clan Caminos.
El Fonavi de Lola Mora e Hipócrates, donde se produjo el crimen, era dominado hasta hace tres años por el clan Damario, caído en desgracia junto con el clan Bassi tras el crimen, en mayo de 2013, del líder de los Monos Claudio “Pájaro” Cantero. “Tenemos entendido que la gente de Parque del Mercado dio la orden a sus empleados de dispararle a cualquier persona que venda drogas y no opere para ellos. La guerra está a pleno”, cerró otro pesquisa.