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Mariano Romero: «Tenemos que garantizar que la democracia transforme la realidad de los ciudadanos»

Fue el candidato más votado en las internas del peronismo para el Concejo municipal. En diálogo con El Ciudadano repasa los problemas más urgentes de la ciudad y posibles acciones así como analiza el panorama electoral nacional

En las internas del peronismo para definir la cabeza de lista al Concejo, ganó un militante territorial. Mariano Romero tiene 32 años, es miembro de la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod), es abogado, hizo hasta cuarto año de Ciencia Política y desde que entró a la UNR a sus 18 años es un militante político.  

Empezó en el Movimiento Evita y hoy es candidato por esta fuerza. Sin embargo, hubo unos años en donde militó en una organización social, de trabajo en barrio Saladillo así como de asistencia a personas en situación de calle. Ahí estuvo codo a codo con personas que hoy forman parte de la gestión de Pablo Javkin o de Ciudad Futura, partido con el que hicieron una alianza a nivel local y provincial. Valora esos cruces. Los trae a colación en la entrevista con El Ciudadano, donde explica también cuál es la mirada de gestión que comparten con su candidato a intendente, Juan Monteverde, de Ciudad Futura.

Sobre esa alianza dice: “Nos permite algo un poco más transversal, unir distintas tradiciones políticas. En el fondo en la sociedad que queremos, la Rosario que queremos, tenemos coincidencias plenas. Por ejemplo, que la ciudad esté completamente urbanizada, que no haya barrios que no tengan acceso a servicios básicos e indispensables. Una Rosario que esté orientada a la producción y deje de ser exclusivamente una ciudad de especulación financiera de las inmobiliarias y de servicios”.

En relación a la cantidad de crímenes diarios que golpean la ciudad plantea: “Creemos que hay que abordarlo por arriba, por abajo y por el medio: los flujos de dinero, ahogar a las estructuras complejas; transformar los organismos de control, las fuerzas de seguridad y darles otra impronta con control civil; y también una serie de transformaciones por abajo que atañen a las causas más profundas del delito, que en todo caso son más sociales y no necesariamente ligadas a la pobreza en sí misma”

—¿Qué es lo que más te preocupa de Rosario?

—Sin lugar a dudas la violencia. A nosotros nos toca muy de cerca. Como somos una organización compuesta mayoritariamente por personas de los barrios, todos los años nos matan varias personas que participan. Tengo un montón de compañeros, amigos que han transitado un montón de etapas y que están muertos. Nos toca muy de cerca, no es algo que tocamos de oído o que vemos a través de estadísticas sino que también le ponemos cara, trayectoria e historia. Es algo muy duro.

Aparte tiene una impronta muy negativa a nivel nacional. Impacta hasta en la producción. Por sus situaciones de violencia, Rosario muchas veces espanta sectores productivos e inversiones productivas, espanta al turismo. Eso permea a absolutamente todo.

—¿Podés nombrar tres propuestas de la lista que encabezás para el Concejo?

—En realidad tenemos múltiples propuestas, es difícil seleccionar tres. Hay muchas cosas que venimos sosteniendo por fuera del Estado y otras que no, pero que vemos que son necesarias. Como los corredores escolares seguros, garantizar un ingreso y salidas de las escuelas. Necesitamos una ordenanza que vaya en ese sentido. Es algo muy sencillo. Es posibilitar que haya organismos de control en los lugares más calientes para que las escuelas no pierdan días por balaceras. Que haya iluminación, alumbrado público como corresponde, que el transporte público llegue en tiempo y forma en horarios de entrada y salida. Que se erradiquen los microbasurales, que se pavimenten y se mejoren las calles para que los pibes y las pibas puedan acceder los días de lluvia principalmente.

—¿Cómo es la situación de los microbasurales?

—En muchos de los barrios la recolección de residuos es mala o no existe entonces se hacen microbasurales donde por lo general el mecanismo de recolección es través de palas mecánicas y camiones volcadores. Es complejo porque los pastizales y los microbasurales son lugares que muchas veces son tan altos que las personas que cometen delitos las usan para esconderse, para escabullirse. La recolección en Rosario es crítica.

