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Tati Español: «Quedamos atrapades en la idea de que el placer está en el otre»

La autora aborda en su libro "Todo sobre tu vulva. Apuntes sobre el placer" el ocultamiento del goce de la mujer de la mano de la religión y de un modelo médico hegemónico masculino que negaron la anatomía femenina con supremacía del clítoris como punto de partida del orgasmo

«Las personas con vulva y las mujeres en particular hemos sido históricamente vistas como la respuesta al goce y el placer masculino y no como seres con derecho a gozar de nuestra propia sexualidad», dispara Tati Español en su libro Todo sobre tu vulva. Apuntes sobre el placer, en el que busca desandar un camino de desinformación y negación del cuerpo y la sexualidad de la mujer, como forma de dominación del patriarcado.

La escritora tomó el nombre del libro de los seminarios que dicta desde 2018 a mujeres, personas transgénero y personas no binarias y hasta varones que llegan a los encuentros a pedido de sus parejas. «Para que comprendan que para muchas de nosotras la sexualidad no fue un espacio seguro durante mucho tiempo», apuntó.

Con un correlato en lo visual, a través de imágenes detalladas de la vulva y zonas erógenas que remiten al juego erótico, Español abordó en el texto, recién editado por Planeta, la historia del ocultamiento del placer de la mujer de la mano de la religión y de un modelo médico hegemónico masculino que negaron la anatomía femenina con supremacía del clítoris como punto de partida del goce, y que recién fue reivindicado como tal en la década del 70 y descrito anatómicamente en los 90.

Las implicancias culturales del relegamiento de la mujer como sujeto de deseo también ocupan un lugar importante en la obra de Español, quien en diálogo con Télam advirtió: “El no priorizarnos, el no poder vernos como sujeto deseante (o hacerlo con culpa) nos limita en todas las áreas, ya sea en lo vincular, en lo sexual, y en lo personal. Gana el patriarcado, y nos mantiene en nuestro rol, ese rol de geisha, de dadora de placer, de objeto de deseo, de entrega, de paciencia, que nos lleva muchas veces a caer en vínculos violentos”.

Sobre el proceso de investigación respecto a las personas con vulva que Español realizó para este libro, compartió: “Fue un proceso súper frustrante, y duro. Para lo que es información pura y dura, me enmarañé en un mar de libros, papers, citas, notas al pie, búsqueda de fuentes. Pero, cuanto más profundizaba, más difícil me era acceder a la información, llegaba siempre a puntos muertos, libros que no aparecían, que no se editaban más, que no conseguían en internet, ni en el país, o que eran carísimos. Cuantas más preguntas podía responder, cuanto más ligada al feminismo estuviese la autora, y más liberadores fueran los textos, más difíciles de conseguir”.

“Para las partes más personales -continuó-, como cuando hablo de porno o autoestima, me tuve que dejar atravesar por esos temas, hundirme en mí y en las experiencias de todas las personas con las que trabajo o dialogo en Instagram, y es súper doloroso ver, vivir y leer todas las opresiones a las que somos sometides tan desde adentro. Hoy, en talleres, acompañamientos, grupos, o seminarios de género sigue siendo durísimo escuchar todas nuestras realidades sexuales juntas”.

Además, consultada sobre hasta qué punto considera que se obtura la posibilidad de dar cuenta del placer de la mujer y qué intereses se pusieron en juego para que así ocurriera, dijo: “Hasta el punto más oscuro, y más íntimo que pueda haber. Lo veo cruda y claramente cada día que trabajo. Si no ofrecemos algo de batalla, la mayoría de nosotres quedamos atrapades en la idea de que el placer está en el otre y no en nuestro cuerpo. De que el placer es algo que hacemos para le otre, y no para nosotres mismes. No nos enseñan a conectar con él, sino a sentir culpa, vergüenza y miedo del placer. A sentir que no lo merecemos (o que solo lo merecemos después de un gran esfuerzo y/o entrega). Nuestro placer es revolucionario, porque en la medida en que le damos importancia, prioridad y búsqueda, nos vamos liberando de las imposiciones patriarcales”. Y agregó: “Que nos hayan negado el placer (todos los placeres), que nos hayan confundido a tal punto que nos cueste decir que no a lo que no queremos, o pedir, expresar lo que sí queremos, es tan funcional al sistema patriarcal como el resto de sus herramientas. El no priorizarnos, el no poder vernos como sujeto deseante (o hacerlo con culpa) nos limita en todas las áreas: en lo vincular, en lo sexual, y en lo personal. Gana el patriarcado, y nos mantiene en nuestro rol, ese rol de Geisha, de dadora de placer, de objeto de deseo, de entrega, de paciencia, y eso nos lleva muchas veces a caer en vínculos violentos, dañinos y a ser operatives a sostener un sistema que pretende que nos operemos hasta los genitales para que parezcan los de una niña”.

