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Tina Turner: reina del rock & roll, reina coraje

La cantante negra que motivó a un par de generaciones con una voz grave, sus pelucas, sus tacones de aguja y medias de red murió en mayo último. Con el hombre que la llevó a los escenarios sufrió abusos y humillaciones, pero con decisión y osadía encontró el modo de hacerse una gran carrera solista

El aluvión impetuoso de contundente voz ronca con cuerpo de mujer y una sonrisa contagiosa y voluminosa, que supo ser llamada la reina del rock and roll y conocida como Tina Turner ha dejado estos confines terrenales. Ya hacía tiempo que no pisaba los escenarios y vivía en una pequeña villa en Suiza, en una localidad cercana a Zurich, junto a su última pareja, un representante de sellos musicales de origen alemán.

Fue en clubes nocturnos a los que iba con su hermana a escuchar bandas de R&B, jazz, gospel y soul donde conoció al guitarrista Ike Turner, y se prendió irremisiblemente a su música y a su iracundo aire seductor. Tenía 18 años y Turner pisaba los 27 y era el líder de Kings of Rhythm. A Ike le faltaban ojos para mirar a esa beldad de cuerpo bronceado que además portaba un registro vocal portentoso y un control que asombraba y la invitó a grabar unos coros en un próximo elepé.

Box Top se llamó el disco que sería su primera grabación de estudio. Ike Turner le agradeció su participación invitándola a pisar el escenario del próximo concierto y le regaló un vestidito rojo de lentejuelas que volcanizó su cuerpo y arrancó un sonoro aplauso de la platea cuando Tina entró luciéndolo. Pero todavía no eran pareja, eso fue después, cuando Ike se divorció y ella se mudó a su casa para ayudarlo con dos hijos pequeños que el guitarrista tenía. En distintas entrevistas posteriores pudo saberse que Ike y Tina nunca estuvieron verdaderamente enamorados, sino que primó una irresistible atracción sexual entre ellos, que volvía a crecer incluso cuando estaban separados por rencillas de todo tipo.

Para 1960, Tina ya era la cantante de la banda de Ike y fue cuando grabaron un simple que tendría un rebote extraordinario, “A Fool in Love”, un tema top en varios rankings y que finalmente haría conocer a Tina masivamente. Al suceso de ese EP le siguió “It’s Gonna Work Out Fine”, otro simple que puso a la cantante frente a su primera nominación a un Grammy como mejor intérprete de rock and roll. Ahí ya el dúo comenzó a girar con el nombre de Ike & Tina Turner Revue, ofreciendo un show con una apabullante puesta donde no era solo la voz de la cantante la que brillaba, sino toda ella, su actitud, sus exquisitas variaciones vocales, sus desinhibidos movimientos, su risa contagiosa, su dominio de la escena para interpretar los géneros o su fusión, todo lo cual la fue poniendo en la mira de productores y hasta de otros músicos que iban desde Mick Jagger y David Bowie hasta Quincey Jones y Miles Davis.

No había nadie inmune a la energía que Tina desplegaba sobre el escenario y es cierto que una cosa era escucharla y otra verla en escena. Ella decía al respecto: “Cuando salgo a las tablas siento como una posesión; todo mi interior está vibrando antes que comience a moverme, necesito acompañar con movimientos todo lo que las letras están diciendo, no encuentro otro modo, tal vez porque no lo busco, porque este es el que más me gusta. Ya me pasaba desde niña cuando desde la vereda de cualquier iglesia comenzaba a moverme al son del góspel que cantaban en su interior”.

Más acá, cantantes como Beyoncé y Janet Jackson admiraron su clase escénica, la emotividad que transmitía en cada interpretación, y hasta intentaron emular algo de su aura, pero también se impresionaron con su decisión de surfear un contexto doméstico cada vez más dramático donde la moneda corriente eran los golpes y humillaciones sufridos por parte de Ike, que ya en los 70 perdía los estribos a menudo cuando bajaba de la cocaína y se refugiaba en el alcohol.