Por otro lado, la ciudad no tiene ningún espacio municipal de primera infancia, no hay ninguno público. Sólo hay en convenio con la provincia o con la nación, llevados adelante por organizaciones sociales, con poco financiamiento. Por esto muchos  sectores de menores ingresos cuando son padres o madres tienen que resignar el trabajo porque no les es redituable en términos económicos dejar a sus hijos con una niñera. A veces cobran menos. Si no tenemos en los barrios populares espacios de primera infancia, previos al jardín, que puedan garantizar el cuidado y la educación de las niñas y niños más pequeños también vamos a tener problemas para la inserción laboral de esas personas. Es bastante sencillo de llevar adelante, no requiere ni siquiera mucha inversión. 

Por otro lado, algo que es preventivo en términos de seguridad pero que es una política de salud pública: que existan dispositivos de abordaje de consumo problemático. En 2011 habíamos presentado algunas propuestas con respecto a esto y se crea un área específica del municipio durante esta gestión y para mi fue algo positivo. El problema es que no se generan nuevos dispositivos. Es decir, se hacen dispositivos de asesoramiento centralizados sobre cosas que ya existen y que no funcionan del todo bien. En el territorio no tenemos ningún dispositivo de los barrios populares de abordaje de consumo problemático financiado por el municipio. Lo que hay son organizaciones sociales o religiosas en convenio mayoritariamente con nación o con provincia. Debe haber unas veintipico, pero tenemos 112 barrios populares. No hay ningún abordaje preventivo y la persona que transitó algún tratamiento de mayor intensidad, por ejemplo una internación, cuando vuelve al barrio se encuentra sin ningún acompañamiento y con las mismas dificultades que los llevaron al consumo. Puedo seguir nombrando los proyectos pero estos son urgentes y de fácil resolución.

Obviamente siempre es necesario contar con el ejecutivo pero lo que pasa es que muchas de las ordenanzas que se crean después caen en saco roto por algún incumplimiento del Ejecutivo. Por ejemplo, la agencia municipal antilavado era clave. Es una herramienta fundamental y hoy está totalmente vaciada de contenido. Así, el Municipio no ataca a los grandes lavadores de dinero que son fundamentales para la estructura narco o las estructuras criminales complejas. El municipio otorga habilitaciones para el comercio a unos de dudosa procedencia de sus ingresos, otorga habilitaciones para grandes emprendimientos inmobiliarios y no controla cuál es el flujo del dinero o si lo hace eventualmente esa información no va a ningún lado. Tiene mucho para accionar en ese sentido.

—Maximiliano Pullaro quedó muy bien posicionado para ganar la gobernación de Santa Fe, ¿cómo ves ese panorama?

—Espero que no. Para mi Marcelo Lewandowski va a crecer mucho, sobre todo porque en Rosario los lugares donde mayor cantidad de votos sacó, que fueron los barrios populares, es donde menor participación hubo. Por ejemplo, en la seccional 16 hubo un 48 por ciento de participación, en la seccional 11 un 50 por ciento en las PASO provinciales. En el centro la 1, 2 y 3 hubo un promedio de un 73 por ciento de participación, lo que quiere decir que muchísimos votantes en lugares donde al peronismo, al campo nacional y popular, le va mejor no fueron a votar.  Creo que hay una posibilidad de crecimiento. Obviamente es una elección compleja, mucho más compleja que la local.

—Hay gestiones que dicen, a veces, no poder avanzar con algunas transformaciones porque no les compete a los Ejecutivos locales o dicen no contar con el apoyo de otros niveles del Estado

—Para mí es indudable el rol que tienen los Estados locales. No debería existir el Estado municipal si lo reducimos pura y exclusivamente a alumbrado, barrido y limpieza. Para eso contratamos un servicio privado y listo. El Estado municipal tiene un montón de potestades, es el de mayor cercanía con el vecino. Incluso en la cuestión macroeconómica nacional puede torcer el rumbo con políticas contra cíclicas en lo local. Por ejemplo, si creás una nueva forma de comercialización y producción de alimentos, aumentás la oferta y la distribuís. Hasta podés generar acciones de impacto en lo económico local.

