La primera ministra británica, Theresa May, se enfrenta a una semana decisiva en torno al acuerdo sobre el brexit negociado con la Unión Europea (UE). Antes de la cumbre del próximo domingo, la premier se reunirá en Bruselas con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Tras una “semana difícil” con varias dimisiones en su gobierno por los desacuerdos sobre el proyecto del brexit, May declaró que los próximo siete días iban a ser “decisivos” e informó de que irá a Bruselas.
Las discusiones girarán en particular sobre la “futura relación” entre Reino Unido y la Unión Europea tras el brexit, previsto para el 29 de marzo 2019. “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”, dijo ayer la jefa de gobierno en una entrevista con Sky News TV.
Theresa May anunció el miércoles un proyecto de acuerdo sobre el brexit, lo que dio lugar a varias dimisiones en su gobierno, en particular por la cuestión de la provincia británica de Irlanda del Norte tras la salida de la UE.
El punto más controvertido del acuerdo es el “backstop”: una solución de último recurso que prevé por una parte que Reino Unido se mantenga en una unión aduanera con la UE y por otra, un mayor alineamiento reglamentario para Irlanda del Norte si no se llega a un acuerdo sobre la futura relación entre Bruselas y Londres tras un período transitorio de 21 meses.
Proyecto “ambiguo”
La jefa del gobierno británico podría además enfrentarse a una moción de censura si lo pide el 15% del grupo conservador en el Parlamento, es decir 48 diputados. “De lo que sé, (este umbral) no ha sido alcanzado”, declaró la primera ministra. Y avisó de que un cambio de líder no “facilitaría las negociaciones”.
En su propio gobierno, un grupo de cinco ministros euroescépticos trata de persuadirla de modificar su proyecto de acuerdo, según los medios británicos. Y en el Parlamento, el destino del proyecto que se presentará en diciembre parece estar en peligro debido a la oposición abierta del Partido Laborista, de los Liberales Demócratas y del pequeño Partido Unionista de Irlanda del Norte, aliado de los conservadores.
Ayer, Jeremy Corbyn, jefe de los laboristas, el principal partido de la oposición, avisó de que su formación no apoyaría el texto ya que “no sirve para los intereses del país” y propuso a May “regresar a Bruselas” para negociar.
“¿Dónde están las garantías en materia de protección del medio ambiente, de protección de los consumidores, de derechos de los trabajadores?”, preguntó en la cadena Sky News TV, calificando de “bastante ambiguo” el documento de cerca de 600 páginas.
Corbyn también estimó que un segundo referéndum sobre el brexit, una idea que está ganando terreno en los últimos meses, es “una opción para el futuro pero no para hoy”. Theresa May lo excluye de manera categórica.
Los laboristas preferirían convocar elecciones legislativas anticipadas. Al contrario de los conservadores, el partido buscaría obtener un “acuerdo aduanero permanente con la UE”. De lo contrario, el país sería “perdedor” en términos de empleo, inversiones y futuro desarrollo económico, estimó Corbyn.