El éxito y el miedo

“El éxito y el miedo vinieron casi de la mano”, había declarado Tina en una entrevista de la Rolling Stone, porque ya después del suceso que significó “A Fool in Love”, Ike no dejó de acostarse con otras mujeres e incluso ufanarse de tales conquistas llevando detalles a las letras de algunas de sus canciones. Tal sesgo de desprecio y perversidad, Tina se lo haría pagar cuando se negó a continuar cantando sus canciones. La paliza que le dio Ike antes de iniciar una gira por el sur estadounidense fue uno de los primeros indicios de que la violencia inserta en ese hombre no iba a detenerse. A pesar de la denuncia que hizo del hecho, Tina siguió junto a Ike. Mucho después contaría en otra entrevista la culpa de la que era objeto al pensar en abandonarlo. Pasaba que luego de golpearla, Ike le rogaba que no lo abandonase, que esa “sería la última vez”.

Allí contó: “Sabía que si me iba no habría nadie para cantar, así que me sentía atrapada en la culpa. Quiero decir, a veces, después de que me golpeaba, terminaba sintiendo lástima por él. Estaba sentada allí, magullada y destrozada, sintiendo lástima por él. ¿Tenía el cerebro lavado? Tal vez sí, pero lo que seguro tenía era mucho miedo”. Otra vez confesó que durante mucho tiempo ella creyó que las peleas en una pareja eran naturales, toda vez que fue lo único que vivió junto a sus padres hasta los 10 años cuando ellos, uno tres años después del otro, desaparecieron de su vida

Promediando los  sesenta, el productor Phil Spector descubrió a Ike y Tina y fascinado con la voz de ella la hizo participar en un álbum considerado por él mismo como una obra maestra.  El disco se llamó “River Deep-Mountain High” y fue una verdadera puerta abierta para el ascenso del dúo. En 1969, Ike y Tina fueron teloneros de los conciertos de los Rolling Stones en su gira estadounidense e hicieron una versión de “Proud Mary”, de Creedence Clearwater Revival, que les valió un Grammy a mejor Interpretación vocal de R&B.

Unos años después, en 1975, la Reina del Ácido en el exuberante film Tommy, donde Ken Russell adaptaba la ópera rock homónima de The Who, tendría el carisma, el desparpajo, la osadía de la interpretación de Tina. La reina roja, la devoradora de hombres capaz de sacar a Tommy de su bloqueo guiándolo en el consumo de LSD se mostraba tal como aparecía en los escenarios, enérgica, con seductor despliegue erótico y sexual, con una contundencia física intimidante, lo contrario a como era cuando Tina no actuaba: una mujer frágil, vulnerable, siempre apiadándose de los demás, empática y muy generosa.

Tras un episodio de violencia mientras actuaban en un casino de Dallas, Tina dejó a Ike en el hotel y voló a Los Ángeles ayudada por su amiga, la actriz Ann Margret. “Yo ni siquiera sabía cómo conseguir dinero”, diría después. Decidida a acabar con el tormento, alquiló un departamento luego de que Ike le enviara los niños y algo de dinero, pensando que volvería cuando se le acabase. Pero lo que realmente se acabaría sería la pareja, que terminaría separándose en 1976.

Resistencia y renovación

Su vuelo posterior a Ike comenzó con el premiado álbum Private Dancer, que tuvo el apoyo de su amigo David Bowie, quien declaró una vez no saber si estaba más enamorado de su apariencia que de su voz. Aparecido en 1984, ese disco la situó como símbolo de resistencia y renovación en una etapa donde deja las drogas y la bebida y abraza el budismo para salir de su cárcel sentimental y espiritual.

De alguna manera esa práctica la fortaleció ya que en su despegue solista debió vérselas con no pocas actitudes machistas y hasta racistas por parte de ejecutivos y productores de las discográficas. En el documental llamado <Tina<, se cuenta cómo reaccionó a un insulto racial pronunciado por un ejecutivo de una compañía: le advirtió que abandonaría el sello en ese momento de no tener una inmediata retractación que incluía disculpas públicas.

Antes de Private Dancer, en 1982, grabó una nueva versión de “Ball of Confusion”, que le daba un impronta personal al ya de por sí genial tema de The Temptations;  el éxito obtenido la condujo a registrar “Let’s Stay Together”, un hermoso tema de Al Green que surfearía en los topes de los rankings en Estados Unidos. Después seguirían canciones como “What’s Love Got to Do With It”, del británico Terry Brittan, a la que ella le puso rudeza y filo casi convirtiéndola en otra, y que al ser suceso de escuchas y ventas con tres semanas seguidas como número uno, se convirtió luego en un clásico de MTV y propulsó la carrera de Tina.