Ni hablar en la cuestión de seguridad, como decía antes. Primero por arriba tiene mucho por aportar, como la agencia antilavado. Por abajo, la urbanización de los barrios populares no es una cuestión que solamente atañe a las condiciones de vivienda o a las condiciones de acceso a los servicios. Hay zonas de Rosario donde hubo por lo menos cuatro homicidios en menos de un año y hoy siguen sin alumbrado público. 

Hay muchísimo para hacer por parte del Municipio pero si no conocés la ciudad no la podés intervenir. 

Sobre los dispositivos de abordaje de consumos problemáticos no hay una relación matemática pero sí la hay: si no abordás esa problemática algún impacto con respecto al delito tiene. Dejar abandonados a los clubes de barrio, que tanto sentido de pertenencia generan, que tanta identidad forjan, permiten por ejemplo que el único modelo identitario de pertenencia en el territorio sea el de una banda. Si no se generan oportunidades de laburo, si se invisibiliza la economía popular y no se le otorga nada para respaldarla y que tenga ingresos estables y dignos, se genera una ciudad que expulsa.

Es muy difícil abordar la cuestión de la seguridad si no se atacan también las causas sociales. Incluso creo que el Municipio tiene para aportar mucho más que otros niveles del Estado.

—¿Te sorprendieron los resultados de las elecciones a nivel nacional?

—Más o menos. Hay un rechazo muy grande a la gestión del gobierno nacional, la cuestión económica es muy mala y compleja. Indudablemente iba a tener un impacto en lo electoral. En los tres oficialismos hubo un impacto negativo por una realidad que es muy compleja y a nivel nacional se manifestó por una forma de rechazo a la política tradicional que venía de cuatro años de Macri que no dio respuestas a nuestro pueblo, profundizó algunos problemas existentes y creó otros; y de cuatro años de Alberto que en los que la situación no mejoró demasiado. Entonces, fue un castigo a los dos grandes sectores gobernaron estos ochos años. Eso se veía venir. El tema es que la salida a eso fue completamente improvisada e incluso riesgosa para la propia democracia: el voto a Milei.

—Te preocupa.

—Por supuesto. Y no solamente el contenido de lo que plantea sino la improvisación copn la que lo plantea. No veo que exista ningún tipo de gestión posible de gobierno atrás. De hecho, Milei es actualmente el diputado con mayor ausencia en la cámara y el que menor cantidad de proyectos presentó. De hecho no presentó ninguno propio sino que ha sido cofirmante sobre todo pedidos de informes. 

Es muy complejo el panorama que se avizora. Sobre todo porque piensa atacar algunos bastiones fundamentales y muy consagrados socialmente en Argentina. No sólo en términos de derechos laborales sino por ejemplo en el acceso a la salud y la educación pública. En un contexto en el que la mitad de los trabajadores está por fuera del sistema de empleo en relación de dependencia en el sector formal, si además no hay acceso a la salud o a la educación pública directamente se está eliminando a una parte de la población.

—En muchos barrios populares arrasa Milei. Históricamente el peronismo dice representar los intereses populares. Del 2019 a esta parte perdieron muchos votos, ¿a quién le habla el peronismo hoy? ¿en qué falló? Vos que sos parte, ¿qué pensás que pueden hacer de acá a octubre?

—Es difícil de acá a octubre porque hay muy poco tiempo y la posibilidad de realizar transformaciones realmente grandes no es muy factible. El año pasado se dio una discusión bastante interesante dentro del propio peronismo que tenía que ver con la etapa que vivimos del propio sistema capitalista. El peronismo consigue las mayores conquistas para los mas humildes cuando los más humildes eran los trabajadores en relación de dependencia, cuando había pleno empleo. Hoy esa realidad está estabilizada en que hace muchísimos años hay generaciones enteras que ni siquiera tiran currículums porque ni siquiera son contados en la Población Económicamente Activa. Se cansaron. No ingresan al mercado laboral formal en relación de dependencia. Desde el 73 venimos con bajas o subas en políticas proteccionistas o neoliberales pero relativamente estabilizados en la cantidad de empleo en el sector formal en relación de dependencia. 

