De ninguna manera podía ser positivo llegar con un invicto tan largo. Tarde o temprano las rachas están para cortarse. Argentina jugó mal y esta vez le tocó perder. Punto. En los 36 partidos que acumulaba sin conocer la derrota también había tenido malas actuaciones, aunque hoy en Doha el desenlace fue diferente.
Y sin Messi no hay equipo. Si el 10 está apagado, el resto se pierde. Él es el alma de la Scaloneta y los demás acompañan. Con Arabia Saudita el capitán fue de mayor a menor, se contagió con el nerviosismo de la mayoría de sus compañeros y adiós Argentina. Así de sencillo. Así de simple.
Di María y De Paul fueron los mismos que la gente tanto se cansó de insultar durante mucho tiempo, Paredes y Cuti Romero demostraron que no están para ser titulares y Scaloni perdió por goleada el duelo táctico con el francés Hervé Renard, quien le complicó la vida a la Selección con el viejísimo truco de tirarle el achique constantemente. Párrafo aparte para el VAR, tan generoso con ese penal en el principio del encuentro como lapidario con los offside milimétricos que sancionó después. Un verdadero atentado contra la esencia del deporte.
Perdió Argentina en el debut y complicó seriamente sus chances de pasar de ronda. Encima se fue con una sensación extraña, como de haber traicionado su propia identidad. Mientras la derrota sirva para volver al camino que lo trajo hasta acá, bienvenida sea. Aún hay tiempo.