En su libro Español afirma que «la vulva era un elemento sagrado en los primeros registros históricos del arte» y luego se fue perdiendo con la religión hebrea y se sustituyó por imágenes fálicas. Es por eso que afirmó que se tenía “una visión totalmente más avanzada” de la sexualidad que todo lo que vino después. “Fue en un pasado muy lejano, previo a las religiones judeocristianas. En realidad, falo y vulva mantenían un mismo estatus en muchas culturas previas a la era común, y eran ambos signos de adoración. Tanto en muchas antiguas culturas paganas, como en distintas culturas originarias aquí en Latinoamérica, antes de la colonización la sexualidad en sí misma era valorada (a veces desde lo reproductivo, a veces desde lo recreativo). El sexo muchas veces se usaba además de como una actividad placentera y divertida en la liturgia, y las bacanales, también como elemento cohesionador del grupo. La homosexualidad no era castigada, y la monogamia no era norma”, detalló.

A su vez, y ante la pregunta de qué manera se configuró la mujer en una sociedad de tanta prohibición y sojuzgamiento, donde se le otorgó la función reproductiva y se la canceló como sujeto de goce, sostuvo: “A través de dispositivos de disciplinamiento profundamente enraizados en nuestra sociedad, instalados por procesos larguísimos a través de la historia, que nos han hecho naturalizar las violencias a las que nuestros cuerpos y psiquis son sometidas. Hemos naturalizado la violencia, el acoso en la adolescencia, niñez y adultez, la belleza como imperativo, el no disfrute, y la no pertenencia de nuestro propio cuerpo. El dominio de nuestras funciones reproductivas. La historia de nuestra sexualidad es la historia del patriarcado controlando y dominando nuestro útero y nuestra capacidad reproductiva como lo hace con cualquier otra herramienta. Manteniendo controlado, sometido y lleno de vergüenza al placer se nos domina mucho más fácilmente. Si no podemos empatizar con nosotres mismes y escucharnos va a ser difícil poder valorar nuestro deseo”.

Además se pudo ver en su trabajo la necesidad de reeducación sexual dando a cada órgano su nombre, como el caso de la vulva. Ante esta función de difusión, cercana a la docencia, la escritora aseguró sentirse “feliz, más feliz imposible”. “Jamás hubiese pensado cuando empecé a investigar que podía ir sucediendo algún cambio. En el 2018, cuando arranqué a hacer mis talleres, publicaba los flyers, y la gente (incluidas mujeres) se reían de la palabra vulva, me decían todo tipo de pavadas. Hoy la siento bastante más instalada, y eso es un gran avance, y me siento muy orgullosa de ser una de las tantas personas que contribuimos en hacer ese pequeño pero inmenso cambio”.

“Aunque si nos corremos un poquito de nuestros propios entornos y círculos aún hay muchísimo rechazo y desconocimiento de la palabra vulva. Que toda la vida hayamos tenido nombres ridículos, infantiles, despectivos, silenciantes y sobre todas las cosas distintos en cada familia, para nombrar a nuestra genitalidad, contribuye mucho con la culpa y vergüenza que rodea a nuestra genitalidad (única parte del cuerpo que nos cuesta mencionar por su nombre correcto) y también impide la detención temprana de casos de abuso en la infancia”, agregó.

Libertad para gozar

Ante la tendencia a pensar que todas las personas gozan de la misma manera y qué trampa encierra esa visión, Español indicó: “Porque la frustración y confusión es con lo que se nos domina y somete. Frustrades y confundides somos más fáciles de manipular y más propenses a consumir soluciones. Hoy no paran de vendernos productos, técnicas, tips para resolver nuestros problemas sexuales o para emparchar, no para realmente hacer una búsqueda y una valoración de la sexualidad propia y única de cada persona”.

“Si entendemos que cada persona tiene su único modo de gozar, sus propios tiempos sexuales, zonas erógenas y búsquedas, no nos queda otra que la exploración y tratar de entendernos y valorar lo propio. Pero si nos enseñan que somos todes iguales, y que debemos gozar de una única manera, vamos a estar todo el tiempo tratando de alcanzar lo que alcanzan los demás, anestesiades en búsqueda de un camino ajeno”, se explayó.

Por otro lado, en este sentido la autoestimulación relegada dentro de la cultura sexual argentina y la idea de que el goce es sólo con otra persona, enfatizó: “Hoy lo vemos expresado en muchas conversaciones sobre sexualidad, hasta en memes y en frases que pecan de inocentes. La búsqueda del placer propio e individual no está valorada en nuestra sociedad, y encima está silenciada, y censurada».

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