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«The Lamb Lies Down in Broadway», el disco conceptual y prodigioso de Genesis cumplió 50 años

La considerada la obra cumbre de la banda inglesa reúne todas las virtudes musicales que le dieron un lugar central en el universo del rock progresivo. Su efecto sigue intacto y buena parte de su exquisita contundencia está en la voz de su cantante Peter Gabriel, ideólogo y escritor de sus letras

Con The Lamb Lies Down on Broadway (1974), su sexto disco de estudio, Genesis conseguía el punto más alto de una carrera iniciada en 1969 con el iniciático Genesis to Revelation, cuya urdimbre tomaría una forma más definida con Trespass (1970), su segundo larga duración y por el que la banda inglesa de rock progresivo, portadora de una de las identidades más eficaces, comienza a posicionarse mundialmente.

Ese álbum doble grabado y lanzado en un año donde también salen a rodar discos de grandes bandas como Focus y su maravilloso Hamburguer Concert; Camel y su Mirage (y su tapa inolvidable calcada de la marquilla de cigarrillos homónima); o el arrasador The Power and the Glory, de Gentle Giant, y el deslumbrante Crime of the Century, que pone a Supertramp en el candelero, fijó a Genesis en una calidad compositiva y sonora de nivel superlativo y lo llevó a trepar a los primeros puestos en los rankings europeos.

Se trata de una obra conceptual cuyas letras fueron escritas por Peter Gabriel, el magnífico cantante y frontman cuyas performances en vivo dotaban a Genesis de una espectacular impronta, pero que además ofrecía una serie de portentosas modulaciones surgidas de un registro vocal muy personal y cautivante. El resto del grupo, como era habitual, fue dándole forma musical, aunque en la canción “The Light Dies Down on Broadway” también participarían el bajista Mike Rutherford y el tecladista Tony Banks.

Lo que se conoce en distintas versiones biográficas de la trayectoria de la banda es que Gabriel se opuso a algunos cambios en partes de las letras y que se mostró reacio a las actitudes colaborativas de los otros miembros, lo que iría a desembocar en el alejamiento definitivo del cantante, reemplazado luego por la voz del baterista Phil Collins. Gabriel no lo contó así y afirma que en ese álbum estaba puesto todo lo que tenía para dar en la formación y que continuar hubiera atentado contra el prestigio alcanzado en tan solo cinco años.

La crítica coincidió en que era un disco complejo a partir de narrar una historia múltiple con un personaje central intentando hacerse un lugar en las calles neoyorkinas, lo que desnudaba la ambición del grupo inglés de conquistar Estados Unidos, un mercado donde debían competir con géneros y propuestas diversas de gran calidad; además, por otra parte, el rock progresivo se había popularizado más entre el público europeo que entre el norteamericano, que les resultaba algo esquivo en la carrera por llegar a los primeros puestos de las radios.

El relato de The Lamb Lies Down in Broadway refiere a Rael, un inmigrante portorriqueño que debe resistir el rechazo racista y enfrentar las dificultades de encontrarse en tierra extraña mientras busca su hermano John, quien había llegado antes y lo esperaba para ayudarlo a insertarse en una sociedad sumamente materialista y violenta.

Musicalmente, el disco es majestuoso porque tiene momentos de ensamble armónico deliciosos, donde los pasajes sonoros describen con nitidez ciertos estados anímicos por los que atraviesa el protagonista, todo sobre arreglos instrumentales precisos definiendo el carácter de vistoso vuelo que adquiría el rock cuando sublimaba en cada fraseo esa progresía ambiciosa que lo definía en ese subgénero. Y Genesis sabía hacerlo muy bien, incluso cuando experimentaba en temas como “The Waiting Room” o en “Back in NYC”, el track considerado como una canción proto-punk, y, al parecer, según también lo refiere la crítica de entonces, este disco fue el campo de discusión para poner la improvisación en un estadio más alto sin que se les fuese de las manos las sustanciosas armonías. Steve Hackett y Gabriel eran quienes más insistían en esta fase del grupo, acompañados por momentos por Banks; Collins y Rutherford preferían recostarse en superficies más reconocibles como las practicadas en los álbumes anteriores, afincadas en rítmicas folk entramadas en una estructura paisajística intensa fluyendo en teclados y sintetizadores.

Algunas de las particularidades del álbum –registrado en un estudio de Rochester, Gales– fueron la incorporación del compositor y artista conceptual Brian Eno, en aquella época iniciando su relación con el ambient –del que se le considera un pionero–, y con el incipiente glam-rock con su banda Roxy Music, quien contribuyó con efectos vocales a los que dio en llamar Enossifications.

También pueden escucharse otros efectos vocales que incluyeron la grabación dentro de un baño y en un establo para los que usaron equipos de grabación móvil de los Island Studios de Londres (donde luego el disco tendría la mezcla final). El productor principal fue John Burns, que había asumido ese rol desde el disco Foxtrot (1972). La grabación resultó frenética y más tarde Collins recordaría el clima de época: “Peter, que fue el verdadero impulsor de este disco, mezclaba y doblaba toda la noche y luego Tony y Mike entraban y remezclaban lo que había hecho, porque llegado un momento había perdido todo sentido de normalidad luego de escribir esas letras”.

Gabriel confesaría después que se había inspirado en El Topo, la novela gráfica y luego película (un western distópico) de Alejandro Jodorowsky. El diseño del álbum lo hizo el estudio Hipgnosis , famoso por encargarse de las cubiertas de discos de Led Zeppelin, Black Sabbath, Alan Parsons Project y Pink Floyd. El disco doble saldría a bateas el 11 de febrero de 1974 y muy pronto comenzaría a diseñarse la gira de presentación que incluía toda Europa, Estados Unidos y Australia.

Más allá de todas las vicisitudes mencionadas, hoy The Lamb Lies Down in Broadway reúne todas las virtudes musicales y compositivas que dieron a Genesis un lugar central en el universo del rock progresivo (y algo sinfónico); buena parte de su exquisita contundencia se debe a la voz de Gabriel, pero ninguno de los otros cuatro miembros de la banda le va a la saga y, como se sabe, fueron armadores de esa estructura sutil y prodigiosa, extravagante y diversa en su concepto rockero, aunque sellando sin dudas un momento irrepetible. Cincuenta años después su efecto está intacto, sigue siendo un disco único, sofisticado, con arreglos precisos y preciosos que permite a cualquier oyente desarrollar su imaginación y navegar en un viaje por demás placentero.

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