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Testigo del infierno: murió el último de los soldados soviéticos que liberaron Auschwitz

David Dushman, sobreviviente de la tropa soviética que liberó el campo de concentración nazi, falleció el último sábado. Tenía 98 años y su historia es la del horror que se impregnó en sus ojos cuando entró al centro de exterminio sin percatarse de la dimensión de lo que tenía enfrente

Fines de enero de 1945. “Cruzamos la alambrada cerca de las cinco de la mañana, estaba muy oscuro todavía. No hacía un frío excesivo como al que estábamos acostumbrados y sobre el suelo sólo había pedazos de nieve derretida. Teníamos miedo de los francotiradores apostados como guardias, sabíamos que quedaban algunos todavía y nos habían causado muchas bajas aunque nuestro fuego cruzado dejó todo en un silencio sobrecogedor. Veíamos la sombra de las construcciones pero no divisábamos a nadie todavía. De repente, el comandante Shapiro, un judío ruso del batallón de asalto de la 100ª División, que se había acercado primero que nadie a los alambrados, abre completamente una gran reja que hacía de puerta de ingreso. De inmediato ordenaron marchar a los cuatro tanques que teníamos para derribar la cerca electrificada y poder entrar por todos los flancos y cubrir cualquier posible ataque desde dentro del campo.

Cuando avanzamos ya dentro del predio, divisamos a un grupo de ancianos, todos de poca altura, pero al acercarnos vimos que no eran viejos sino niños que nos sonreían. La mayoría no tenía dientes y los huesos de sus cuerpitos sobresalían sobre las escoriaciones que tenían en la piel ajada por donde se la mirase. Un escalofrío me recorrió cuerpo. Creo que recién después de varios años me di cuenta de que realmente había participado de la entrada al infierno, había cruzado ese portón que luego con la claridad diurna vimos que tenía un letrero que rezaba el siniestro «El trabajo os hará libres». Me costó seguir caminando cuando de varias partes del suelo sobresalían trozos de huesos. En ese momento no supe de qué o quiénes eran, solo ya cerca del mediodía comprendimos que eran restos humanos de los prisioneros”.

Quien narra este espeluznante momento es David Dushman, un soldado ruso perteneciente a ese batallón que hizo su entrada al campo de concentración de Auschwitz en la fría madrugada del 27 de enero de 1945, cuando el Tercer Reich nazi estaba agonizando y la resistencia en esa zona estaba siendo diezmada por las tropas del Ejército Rojo.

El horror en su máxima expresión

“Las barracas vacías y casi todo el campo estaba lleno esqueletos, que descubríamos mientras íbamos avanzando. Los que aún estaban vivos eran como espectros que salían a tropezones de las barracas, se sentaban y acostaban entre los muertos y ya no había diferencias entre ellos, costaba ver cuáles de esos hombres todavía respiraba. Era el horror en su máxima expresión y nosotros habíamos visto muchas situaciones terribles mientras combatíamos con los alemanes, compañeros desangrados o con gangrenas por el frío intenso, pero eso era demasiado, tal vez imaginábamos cómo habían sufrido y eso era desgarrador.

Lo único que atinamos a hacer en ese momento fue arrojarle toda la comida en lata que llevábamos como provisión, ya que nos costaba incluso acercarnos. A lo lejos se escucharon unos disparos y entendimos que era dentro del campo porque era enorme y allí nomás nos fuimos de inmediato a cazar nazis”, continuó Dushman mirando a los ojos al periodista que lo entrevistaba, en 2015, para el Sueddeutsche Zeitung, un diario de Munich donde el ex soldado del Ejército Rojo vivió la mayor parte de su vida luego de la Segunda Guerra.

Un verdadero sobreviviente

Dushman había participado en algunas de las batallas más cruentas de lo que fue la respuesta de la URSS a la intención nazi de invadirla. Como conductor de tanques estuvo en las batallas de Stalingrado y en la de Kursk, dos interminables situaciones bélicas con increíble cantidad de víctimas y terribles sucesos. Y cuando le tocó estar en la vanguardia de trincheras fue gravemente herido en tres ocasiones, pero finalmente sobrevivió a todas las tribulaciones bélicas y fue uno entre los 69 soldados, de una división de 12 mil hombres, que llegaron con vida al final de la Segunda Guerra.

