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Termina 2020, el año en que no sonó la campana

Cuando el almanaque marcaba enero ya se hablaba de un virus en Asia, y aunque había señales fuertes todo parecía lejano y ajeno. Pero cuando comenzó el ciclo escolar la palabra “coronavirus” ya resoplaba cerca. Pero aún no había indicios de lo que vendría después

Llega el fin de 2020 y todo se remonta al principio de un año que traía noticias de un virus que viajaba desde muy lejos y parecía totalmente ajeno a nosotros. Pero ya al inicio del año escolar la palabra “coronavirus” resoplaba mucho más cerca nuestro pero aún así no dimensionábamos qué tanto, cómo iba a ser toda la vorágine que vino a continuación.

Fue apenas unas semanas posteriores al inicio de clases que se dictó el “Aislamiento social preventivo y obligatorio”. Las escuelas se cerraron y no abrieron más para el dictado de clases presenciales, y en vez de ello algunas, las que tuvieron la oportunidad, dieron clases virtuales y entregaban tareas según la modalidad de cada lugar, de cada proceso educativo.

La desigualdad se hizo sentir. Quien tenía la conectividad a internet, quien disponía de dispositivos electrónicos para acceder a los contenidos, quien tenía su “copa de leche” asegurada en su casa transitaba una realidad bien distinta a la de quienes no tenían nada de eso.

Todo era contraposición. Había quien en una escuela privada, pública o semipública exigía más materiales para estudiar. O padres y madres que tenían que compartir sus horas de trabajo a distancia con los deberes escolares. Y nuevos temas que eran insuficiente para muchos y demasiado para otros.

Sobrevino una gran crisis económica en muchas familias y mucha inconformidad parental frente a contenidos pedagógicos en otras. Así, las inscripciones para el año 2021 sufrieron migraciones entre distintas escuelas: de establecimientos públicos a escuelas privadas; pero también, y en mayor medida, demanda de matrículas en escuelas públicas desde la educación privada.

Para 2021 aún no hay certezas. Las “leyes del juego” se modificaron: las clases presenciales se moverán entre protocolos, sanitizantes y seguramente en grupos reducidos

Nuevamente los maestras y maestros y toda la comunidad educativa quedará en el borde que separa a los padres y madres de las medidas impartidas por el Ministerio de Educación o por el gobierno nacional. Ellos, que también sufrieron el embate de toda esta corrida del covid, su profesión y su misma situación individual-familiar los puso en jaque. A más de uno, que tuvo que confrontar las exigencias con situaciones adversas.

Lo cierto es que las escuelas cerradas y sin niños, se parecen más a casas abandonadas, porque las charlas, las risas, el bullicio, los juegos, las corridas en el recreo, y el siempre satisfactorio sonido de la campana que este año enmudeció, son el alma de cualquier escuela que esperamos en 2021 vuelva a sonar.

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