** María Alejandra Martínez Fernández, María Laura Saraceni, Lucía Salinas, María Luz Silva
La concepción neoliberal que afirma que el mercado es la institución que tienen las sociedades para coordinar esfuerzos dispersos, y que cualquier intervención estatal es una distorsión de ese mecanismo, es hegemónica desde hace 30 o 40 años.
En nuestro país, esa concepción se instaló y promovió durante la última dictadura militar, con la participación de Martínez de Hoz en la cartera de economía.
Según esta postura, “el Estado no hace, sino hace hacer” y debe tener un papel mínimo y subsidiario. Así, se acepta y se crea consenso sobre una sola de sus funciones: corregir ciertas fallas del mercado, instalando la imagen del sector privado como el responsable de la innovación, la creación de valor y la generación de iniciativa.
El Estado en su cotidianidad
Como dice la economista italiana-estadounidense Mariana Mazzucato, las acciones del Estado en este sentido suelen difuminarse, consolidándose una visión de lo público como lastre que enlentece, entre otros, los procesos de innovación.
Para esta economista, el Estado crea mercado y da forma a nuevos inventos sobre los que, luego, el sector privado invierte. En ello resulta clave la decisión política de los gobiernos.
En momentos críticos como el actual, en el que parece haber consenso sobre la importancia de la acción estatal, incluso en los exponentes del pensamiento liberal, vale señalar que el Estado no es una entidad abstracta, sino que se produce cotidianamente en las prácticas y concepciones de los múltiples actores concretos que lo conforman.
Hoy se hace evidente que la orientación ideológica que se le imprima a esas acciones desde la conducción política marcará el destino de la gestión.
Medidas contrarreloj
Frente a la evolución del Covid-19 el Estado argentino actúa y lo hace con un gobierno que toma medidas contrarreloj, acordes a la inusitada expansión del virus, poniendo en marcha acciones orientadas al resguardo de la comunidad.
Promueve la organización de su sistema de salud e implementa una batería de medidas económicas y de seguridad. Para ello, construye una estrategia de articulación entre los estamentos municipales, provinciales y nacionales, y fracciones político partidarias de diferentes extractos y del sector público y privado.
¿Cuáles fueron hasta aquí las líneas de intervención de la gestión de Fernández? Cuando el 11 de marzo, la OMS declaró al Covid-19 como pandemia, se tomaron medidas inmediatas, estableciendo ese mismo día restricciones al ingreso de personas provenientes de países afectados.
Al día siguiente publicó el Decreto 260 que amplió la Emergencia Sanitaria. Se decidió descomprimir la circulación de personas, licenciando a la administración pública y suspendiendo las clases en todos los niveles.
Se estableció una licencia obligatoria a la población de riesgo y se fomentó el teletrabajo. Una semana después se decretó la cuarentena total como estrategia de aislamiento social preventivo y obligatorio que luego se prorrogó hasta el 12 de abril.
Contener y dinamizar
Frente al gigantesco impacto que el aislamiento tiene sobre la economía, se establecieron las primeras medidas para morigerar la pérdida de ingresos de la población y atender las urgencias de los sectores más vulnerables.
Se implementó un pago extraordinario para quienes cobran la AUH y la asignación por embarazo. Se estableció un refuerzo en las jubilaciones más bajas. Se fortaleció la entrega de alimentos y se elaboraron estrategias de control de precios a través del establecimiento de precios de referencia.
Para dinamizar la actividad económica, se anunció un mayor impulso a la obra pública. Para auxiliar a sectores que dependen de una facturación mensual y no cuentan con beneficios de la Ley de Contrato de Trabajo, se estableció el Ingreso Familiar de Emergencia: un pago extraordinario de 10 mil pesos para los monotributistas de las dos categorías más bajas (A y B) sin otro ingreso.
Se estableció una línea de créditos para garantizar la producción y el propio Estado salió a garantizar fondos para que los bancos pudieran otorgar los créditos anunciados.
Líneas de acción
El problema con estas herramientas de tasa subsidiada o de líneas de crédito específicas es que dependen, en última instancia, de los bancos. Teniendo en cuenta eso, el primero de abril, el gobierno nacional decidió intervenir de manera más directa.
Y ante la amenaza de despidos y suspensiones masivas, el Estado decidió prohibir los despidos y pagar parte de los salarios a las empresas con hasta 100 empleados, además de reducir parte de las contribuciones.
El gobierno nacional estableció, entonces, tres líneas de acción: el aislamiento social, la ayuda económica a los sectores más desfavorecidos y el sostenimiento de la actividad económica.
Ningún privado en una situación de crisis sanitaria como la que vivimos actualmente podría coordinar de esa forma los esfuerzos de todos los individuos. El alcance real de estas iniciativas se verá con el correr de los próximos meses.
Generar nuevos consensos
Esta situación, que puede llegar a ser tan crítica como la de 1929 (que cambió el panorama político, ideológico y económico mundial), puede ser también una oportunidad para generar nuevos acuerdos, nuevos consensos que nos permitan un crecimiento más seguro y sustentable en las próximas décadas.
Este es un momento propicio para discutir antiguas concepciones del Estado y construir otras nuevas. Detrás de la idea de que el Estado sólo entorpece la actividad económica, se esconde su función central en el desarrollo y la innovación, así como su capacidad para diagramar y crear formas de intervención en función del bien de la comunidad.
En Argentina existen algunos acuerdos básicos y eso nos da una situación de ventaja. Aunque algunos lo discutan, la salud pública, la educación pública y la inversión en ciencia son pilares de nuestra sociedad.
Es nuestro capital simbólico, que existe y se sostiene pese a las embestidas neoliberales; en ocasiones como las actuales se convierte en nuestro capital acumulado.
** Antropólogas