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Taparelli: “Estamos llevando la hora de la ciudad a un estatus de museo”

El secretario de Cultura se refirió a la donación del tradicional reloj y carillón de la relojería sudamericana al Museo de la Ciudad. El objetivo es repararlo y volverlo a poner en funcionamiento en el edificio del Museo. El traslado, este sábado 3 de julio

“Estamos llevando la hora de la ciudad a un estatus de museo”, dijo el secretario de Cultura, Dante Taparelli sobre la donación del tradicional objeto y del carillón de la relojería sudamericana al Museo de la Ciudad. La decisión fue una propuesta de vecinas y vecinos del barrio, quienes pidieron la intervención del municipio. El pedido también tuvo eco en el Concejo municipal que solicitó la preservación del patrimonio. Con el respaldo de la familia Van de Casteele, el municipio firmó un convenio con el Museo de la Ciudad para trasladar allí el reloj y el campanario. El objetivo es preservarlos como parte del patrimonio histórico de Rosario y reparar el reloj para que vuelva a marcar las horas, ya no de un barrio, sino de toda la ciudad.

“Hace tiempo que el reloj no funciona pero sigue formando parte del imaginario popular. El barrio lo preservó en su cuidado, memoria y opiniones. La casa no es de valor patrimonial, está en ruinas y es un perjuicio para los dueños tratar de preservarla. Dejar el ícono allí es condenarlos a no poder disponer de la propiedad. Buscamos salvar lo icónico: el reloj. Retirarlo y darle un destino histórico y de memoria es una decisión ecuánime sobre la preservación del ícono y de justicia para los dueños”, dijo Taparelli, a El Ciudadano acerca del traslado de este sábado, desde las 8.30,  acompañado por un pequeño acto con vecinas y vecinos.

https://twitter.com/museodelaciudad/status/1411397731596312576

Según contó Taparelli, la casa fue saqueada, estuvo usurpada y desapareció parte de su patrimonio integrado por piezas de lo que fue la relojería de la familia Van de Casteele. El objetivo es rescatar el reloj para repararlo y volverlo a poner en funcionamiento en el edificio del Museo. “Al llevarlo al museo pasa a la memoria permanente. En vez de ser el reloj de un barrio va a pasar a ser el reloj de la ciudad. Si hacemos dar vueltas sus agujas hacia atrás podemos ver parte de la belle époque de Rosario. Ese reloj ha visto hacerse grande a la ciudad y niños se hicieron viejos mirando a ese reloj”, agregó.

Foto: Gentileza Carlos Ducler.
Del barrio a la ciudad

El año pasado, vecinas y vecinos del barrio enviaron una carta dirigida al Museo de la Ciudad en la que pedían su intervención para rescatar el tradicional reloj. Desde la institución se comunicaron con los propietarios del inmueble, quienes se mostraron predispuestos a la donación.

“Es una respuesta al pedido de vecinos que tienen ese imaginario del recuerdo del sonido de las campanas característico del barrio. Es nuestro deseo restaurarlo. La propiedad permaneció abandonada y le faltan muchas partes al carillón. Vamos a trabajar en la restauración para reinstalarlo en algún lugar del museo y que siga marcando las horas para replicar el imaginario del vecino”, dijo Nicolás Charles, director del Museo de la Ciudad.

Foto: Gentileza Carlos Ducler.

Además del rescate del reloj y el campanario, desde el museo recolectaron relatos, fotos y recuerdos de vecinas y vecinos del barrio. “Trabajamos desde la lógica de museo abierto desde la cual buscamos captar las voces de los vecinos en vínculo con el museo. Buscamos preservar lo tangible y también lo intangible: recolectamos fotos, sonidos, vínculos con la familia y los inmigrantes belgas que pusieron un rubro que no era tan habitual pero que resultó importante para la ciudad. Los relojes de la Plaza Bélgica o de Oroño y 27 de Febrero los puso la relojería. Son parte de la historia de la ciudad y recuperarla es poner en valor el patrimonio de la ciudad”, expresó Charles.

El rescate de este sábado contará con la presencia de miembros de la familia Van De Casteele, además de la participación de personal de Defensa Civil, Dirección de Restauración, Museo de la Ciudad, Secretaría de Cultura y Distrito Centro.

Patrimonio Público: el Museo de la Ciudad recibe como donación un antiguo reloj y campanario

La historia de la Relojería Sudamericana comenzó hace más de un siglo cuando Adolfo Van de Casteele decidió migrar de su Bélgica natal. Afincado en el País Vasco formó una familia e inició allí, en Errentería, un negocio de relojería. A inicios del S. XX llegó al país, según recuerda su familia, y específicamente a Rosario, con el objetivo de trabajar en la instalación del reloj del por entonces edificio de Tribunales -sobre calle Moreno- hoy, Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario.

Foto: Gentileza Carlos Ducler.

A mediados de los años ’20, Adolfo Van de Casteele instaló su negocio en 3 de Febrero al 500. El inmueble en principio fue alquilado, hasta que la familia pudo comprarlo en la década del 60. Desde ese lugar, comenzó la larga historia de la Relojería, dedicándose a la venta e instalación, en un comienzo con maquinarias importadas pero luego ya con fabricaciones propias bajo la firma L. Vestraeten, por Luis Vestraeten, identidad alterna que Adolfo había asumido.

 

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