Pese a encontrarse con el infierno al entrar a Auschwitz, Dushman algo sabía de los campos de prisioneros, ya que su padre, un exmédico militar había sido encarcelado en una de las famosas purgas que Joseph Stalin ordenaba para sacarse de encima a quienes criticaban su forma de gobierno. El hombre sucumbió a una enfermedad pulmonar y murió en uno de esos campos de reeducación, como eufemísticamente los llamaban.

“Cuando me piden que rememore esa entrada a Auschwitz, mi propio pasado se entremezcla con las cartas que enviaba mi padre cuando estaba en los campos de trabajo forzado. Pero la emoción que me sube por la garganta cuando vuelvo a leer sobre los campos de concentración nazis tiene que ver con esa experiencia. Pasamos un par de días allí y lo que vi me impregnó para siempre. Volví luego dos veces a Auschwitz y tuve que hacer un esfuerzo al principio para echarme a andar y recorrerlo. Una vez una mujer judía que estuvo internada en el campo y sobrevivió me pidió que deje una piedra en su nombre porque ella no tuvo nunca la fuerza suficiente para volver a ver los barracones y mucho menos el horno crematorio que se tragó a toda su familia”, contó Dushman en la misma entrevista.

Al terminar la guerra, el exsoldado soviético trabajó entrenando al equipo nacional femenino de esgrima de la ex Unión Soviética durante cuatro décadas: fue también testigo del ataque terrorista perpetrado por ocho palestinos contra la delegación israelí en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, donde se ofreció a mediar sin éxito porque sabía que todo desembocaría en una tragedia como finalmente sucedió.

Con el paso de los años, Dushman asistía a escuelas alemanas para contarles a los estudiantes los horrores de la guerra y de lo que se conoce como el Holocausto a raíz de su experiencia en Auschwitz y allí confesaba que ni él ni sus camaradas tuvieron idea de inmediato de la magnitud de lo sucedido en ese campo de concentración donde más de un millón de personas, en su mayoría judíos deportados desde distintos puntos de Europa, fueron asesinados por los nazis entre 1940 y 1945.

Una memoria extraordinaria

“Las tropas rusas no sabían qué era un campo de concentración de esa especie. Sólo los altos mandos, en Cracovia, fueron informados de que se encontraban en el camino del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Cuando estábamos en las vísperas de la ofensiva, nuestros oficiales se enteraron que habían obligado a abandonar el campo a 80 mil prisioneros, escoltados por los nazis y en dirección a Alemania. Un mes antes, Himmler había ordenado cesar con las ejecuciones y destruir las cámaras de gas. Llegar al campo además nos costó muchos muertos. Entre nosotros y Auschwitz se interponía una línea triple de defensa alemana. Teníamos que superar el Vístula y el río San, los puentes y además estaba todo minado, lo que dificultaba el avance.

Murieron centenares de soldados al construir puentes de madera para cruzar los ríos. Una resistencia tan dura de los nazis en retirada nos parecía una locura, pero cuando entramos al campo de exterminio vimos porqué actuaban así. Los mandos de las SS habían dado la orden de destruir las pruebas del genocidio, de exterminar los últimos testimonios de lo que llamaron la “Solución final”, apuntó Dushman en un eficaz ejercicio de memoria concluyendo el reportaje que se reflejaría en casi cuatro páginas en el diario alemán.

David Dushman, quien fue el último sobreviviente de los soldados soviéticos que participaron en la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz, murió el último sábado. Tenía 98 años. “La muerte de cada testigo de la historia es una pérdida, pero despedirse de David Dushman es especialmente doloroso. Él estaba en el frente cuando la maquinaria letal de los nazis fue destruida y su extraordinaria memoria ayudó a reconstruir muchas de las aberraciones cometidas en Auschwitz”, dijo Charlotte Knobloch, exdirectora del Consejo Central de los Judíos de Alemania.

 

 

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