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Tarea pendiente: la reforma tributaria

Por: María Iglesia

La presión tributaria en la Argentina es una de las más elevadas de la región. De cada 100 pesos que una persona percibe en sus ingresos, alrededor de 30 van a parar al fisco. Sólo Brasil supera al país, en donde alcanza un 36 por ciento, porcentaje similar al de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde).

“Frente al fuerte crecimiento de la presión tributaria en la Argentina en los últimos años, el cual muestra niveles históricos nunca alcanzados en el pasado y que han superado las expectativas más optimistas, no puede dejar de plantearse la pregunta sobre las posibilidades de sostenibilidad futura de la misma”, sostienen los economistas de la Cepal, Oscar Cetrángolo y Juan Carlos Gómez Sabaini.

Sin embargo, pese a que en los países de la Ocde el porcentaje que se paga en impuestos es mayor que el de la Argentina, los principales tributos que se recauda en esos Estados son impuestos directos, es decir, aquellos que se imponen a individuos o a empresas, como los que se aplican sobre la renta, los ingresos derivados del trabajo y los beneficios. Dentro de esta categoría en la Argentina, el principal, es el impuesto a las Ganancias. Por otra parte están los indirectos, tal como el IVA, que grava el consumo de los contribuyentes.

En la Argentina, la principal fuente de la recaudación impositiva es el IVA. El año pasado, de los 329.000 millones de pesos que ingresaron a la AFIP, un 28 por ciento provinieron de este tributo. A su vez, por el impuesto a las Ganancias ingresaron 55,5 mil millones de pesos, es decir, un 17 por ciento del total, diez puntos porcentuales menos que el aporte del IVA.

Esta diferencia entre lo que se percibe por el principal impuesto directo (Ganancias) y el principal impuesto indirecto (IVA) es una de las características del sistema tributario argentino, esto es, su regresividad. Que una estructura impositiva tenga estos atributos no es deseable, ya que se traduce en que los sectores de menores ingresos paguen más impuestos en relación a los que se encuentran en la parte más elevada de la pirámide distributiva.

Pese a que desde distintos sectores se advierte de la regresividad del sistema tributario argentino y de la necesidad de una reforma para volverlo más progresivo, las últimas modificaciones no fueron en ese sentido. Una de las posibilidades sería aumentar los tributos directos, tal como el impuesto a las Ganancias, y reducir los indirectos, tal como el IVA.

Uruguay hizo algo en este sentido en los últimos años. A diferencia de otros países de la región, es el único que grava la renta que se origina en las ganancias de capital. Con la introducción de su sistema de “renta dual” a la uruguaya (inspirado en modelo de Estados nórdicos), impuso una tasa fija de 12 por ciento sobre las rentas de capital y un esquema progresivo para las que se originen en el trabajo (tal como lo es en la Argentina hoy), que tributan hasta un 25 por ciento.

Con este nuevo esquema, que además incluyó la reducción de la tasa básica del IVA de 23 por ciento a 22 por ciento y la reducción de la alícuota mínima del 14 por ciento al 10 por ciento, los uruguayos lograron volver más progresiva su estructura impositiva. “La introducción del impuesto dual a la uruguaya hace que el conjunto del sistema tributario se torne progresivo y redistributivo”, sostiene el economista de ese país, Alberto Barreix, analista del Banco Interamericano del Desarrollo.

Distintos economistas que estudian el sistema tributario argentino coinciden en la necesidad de una reforma a la estructura impositiva en la Argentina. Sin embargo, pese a identificar esta falta, también advierten que no está dado el contexto político para impulsar una modificación de características global en este momento. Es así que se suma otra tarea más pendiente para el próximo gobierno.

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