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«The Ghoul», puerta abierta hacia una distopía

“The Ghoul” es una producción de Netflix grabada en India que suma a su intención de ocupar el mercado global como plataforma de contenidos. La propuesta mixtura terror, policial y aventura, y promete una radical evasión instantánea

The Ghoul es la primera producción realizada por Netflix en India, como parte de la agresiva estrategia llevada a cabo para terminar de ocupar, en pocos años, el mercado global de la televisión como plataforma de contenidos. Lo que la compañía ha ido entendiendo, es que generar contenidos propios en distintos países es finalmente mas redituable que pagar derechos internacionales para distribuir globalmente producciones ajenas. Para 2018 planeaban lanzar al mercado 700 producciones originales dejando atrás por lejos a cualquiera de sus competidores. Nadie puede seguir su ritmo. Se dice que Netflix no prevé beneficios para un futuro próximo, y que actualmente acumula una deuda de aproximadamente 7.300 millones (este número varía según la fuente). Netflix está dispuesta a perder dinero hasta convertirse en el líder global del sector. Puede parecer que este modelo no sea sostenible indefinidamente, pero continuará mientras pueda demostrar que avanza, y así lo hace, 130 millones de hogares en 190 países consumen hoy la oferta de la plataforma. Entre 2015 y 2018 el ascenso fue exponencial.

Escenario global del deseo

The Ghoul, serie de terror planteada en tres episodios, responde claramente al paradigma de las producciones propias de Netflix, es decir, se propone principalmente como una suerte de pastiche compuesto por elementos que ya funcionaron en otras propuestas cinematográficas o televisivas, un pastiche no autoconsciente, no paródico, que confía por el contrario en la efectividad de la repetición interminable. Es cierto, claro, que esto no es nuevo, todo el Hollywood desde la década del 80 ha apostado a esta forma de producción, pero lo que cambia con Netflix es que dispone de herramientas más precisas para ir configurando a su antojo un nuevo escenario global del deseo. El circuito de realimentación y encapsulamiento de la plataforma no ofrece sus producciones sólo como productos de consumo, sino como herramienta de testeo para ir perfeccionando el funcionamiento del sistema. Nada, en ese escenario, se presenta como nuevo, ni siquiera como consecuencia de una elección personal, sino que todo se suma a una imparable proliferación de lo mismo en la que pasar de una cosa a la otra es una operación automática e indiferenciada. La alquimia capaz de combinar elementos para hacer surgir un estremecimiento insospechado es reemplazada por una fórmula que entiende a la subjetividad como plenamente calculable. Un poco de esto, un poco de aquello, una levedad que quita el velo de la problematización. Y todo junto, todo a la vez; se trata de multiplicar el contenido al infinito para seducir a más usuarios de todo el mundo; para conocer a fondo a cada uno de ellos y abrumarlo de propuestas hasta dejarlo exhausto pero deseoso de más. The Ghoul, en ese escenario, es paradigmática. Primera realización india de Netflix que se suma a la diversidad de países incorporados a su sistema de producción. ¿Y de que va? Un poco de Alien, otro poco de The Thing, otro de Even Horizont, otro de Fahrenheit 451 o 1984 (da lo mismo, como todo), otro de cualquier película norteamericana de marines, y otro de fantasmas aggiornados como los de la productora Bloomhouse. Palo y a la bolsa, se diría, aunque nunca tan literalmente si pensamos a quien va dirigido ese palo y cual es la bolsa.

Pastiche o refrito

Lo primero que puede llamara la atención en The Ghoul es el hecho de presentar como una serie (3 capítulos de 40 minutos cada uno), lo que evidentemente debe haber sido concebido como una película. The Ghoul no es una serie en sentido estricto. ¿Miniserie? Tampoco del todo, y además se especula con una segunda temporada. Seguramente el consumo de series (sea la que sea mientras venga sugerida por el famoso algoritmo) es mucho mayor que el consumo de películas. Ahora bien, más allá de esas dudas con respecto a la estrategia de Netflix para ubicar a este producto en el mercado global, ¿qué se puede decir de The Ghoul? La verdad es que poco. Como se decía mas arriba, esta propuesta responde al modelo del pastiche o del refrito. En un futuro cercano, en la India, un gobierno totalitario persigue indiscriminadamente a terroristas (“terrorista” como significante vacío que puede ser ocupado por cualquiera). Allí, una suerte de escuadrón especial abocado a interrogar sospechosos mediante tortura captura a un objetivo importante que resulta ser un demonio ominoso. Todos encerrados en cuartel subterráneo, y el demonio que actúa sobre las culpas secretas de los humanos hasta enloquecerlos, puede además adoptar la forma humana de  sus víctimas. Poco más se puede decir. El relato deambula entre lo obvio y el efecto simple. Mucha reminiscencia que apunta a muchos sitios (como las referencias ya apuntadas). Nada escapa a lo ya visto innumerables veces. Mucha sangre. Regodeo perverso en la tortura. Espacios lúgubres. Muchas armas ostentadas con la arrogancia del marine. Banalización de las luchas libertarias. Banalización de los regímenes opresores. Una referencia a una creencia popular de Medio Oriente relacionada con ese demonio, el Ghoul o el Gul, pero que pasa lavadísima e injustificada bajo el tamiz de un modelo “acción demoníaca” sin estilo, y que intenta funcionar como marca regional vista desde la perspectiva jerarquizada del exotismo ornamental. Pese a todo esto, ¿puede verse? Sí, claro, consumirla rápidamente y pasar a otra. Después de todo no está mal, y es breve. La efectividad de estas propuestas radica principalmente en la promesa de una evasión determinada por la instantaneidad y la obsolescencia.  Pasar el rato, se diría, pero cada vez mas ese “pasar el rato” supone el quedarse estancado en la predeterminación de un mundo plenamente calculado que nos niega como singularidades. Y es que no son ya las series aquello pensable como fetiche contemporáneo, sino en cambio el mismo mecanismo de Netflix como construcción de un escenario del deseo desingularizado.

Un estado de cosas

¿Por qué entonces abordar una propuesta como la de The Ghoul cuando casi nada hay en ella de rescatable? Principalmente porque habla mas allá del mismo relato. Porque, como primera producción india de Netflix (lo que fue una de las herramientas de su difusión), habla claramente de un estado de cosas en el que la agresiva homegeneización deseante y globalizada es la puerta abierta hacia una distopía como la que, contradictoriamente, The Ghoul misma plantea y banaliza.

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