Luego de cuatro jornadas de debate oral, este miércoles se conocerá la sentencia contra un policía jubilado que en vísperas de la Navidad de 2017 asesinó a un vecino a puñaladas en medio de un tradicional festejo callejero de barrio Echesortu porque le molestaba el volumen de la música. El fiscal Sebastián Narvaja pidió 17 años de prisión mientras que la familia de la víctima –un taxista de 35 años– solicitó 20 y consideró una “burla” el planteo de la defensa sobre “la teoría de las dos víctimas”, argumento utilizado para pedir que el agresor sea declarado inimputable por actuar bajo “emoción violenta” por tener un hijo con síndrome de Down.
Claudio Mautone tiene 61 años, es empleado bancario, fue cuatro veces padre y es vecino de barrio Echesortu hace cuatro décadas. Su vida y la de su familia cambiaron para siempre la nochebuena de 2017, que no tuvo nada de buena. Cristian, uno de sus hijos de 35 años, se encontraba sentado en la puerta de su casa cuando observó que un vecino que hacía poco más de un mes se había mudado al barrio salió con un perro Pitbull y dos cuchillos, uno en cada mano, a amenazar a un grupo de jóvenes que escuchaban música. Al ver la escena, Cristian se acercó para calmar la situación, moviendo las manos para abajo, pidiendo calma, porque el hombre –identificado como Ángel Eduardo Ruiz, un policía jubilado en la provincia de Buenos Aires– se había parado en el medio de la calle al grito de: “Quién me va a decir algo, los voy a matar de a uno”, según reconstruyó la Fiscalía.
Lo que siguió fue una puñalada mortal que perforó a Cristian Mautone a la altura del omóplato izquierdo con tanta potencia que le quebró una costilla, contó Claudio.
La escena ocurrió alrededor de las cinco de la mañana frente a unos 30 vecinos que acostumbraban, año tras año, celebrar la nochebuena en la vereda, sobre la cortada Marcos Paz al 4200.
“Hace más de 30 años que en la cuadra se pone música en vísperas de Navidad. Los vecinos salen a la calle, hay baile, se toma algo y se pone música. Es un festejo habitual, familiar, que nunca contó con la intervención de la Policía, ni de la GUM, ni hubo denuncias”, dijo Claudio a El Ciudadano, quien recordó las palabras de los testigos sobre las amenazas del policía jubilado: “Gordo, córtame la música porque te corto la panza en cuatro”.
Claudio mencionó que la autoría del homicidio quedó plenamente probada durante el juicio, donde más de 15 testigos coincidieron en la mecánica del homicidio. Pero consideró una “burla” la defensa “montada por el abogado mediático Paul Krupnik, quien utilizó todo el tiempo de escudo el hijo con síndrome de Down” del acusado.
Así se refirió al planteo de la defensa, quien dijo que la música afectaba al hijo de cliente, de entonces un año y medio, que padece discapacidad e hipoacusia y había sido operado del corazón. Krupnik dijo que “se golpeaba y se tiraba del pelo” lo que generó en el policía jubilado temor a que pudiera sufrir una cardiopatía.
“Hay cosas que ya no se pueden tolerar, que no tienen ningún argumento. El abogado Krupnik pidió la inimputabilidad o la emoción violenta de su cliente y puso por delante de todo a una criatura Down, escudándose en que por eso se puede hacer cualquier cosa, se puede salir a matar, se puede salir a descargarse con otro. Si nos quitan responsabilidad a cada uno que tuviéramos a cargo una persona con incapacidad, enferma o con algún problema para poder salir a descargarnos con otro esto sería una selva. Porque este hombre salió a matar, nunca le pidió a los chicos que bajen la música, no hubo ningún pedido previo, salió a matar”, repitió Claudio.
En ese sentido, el papá de Cristian dijo que en el juicio “quedó claramente demostrada la culpabilidad del asesino. Nosotros aspiramos a una sentencia condenatoria. Es culpable y tiene que pagar con la cárcel. Queremos creer en la Justicia porque no creemos en la justicia por mano propia. Acá hay una familia que está esperando Justicia”, resaltó.
El bancario dijo que el policía juzgado no sólo le mató a su hijo, también dejó sin papá a su nieto Nahuel, hoy de 17 años. Y mencionó que uno de los testigos de la causa, vecino de la cuadra, relató un incidente que tuvo con el imputado dos semanas antes del crimen, cuando estacionó el auto en la puerta de su garaje y no quiso sacarlo pese a que se lo pidió amablemente.
“Le gritó que le iba a llenar la calle de miguelitos para que no estaciones nadie”, contó Claudio en relación a la personalidad agresiva del acusado.
Por último mencionó la declaración del imputado, quien habló anteayer por primera vez.
“Después de dos años pude escuchar la voz del asesino porque no había declarado nunca. Se pintó asimismo como una persona honorable, que tiene empatía por el otro, pidió disculpas aunque no se sabe sobre qué, porque en su relato hay un hueco, a mi hijo lo mató un marciano. Pidió disculpas pero no dijo por qué”, lamentó Claudio.
El tribunal conformado por los jueces María Trinidad Chiabrera, Hernán Postma y Ramón Lanzón darán a conocer su veredicto a las 12.30 de este miércoles.