El presidente de Brasil, Michel Temer, anunció ordenó este viernes que las fuerzas federales de seguridad (fundamentalmente al ejército) actúen para desbloquear las rutas que están cortadas desde hace cinco días por camioneros que reclaman la baja en el precio del gasoil y desconocieron un acuerdo firmado el miércoles entre entidades patronales y el gobierno.
“De inmediato vamos a implementar el plan de seguridad para superar los graves efectos del desabastecimiento causado por esta paralización. Accioné a las fuerzas federales de seguridad para desbloquear las rutas y les pido a los gobernadores que hagan lo mismo”, dijo el presidente brasileño en cadena nacional.
Temer expresó que el gobierno tendrá “coraje” para impedir el desabastecimiento que ya afecta a varias ciudades y provocó el colapso del sistema aéreo, con cancelación de vuelos y el cese del transporte público.
“No permitiremos que la población se quede sin los productos de primera necesidad, no permitiremos que los consumidores se queden sin productos, no vamos permitir que los hospitales se queden sin insumos para salvar vidas”, advirtió el mandatario.
Temer dijo que el gobierno aceptó 12 reivindicaciones del movimiento de transportistas autónomos, como reducir el 10% en el precio del gasoil, con estabilidad de precio cada 30 días, hecho por el cual el gobierno deberá resarcir a la estatal Petrobrás.
Desde el año pasado Petrobrás eliminó la regulación en el precio del combustible y el gasoil, por lo que, aumentó todos los días, al ritmo del precio internacional del petróleo.
Temer acusó a una “minoría radical” de la escalada del conflicto y advirtió que será responsabilizada.
Mientras el presidente brasileño amenaza con “romper” la huelga, una de las principales organizaciones del sector, la Asociación Brasileña de Camioneros (Abcam), que reivindica 700.000 adherentes autónomos (en su gran mayoría propietarios de un solo vehículo), rechazó el pacto y llamó a mantener los bloqueos.
“Nadie va a conseguir sacar a los camioneros, va a correr sangre”, advirtió José da Fonseca Lopes, presidente de Abcam.
En la tarde de ayer fuerzas federales se habían apostado en una refinería de Petrobrás en Duque de Caixas. Cuatro camiones cargados de combustible esperaban la orden de salida los que serían escoltados por la policía hasta su destino.
Un país paralizado
La crisis, a menos de cinco meses de las elecciones presidenciales, obligó a cancelar vuelos por falta de combustibles en el aeropuerto de Brasilia, paralizó la totalidad de las cadenas de montaje de automóviles, redujo la actividad de grandes frigoríficos y provocó una disparada de precios de los combustibles y de los alimentos.
La ciudad de San Pablo, capital económica y financiera del país, decretó el estado de emergencia, una medida que le permitirá entre otras cosas requisar o decomisar bienes privados, como el combustible almacenado en una estación de servicios.
La movilización “pone más en evidencia la debilidad de este gobierno y va a tener un impacto electoral, porque el gobierno va a ser como un leproso: cuando trate de acercarse a cualquier candidatura, todos van a huir de él”, dijo a la AFP el analista político André César, de la consultora Hold.