Esta semana se lleva adelante el juicio oral y público contra un sobrino de Roberto “Pimpi” Caminos, un joven de 24 años acusado de tres delitos por los que la Fiscalía pidió una pena de 20 años de prisión. El más grave es el homicidio Ricardo Hugo Santana, un ex prefecto de 51 años que fue asesinado en un intento de robo de su agencia de quiniela, donde también funcionaba un Rapipago, y que ocurrió en marzo de 2013 en el barrio Municipal. A esta causa se suma la portación ilegítima de arma de guerra y un robo agravado por la participación de un menor. Ayer, declararon varios testigos aportados tanto por la acusación como por la defensa, entre ellos la esposa y el hijo de Santana, que estaban a su lado cuando fue asesinado.
El juicio contra David Caminos comenzó este lunes a la mañana con un tribunal integrado por los jueces Marisol Usandizaga, Ismael Manfrín y Julio Kesuani. La acusación está representada por los fiscales María Alejandra Rodríguez y Guillermo Corbella, mientras que el imputado estuvo representado por la defensora pública Graciela San Miguel. Los delitos por los que será juzgado son tres: portación ilegítima de arma de guerra, robo gravado por la participación de un menor y robo seguido de muerte agravado por el uso de arma de fuego.
Este lunes, la Fiscalía presentó las pruebas por los dos primeros, mientras que ayer comenzaron a ventilarse las pruebas del crimen de Santana. De esta manera, en la mañana declararon cinco testigos.
Primero fue el turno de Patricia, esposa de Santana y quien estaba a su lado cuando la mañana del 26 de marzo de 2013, alrededor de las 11.30, un hombre armado que llevaba puesto “un gorro tipo piluso” entró al Rapipago, ubicado en Gutiérrez, entre Cucha Cucha y Castro Barros. Según su testimonio, todo ocurrió muy rápido: “Mi marido pasaba las boletas por la máquina, mientras yo cobraba al lado. Cuando una chica estaba saliendo, entró el hombre. Le dio un golpe al portón para cerrarlo y ahí levanté la vista y vi que estaba armado. Lo primero que dijo fue: «Esto es un asalto». Mi marido giró y ahí disparó. Nunca pensé que iba a disparar”.
La mujer contó que cuando el hombre levantó la cara para apuntar, ella le vio el rostro, aunque no completo. Posteriormente, en una rueda en Tribunales, lo reconoció en un 75 por ciento, sostuvo.
Después, prestó testimonio Gastón, el hijo de Santana, quien también estaba en el local esa mañana. “Yo estaba detrás del mostrador. Mi papá estaba a mi izquierda y mamá a la derecha. El hombre entró con un arma en la mano, una 45 cromada era. Lo sé porque mi papá me enseñó sobre armas desde chico, cuando trabajaba en Prefectura”, dijo el joven.
“Cuando dice «esto es un asalto», mi papá se levanta y se da vuelta hacia la casa. Estaba pasando la cortina cuando el hombre apuntó, levantó la cara y disparó. Después sale corriendo”, dijo y agregó: “No me olvido la cara, no se olvida eso”.
Según su relato, después fue llevado a la seccional 11ª donde le mostraron a un hombre que habían detenido un rato antes, pero él no lo reconoció. Desde allí, fue a su casa a cambiarse y lo llevaron la Brigada de Homicidios, donde le mostraron más fotos en una computadora. “Pasaron dos o tres horas ahí y yo estaba muy cansado porque soy diabético. Entonces, me mostraron otra foto de otra computadora y reconocía a alguien que no era por el cansancio”, dijo Gastón. Más adelante, reconoció a David en una rueda en Tribunales, la misma de la que participó su mamá.
El tercer testigo fue Silvia C., la médica forense que hizo la autopsia sobre el cuerpo. De acuerdo con su testimonio, el cuerpo de Santana presentaba una herida de arma de fuego con entrada en el sector izquierdo de la espalda y salida en las costillas del lado derecho.
Los últimos dos testimonios fueron de vecinos, una mujer que estaba en el Rapipago y escuchó el disparo sin ver al tirador y un hombre que lo vio salir del local y cruzar la calle con el arma en la mano. Este último coincidió en que llevaba puesto un gorro blanco tipo piluso.
Durante la tarde, la Fiscalía presentó más testigos, en su mayoría peritos y policías, mientras que la defensa aportó uno.