Hoy tenemos aproximadamente 7 millones de trabajadores el sector privado y 3 millones y algo en el sector público. Es decir, un poco más de 10 millones, casi 11 millones. 9 millones de personas se anotaron al IFE. Creemos que hay entre 11 y 13 millones de personas fuera del sistema de empleo en relación de dependencia que se ganan la vida a través de changas, lo que nosotros llamamos la economía popular.

Si no modificamos en un lugar la matriz productiva argentina, vamos a estar todo el tiempo con restricción externa, vamos a depender de los ciclos productivos de los commodities, de que si hay una sequía y no hay lluvia vamos a estar fritos porque no generamos dólares en esos momentos y vamos a estar complicados de divisas. Cuando crecemos, si crece la industria vamos a tener que importar energía; cambian también los parámetros de consumo, hay viajes al exterior, hay consumo de distintos productos importados para los sectores de mayores ganancias. Vamos a necesitar dólares. Si no modificamos la matriz productiva, si no generamos valor agregado y no exportamos productos industrializados vamos a estar complicados.

Además, de los productos que exportamos la gran mayoría de las ganancias se las lleva el sector extranjero y el comercio exterior, eso también necesita un cambio de matriz para tener grandes transformaciones.

El otro tema es la economía popular. Si pensamos que vamos a volver a un panorama de pleno empleo, es muy difícil. Donde en el campo trabajaban mil trabajadores, hoy hay solamente uno con una máquina y ahora están pensando de poder manejarla de manera remota sin tener ni siquiera ese trabajador. Es muy difícil que se vuelvan a absorber esos mil trabajadores. Lo mismos sucede en la ciudad y en las industrias. Las máquinas han reemplazado puestos y la tecnificación cada vez avanza más. En Empleados de Comercio están pensando en las grandes cadenas multinacionales que buscan reemplazar a los cajeros por un sistema de cobro automático. Cada vez más sectores de la población se van a ver expulsados del mercado laboral en relación de dependencia. El capitalismo necesita cada vez menos personas para producir más pero las personas que quedan fuera viven de algo, producen. Hay que darles un empujón desde el Estado, un crédito no bancario para que se capitalicen y sus ingresos puedan ser de mayor cuantía y formalizarlos. Estamos hablando de un sector que representa la mitad de los trabajadores argentinos, no tributan por su producción y eso es porque se invisibiliza un sector entero de la producción nacional.

—Se cumplen 40 años de democracia, ¿qué te parece lo más valioso y la mayor deuda?

—La democracia es muy valiosa en sí misma pero si no la llenamos de contenido no le va a transformar la vida a nadie. Es una base muy importante, por la cual podemos llegar a los consensos, para que absolutamente todos sean parte de una discusión nacional. Pero la realidad es que si la democracia pura y exclusivamente se reduce a la elección cada dos o cada cuatro años esa democracia va a ser de muy baja intensidad. Necesitamos que haya más herramientas de participación ciudadana incluso en la formulación de políticas públicas. Esto nos pasa mucho en las campañas, en la mayoría hay políticos hablándole a la gente como objeto pasivo. No hay un feedback, no hay una formulación o construcción de política de manera colectiva y muchas veces eso también distancia a la política de la gente.

Primero tenemos que garantizar que la democracia transforme la realidad efectiva de los ciudadanos y de las ciudadanas, sobre todo de los trabajadores y de los más humildes. Por el otro lado también tenemos que darle voz y voto no solamente a la hora de las elecciones sino también a la hora de la formulación de las políticas públicas, fundamentalmente a los intereses sectoriales. Se trata de aquellos que ven en el día a día qué es lo que pasa y cómo pueden mejorar su sector. Para salir de esta crisis tenemos que cambiar la forma de vinculación política.

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