Brian Nicolás Aguirre tenía 15 años. En septiembre de 2015 salió con sus amigos. Eran cuatro y estuvieron en un bar conocido como La Pecera. Se fueron a tomar el colectivo frente a la Terminal de Ómnibus cuando decidieron tomar un taxi hasta zona oeste que terminaron asaltando. La presencia de un arma cambió todo dentro del habitáculo. Los pibes corrieron y Brian recibió dos disparos en la parte alta del tórax que le afectaron los pulmones. Los balazos le salieron por la espalda. Por el crimen, un taxista, que se encuentra en arresto domiciliario, enfrenta un juicio oral que empezó este jueves. La Fiscalía dijo que llevaba un arma en el auto y cuando ya lo habían robado los corrió a tiros. Pidió 15 años de cárcel para el chofer por homicidio agravado por el uso de arma o, subsidiariamente, 8 años por exceso en la legítima defensa. Según su defensa, el taxista había sufrido un hecho similar en 2006, cuando lo balearon y casi pierde la vida. Y en esta oportunidad se defendió con un arma que llevaban los ladrones. Pidió la absolución o, en su defecto, la pena mínima por exceso en la legítima defensa. El tribunal que preside el debate está compuesto por los magistrados Mariano Aliau, Gonzalo López Quintana y Gastón Becerra.
Brian, Ignacio, Gaspar y Franco salieron la noche del 20 de septiembre de 2015. Se quedaron en un bar cercano a la Terminal. Cerca de las 5.20 de la mañana se fueron a tomar el colectivo y un taxi Chevrolet Corsa llegaba con un pasajero. Decidieron usar el servicio. Tres se sentaron atrás y uno junto al chofer, Enrique Ramón Romero. Le pidieron que los llevara hasta Donado y Mendoza y, al llegar a destino, le reclamaron que entrara por Donado hasta Cochet. Uno de ellos contó que el chofer “venía mal hablado” y decidieron en ese momento robarlo.
El que iba sentado atrás lo tomó por el cuello mientras que otros dos, entre ellos el que estaba sentado adelante, comenzaron a pegarle. Otro de los declarantes dijo que le sacaron un bolsito y el chofer le pidió que le dejaran la documentación. Al abrir el botinero, dijo este muchacho, vio algunas balas y todos huyeron. Dijeron que no tenían armas y que apenas escapaban se escucharon los disparos. Brian Aguirre, que estaba sentado atrás y al medio, había corrido en la misma dirección que otros dos amigos, hacia un pasillo del Fonavi de Supercemento. En ese recorrido recibió dos balazos en la parte alta del tórax que apenas le permitieron correr unos metros más antes de muerto. En el lugar se levantaron 5 vainas calibre 32.
Los tres amigos de Brian actualmente enfrentan una causa por robo agravado, sólo uno de ellos en la Justicia de mayores, porque el resto tenía menos de 16 años al momento del atraco.
Filmación y denuncia
Parte de la llegada del taxi al lugar y la secuencia de la salida de los amigos del auto quedó registrada en una cámara de seguridad. También la salida del vehículo. Unas dos horas después, Romero se presentó en la subcomisaria 22ª, donde radicó una denuncia por robo. Dijo que tres pibes le habían robado la recaudación y un botinero. En la denuncia consta que no fue lesionado. Luego fue llamado para ampliar la declaración, pero el chofer no regresó a la seccional. Fue detenido al salir de su casa casi una semana después del hecho. El arma utilizada nunca se encontró.
El chofer
Una de las declarantes en el juicio fue la esposa de Romero. La mujer contó en el año 2006 su marido fue víctima de un robo mientras trabajaba como taxista. Aseguró que le pegaron un tiro en el pecho que le afectó el pulmón y estuvo 17 días en coma con respirador. Permaneció internado casi un mes y luego debió continuar con tratamientos ambulatorios, entre ellos uno psiquiátrico, porque comenzó a sufrir ataques de pánico. La mujer contó que tras el robo su suegra sufrió un ataque de presión y al tiempo falleció.
La mujer dijo que el hombre dejó el taxi, pero después de un tiempo no le quedó más remedio que volver al volante para mantener a su familia. Tienen cuatro hijos, uno de los cuales está preso. Ahora se encuentra en arresto domiciliario y se mantienen con la venta de supremas y ensaladas que prepara su esposo, dijo la testigo.
Romero también habló. Dijo que durante el viaje la situación se complicó: veía que los pibes se hacían señas, hasta que llegó hasta Donado y Mendoza. Los pasajeros le insistieron para que los llevara una cuadra y media más y lo convencieron. Recorrió ese trayecto y, al detenerse, el que iba detrás de él lo agarró del cuello y otros dos empezaron a pegarle. Lucharon y apareció un arma de fuego y una blanca, aseguró.
Dijo que los golpes y los recuerdos del robo anterior lo dejaron bloqueado. Contó que a uno de ellos se le cayó el arma entre los dos asientos y no recuerda nada más, aseguró. El fiscal Adrián Spelta le marcó algunas inconsistencias, como la denuncia que hizo después en la que aseguró que eran tres los ladrones y no habló de armas ni golpes. El hombre dijo que hubo cosas que no se pusieron en la denuncia y otras que no recordaba.
Spelta pidió 15 años de prisión por homicidio agravado por el uso de arma al entender que ya había cesado la agresión cuando disparó. El médico forense explicó que el chico recibió dos impactos de bala en la parte alta del tórax, uno del lado izquierdo que le afectó el pulmón y le salió debajo del omóplato y el otro del lado derecho, que salió por la espalda cerca de la columna. El profesional dijo que el recorrido fue de arriba hacia abajo. Lo que implica, por la altura de la víctima, que el tirador estaba elevado o la víctima agachada.
Subsidiariamente, el fiscal solicitó una condena de 8 años de cárcel por exceso en la legítima defensa y la portación de arma. Mientras que el defensor, Gabriel Navas, pidió la absolución de su cliente al entender que actuó en legítima defensa, pero en caso de que su pretensión no sea recogida por el tribunal solicitó la aplicación de la pena mínima por exceso en la legítima defensa.