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TDA en Argentina: un proyecto que, desde lo técnico, suma a la justicia social

Al cumplirse catorce años del inicio de la Televisión Digital Abierta (TDA) en Argentina. Paso importante hacia un nuevo paradigma productivo y de circulación de contenidos

Osvaldo Mario Nemirovsci (*)

Se cumplen en estos días 14 años del inicio de la Televisión Digital Abierta (TDA) en nuestro país. Ya habían pasado unos años desde el momento que comenzamos a pensar su factibilidad, su realización y abordamos los primeros pasos. Y en aquel agosto de 2009 comenzamos.

Y la pensamos para que en nuestro país y en virtud de la adopción de la norma ISDB T, comúnmente conocida como la “norma japonesa”, nuestros hogares reciban más cantidad, gratis, de señales y una mejor calidad de imagen y sonido.

Pero esto es solo una parte, entendimos entonces y sigue siendo el valor más alto de concreción de esta innovación tecnológica, que debíamos usar este sistema para alentar nuevos contenidos (logrado mediante concursos de Incaa y nuestra tarea en la creación de los Polos Audiovisuales Tecnológicos junto a las universidades nacionales), democratizar el acceso regional y social a la televisión gratuita (lo hicimos con la instalación de más de 85 antenas EDT en todo el país), ver TV sin pagar, en los celulares y otros dispositivos móviles, garantizar accesibilidad a la TV a personas con discapacidad (excelente tarea llevada a cabo por el Consejo de TDA con su equipo de Accesibilidad y que logró que personas ciegas, ambliopes, sordas, con discapacidad motriz y otro inconvenientes de daño cerebral pudieran vincularse por primera vez con la televisión).

Tuvimos la certeza de incorporar en acuerdo con Brasil un mecanismo de software que permite interactividad entre el público usuario receptor y el emisor de contenidos, y quebrar el tradicional flujo vertical de información y entretenimiento y pasar a una verdadera relación bidireccional en los medios de comunicación.
Este sistema de TV digital es mucho más que un concepto técnico y me atrevo a decir que se inscribe en el concepto de justicia social.

El sistema tiene una fácil explicación. La onda analógica, la famosa “onda hertziana” se traduce binariamente o sea que se convierte en unos y ceros mediante lo cual se digitaliza.

Esto hace que se comprima la señal con lo cual ocupa menos espacio en el espectro radioeléctrico, pero a la vez también consume menos energía (casi 66 por ciento menos) y se utiliza menos potencia para su aplicación.
De cada señal analógica actual, mediante un proceso de multiplicación, se pueden obtener ocho segmentos (señales) que en definición estándar (SD) pueden emitir contenidos o si se quiere pueden usar dos señales en alta definición(HD).

Esto se llama “dividendo digital” y fue nuestra sugerencia que el Estado nacional en su rol administrador del espectro, asuma esta porción de frecuencia para orientar su utilización en función de las necesidades culturales, sociales, educativas, regionales y tecnológicas de la Argentina. Si se hizo o no, ya es otra cuestión, o tema de otras administraciones. No se hizo, desde ya.

Asumimos, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y la responsabilidad del ministro Julio De Vido en Planificación, la iniciativa de digitalizar la televisión argentina mediante un estándar determinado que unificaba parte de América Latina en el mismo sistema.

Brasil, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile, Venezuela y Argentina tomaban esta norma. Fue lo correcto ya que impulsamos un desarrollo digital conjunto y un mercado de software y contenidos mayoritario y sobre todo aseguramos que la Argentina lidere un programa de transferencia tecnológica, fundamentalmente desde Japón, que debería tener fuerte impacto en la posibilidad de construcción nacional de conocimiento y aplicación local de software y en la consolidación de una plataforma tecnológica local.

La digitalización de la TV fue el primer paso hacia un nuevo paradigma productivo basado en lo digital y que entornará a múltiples actividades industriales, de bienes y servicios.

Por eso, cuando Argentina en 2009, toma esta determinación está abriendo un camino al futuro productivo de la Nación y poniendo la capacidad del Estado al servicio de la fabricación nacional, la generación de empleo, la capacitación de trabajadores, técnicos y profesionales de grado y la apertura académica de un nuevo universo del saber que es el de las comunicaciones digitales.

Destaco que en los acuerdos firmados con Japón logramos que se mencione la gratuidad en el uso de la propiedad intelectual de este sistema y el no pago de regalías por patentes y aplicaciones.

Pensamos una televisión igual para todos. Con una estética democratizada en sus colores, tonos y sonidos sin interferencias, ruidos ni fantasmas de pantalla. Se ve igual en cualquier localidad pequeña de la Patagonia o del norte que en los centros urbanos más poblados y ricos.

No fue casual tener una mirada social y compensatoria hacia los sectores más postergados o tal vez una actitud resarcitoria de derechos para con esos sectores y colaboramos desde el Estado en la facilitación de acceso a la recepción mediante uso de los conversores, que entregamos gratuitamente a millones de personas.

La nueva tecnología no la concebíamos como algo que solo pudieran disfrutarla lo que podían costearla.
Por eso, este sistema de TV digital es mucho más que un concepto técnico y me atrevo a decir que se inscribe en el concepto de justicia social.

(*) Licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades – Ex Coordinador General del Consejo de Televisión Digital Terrestre en Argentina (TDA)

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