Ya en las presentaciones en vivo de Private Dancer, la cantante lucía sus exuberantes pelucas, sus fascinantes tacones de aguja y medias de red, generando un atractivo singular en audiencias más jóvenes. Con “What’s Love Got to Do with It” consiguió cuatro Grammy, incluyendo dos como Mejor Interpretación Vocal Pop Femenina y Mejor Interpretación Vocal de Rock Femenina.

El cine también le resultaba prometedor y por esa época le puso el cuerpo a la maléfica Auntie Entity, un personaje del film Mad Max Beyond Thunderdome; participó además en la mítica presentación musical We Are the World con otros grandes músicos y se la vio a pura presencia en el escenario del Live Aid junto a Mick Jagger.

En 1986, se publicó su primera autobiografía, I, Tina, coescrita con un ghost writer, que vendió una friolera de ejemplares y donde cuenta que en esos últimos años había conseguido dinero para saldar todas las deudas que le había dejado su ex Ike. En ese libro, Tina devela ciertos oscuros episodios vividos con Ike por primera vez. Allí repasa los abusos y humillaciones y sus ganas de quitarse la vida; pero al mismo tiempo menciona esas fuerzas extraordinarias que a veces surgen para salir del infierno.

“Era una época en que ya no me importaban ni los niños, solo quería dejar de sufrir y salir de ese círculo al que estaba condenada. Por momentos pensé que no lo lograría, pero después algo se reactivó, no sé qué es pero todas las mujeres que viven esa instancia deben en algún momento sentir lo mismo, algo de coraje para persistir en intentar liberarse”, cuenta.

Durante la presentación del libro dijo: “No quiero tener miedo nunca más. Solía pensar que tenía que casarme para conseguir las cosas que quería en la vida. Cuando me di cuenta de que podía conseguir esas cosas por mí misma, comencé a disfrutar esa sensación. Siento que si puedo asegurarme a mí misma, no tendría que depender de un hombre; solo compartiríamos amor”. Algo contradictoria en los sentimientos sobre Ike, porque tal vez esa relación fue tan intensa como dañina, Tina confesaría “…(Ike) fue bueno conmigo al principio. Así que tengo algunos buenos recuerdos. Tal vez fue bueno haberlo conocido. Eso, no lo sé”, ante la permanente requisitoria periodística sobre su tormentosa relación.

La marca de la carrera

I, Tina se convirtió en una película en 1993, titulada What’s Love Got to Do with It, donde  Angela Bassett hacía de la cantante y donde el tema “I Don’t Wanna Fight”, cantado por Turner y perteneciente a la banda sonora alcanzó el top 10 en Estados Unidos e Inglaterra. Luego obtendría otro Grammy, por su álbum en vivo Better Be Good to Me, y cantaría en el disco tributo a Joni Mitchell que ideó el tecladista Herbie Hancock en 2007, River: The Joni Letters.

Twenty Four Seven, fue el último disco grabado por Tina, y aunque no topearía ningún ranking,mereció reconocimientos de revistas especializadas como otro pico en su carrera. Entre 2008 y 2009, salió de gira para conmemorar sus 50 años arriba de los escenarios. Después sería objeto de miradas celebratorias: Tina, un musical basado en su vida, se estrenó en Londres en 2018 y en Broadway al año siguiente. A esa altura, Tina representaba la autenticidad puesta de manifiesta en una voz única y en una mujer que se definía en sus debilidades para poder dar un paso adelante corriéndose de la violencia machista.

En 2018 escribió sus memorias y allí cuenta la donación de un riñón por parte de su pareja que le permitió seguir, evidentemente en una relación a años luz de aquella iniciática. En otro pasaje parece hurgar en su vida de artista como cantante y actriz en relación a la personal y en las delgadas líneas que las separan. “Puedo decir que tuve algo de suerte, y también que la pasé muy mal, pero el mundo no es perfecto. Creo que cuando más hundida estuve, de ese fondo saqué el coraje necesario para desprenderme de la violencia, algo que nunca creía que podría hacer. Mucha gente en esa época creía que lo merecía porque como mujer algo debía haber hecho, me lamento por las muchas mujeres que murieron por tantas personas insensibles pensando de esa manera. También esa fuga hacia adelante fue una marca de mi carrera porque desde allí pude expresarme cada vez mejor como artista”, escribió.

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