Una tragedia, cientos de damnificados. En una recorrida por la zona de Salta y Oroño, donde esta mañana explotó un edificio por una fuga de gas, El Ciudadano pudo charlar con vecinos y rescatistas que fueron protagonistas del hecho.
Apenas diez minutos de ocurrido el hecho, este diario pudo charlar con un hombre del cuarto piso del edificio perjudicado, quien no quiso dar su nombre. “Hace quince días una vecina del noveno piso tenía un problema con el gas. Por eso, hoy mandaron a un gasista matriculado para arreglar el regulador. Hoy me desperté, escuche una pequeña explosión y empecé a sentir mucho olor a gas. Le dije a mis hijas que agarren lo que puedan y salimos corriendo a la calle. Minutos después vimos la tremenda explosión que destrozó todo”, detalló.
Marcos, uno de los tantos rescatistas que participó, detalló que, al momento de ingresar, el clima era aterrador. “Estuve trabajando unos 45 minutos en el lugar. Pudimos ver un hueco donde tendría que haber un edificio, te da escalofríos. Lo más impresionante fue escuchar el llanto de una criatura que a los diez minutos dejó de llorar. Eso me erizó la piel. Por suerte pudimos salvar a mucha gente. No hay mayor satisfacción que poder salvarle la vida a alguien”, sintetizó
En tanto, un obrero que se encontraba trabajando a metros del lugar brindó un escalofriante relato: “Fuimos los primeros. Llevamos una escalera de la obra y ayudamos a rescatar a los que pudimos. El panorama era inimaginable: había montañas de piedras y gente por todos lados. Una mujer que estaba durmiendo quedó complemente cubierta de escombros. Había chicos de ocho o diez años también cubiertos. Vimos un hombre que estaba sin cabeza. En total, pudimos rescatar unas quince personas. Después, llegaron los bomberos y ahí los dejamos trabajar tranquilos”.
Otro de los protagonistas, una docente que vive en ese inmueble pero que tampoco dio a conocer su nombre, relató que se encontraba en el living de su casa cuando sintió el estallido. “La onda me tiró para atrás y me choqué con una pared. No veía absolutamente nada. No sabía dónde estaba parada porque habían volado algunas paredes. Me tuvieron que sacar con un arnés por el balcón porque el pasillo y las escaleras no existían más. No quedó nada, perdí todo”, relató la mujer con una venda ensangrentada en su mano izquierda y con restos de tierra y escombros en sus ropas, mientras preguntaba con desesperación a los médicos de los servicios de emergencias por el paradero de su madre desaparecida.
Franco es un joven desempleado desde hace una semana y que se encontraba recostado al momento del accidente. “Estaba medio dormido porque venía postergando la alarma del celular. De repente, escuché un ruido a aire, como un compresor. Segundos después, sentí una explosión enorme y volaron las paredes de mi casa, quedé al borde del precipicio. En ese momento, escucho la voz de mi vecina que pedía auxilio y fui hasta donde ella estaba. Empecé a remover escombros con mis manos y pude sacarla. Había gente gritando por todos lados. No entendía nada, tenía la heladera de la casa de ella tirada en mi pieza”, contó con la voz temblorosa el muchacho, que vive en el séptimo piso, mientras abrazaba con fuerza a su novia, envuelta en llanto.
Otro de los que dio su testimonio es hermano de Débora Gianángelo, una chica de 21 años que se encuentra desaparecida. “Parece que en la Argentina siempre tiene que pasar una catástrofe para que se tomen medidas de seguridad. Esa vida que te falta no te la recupera más nadie. Las cocinas no tenían válvulas de seguridad. Hace un mes que tenían problemas en el suministro de gas”, señaló con indignación.